Éxito de la “jornada vallisoletana” de Escenario Cuadrilátero

Germán Prieto

Valladolid es rica en arquitectura, monumentos, gastronomía y, por supuesto, música. Y es que no hay nada como tomar el pulso cultural de una ciudad que a través de su escena local. Ninguneada tantas veces por instituciones y promotores, añadido a la escasez de salas, han convertido a la urbe castellana en una dura plaza que batallar por tocar y salir adelante. Por eso, y antes de pisar el suelo del Laboratorio de las Artes de Valladolid, hay que dar las gracias al equipo de Escenario Cuadrilátero por programar una jornada tan provechosa para las bandas locales.

Pasadas las nueve y media The Levitants abrió la velada con una actuación que serviría como presentación de su segundo larga duración, “Coimbra”. El trío ametralló contundencia por los cuatro costados y casi sin parar más que para agradecer al público vallisoletano que acudieran. Y no fueron pocos los que se pasaron aquella noche por el antiguo matadero.

Cosmic Birds aportó una delicada muestra de sus mejores galas -anteriores y nuevas- con un acertado setlist de canciones de “The Solstice” y “Melt in Trees”, este último nuevo trabajo de la banda liderada por David Hernández. Es difícil no contagiarse de una cosmicidad cada vez más roquera. Los pájaros ahora llevan chupa de cuero.

Ángel Stanich y su banda cerraron la primera jornada de Escenario Cuadrilátero con un más que divertido concierto que hizo carburar a toda la sala. Porque el público vallisoletano tiene un color especial, aunque su serio temperamento les abstraiga de estar más entregados en los conciertos. El santanderino, que dejó entrever varias canciones de lo que será su segundo larga duración, basó su show en un viaje por las entrañas de “Camino Ácido” para concluir la noche y esperar al segundo round de Escenario Cuadrilátero.

Ahora bien, desde aquí quiero realizar un llamamiento a aquellas personas que deciden charlar durante los conciertos: una bolsa de pipas y un banco en un parque puede resultar mucho más agradable que intentar luchar contra los decibelios de una sala.