Revista Ciencia

Fatiga por compasión en profesionales de salud: la amenaza fantasma

Por Davidsaparicio @Psyciencia

Un lunes típico. Lo llamaron del colegio porque su hijo pegó. Volvieron sus pensamientos de muerte. Foto del bebé de ex paciente que había hecho terapia años atrás y escribe agradeciendo. Adolescente con autolesiones hospitalizado. El TOC hizo que no llegue a tiempo a esa entrevista de trabajo que tanto esperaba y se perdió la oportunidad. Un nuevo alta. Discutió con su pareja, agresiones, intervención de la policía, terminaron. Está en la guardia de la clínica por un pico de estrés que desencadenó un ataque de pánico. Colega pide ayuda en búsqueda de profesionales para derivación porque nadie tiene turnos disponibles. Madre de consultante trae de regalo un chocolate porque nota avances en su niño. Paciente pide sobreturno porque falleció su padre recientemente y se siente especialmente mal. Picaporte roto, paciente con agorafobia casi queda encerrado un instante en el baño del consultorio. Así como alguien se preguntaba ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?, yo me pregunto: ¿Pueden los timbres volverse conductistas? este anduvo hoy a puro refuerzo intermitente con los pacientes. Un día típico.

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Así puede ilustrarse parte de la cotidianeidad de muchos profesionales de salud (pediatría, psicopedagogía, fonoaudiología, terapia ocupacional y tantos más) donde continuamente se nos presenta un variopinto collage de situaciones y desafíos. Es por lo que obviamente (?) no dudamos en buscar o empezar un curso, posgrado, doctorado (en ocasiones podría decirse, casi casi rozando el consumo problemático) y afines. Si la agenda dice no, tratamos que reconsidere si no habría posibilidad de un hueco para un cursito, un webinar o lo que nos ayude a no perdernos de algo nuevo o algo que pueda servirnos con algún caso, nuevo, complejo, cronificado, etc. En verdad no lo vemos pero en lugar de eso lo que podemos estar perdiendo es la noción de nuestras propias necesidades… Si nos preguntamos ¿qué es lo último que cursé?, no tardará mucho en aparecer ese dato, y si nos preguntamos ¿qué conducta de autocuidado me propuse  y pude hacer hoy? puede que esa respuesta asome con algo de delay.

Al igual que la actividad física, sabemos que el autocuidado es preciso y hace bien pero por algo no lo terminamos haciendo o se nos va cayendo del mapa silenciosamente, sin que lo vayamos notando.

La idea de este artículo es recordar el por qué del autocuidado y el para qué, un horizonte posible y en el mejor de los casos un aspecto a cultivar cada día, a cada momento, como forma de vivir.

Empezando por el principio, la simpatía es “me preocupo por tu sufrimiento”, la empatía es “ siento tu sufrimiento” y la compasión es “quiero aliviar tu sufrimiento” (Stoewen, 2020). 

Charles Figley, define a la fatiga por compasión como un estado de tensión y preocupación por aquellos pacientes traumatizados por que vuelvan a experimentar los eventos traumáticos, por que intenten evitar/adormecer los recordatorios de excitación persistente. El fundador del Instituto de Traumatología de la Universidad de Tulane lo describe como riesgo laboral de cualquier profesional que usa sus emociones, su corazón: “Es como una nube oscura que se cierne sobre tu cabeza, va a donde vayas e invade tus pensamientos” (Clay, R. A., 2022).

Los terapeutas que trabajan con enfermedades crónicas tienden a ignorar sus propias necesidades de autocuidado al centrarse en las necesidades de los clientes. 

La fatiga por compasión se divide en dos partes. La primera se refiere al burnout – sensación de fracaso y una existencia agotada o gastada que resultaba de una sobrecarga por exigencias de energías, recursos personales o fuerza espiritual del trabajador (Freudenberger, 1974) – con agotamiento, frustración, ira y depresión. La segunda, el estrés traumático secundario –  aquellas emociones y conductas resultantes de enterarse de un evento traumático experimentado por otro. Los desastres pueden afectar a nivel psicológico a un amplio espectro de personas: aquellos directamente afectados, aquellos indirectamente afectados (por ejemplo testigos, familiares, etc) y los ayudantes y trabajadores de rescate (Figley, 1983).

A corto plazo, la fatiga por compasión puede ser la base de una serie de problemas de salud física, como dolores de cabeza y migrañas; náuseas, vómitos y diarrea; y dolor crónico y fatiga, todos psicosomáticos. Con cortisol circulante alto, puede aumentar la susceptibilidad a la enfermedad. A largo plazo, la fatiga por compasión puede aumentar la incidencia de enfermedades cardiovasculares, obesidad y diabetes, así como diversas afecciones gastrointestinales y disfunción inmunitaria. Mientras algunas personas manifiestan problemas de salud física, otras manifiestan problemas de salud mental. Además puede conducir a una variedad de afecciones psiquiátricas, que incluyen hipocondría, trastornos disociativos, trastornos del estado de ánimo (p. ej., ansiedad y depresión clínica), adicciones (incluido el tabaquismo, el alcohol, las drogas y el juego), trastornos de la alimentación y trastornos de la personalidad La fatiga por compasión es insidiosa. A medida que cambian las formas de pensar, sentir y comportarse de una persona, y estos cambios afectan la salud física y mental, la capacidad de la persona para llevarse bien todos los días, incluso dentro del lugar de trabajo, se deteriora.

A partir de este fenómeno, surgió un equipo especializado que brinda atención en fatiga por compasión, desarrollado inicialmente para asistir en Oklahoma (EEUU) en su mayoría profesionales de salud retirados que ayudan a la gente en crisis haciendo seguimiento de los eventos traumáticos. Se trata de la Academia de Traumatología de la Cruz Verde que tiene establecidas pautas de autocuidado (2013) que operan como normas. Algunas de ellas son:

  1. No hacerse daño en el cumplimiento del deber al ayudar / tratar a otros; y atender necesidades físicas, sociales, emocionales y espirituales como forma de garantizar servicios de alta calidad para aquellos que buscan apoyo.
  2. No es ético no ocuparse del autocuidado como profesional porque el cuidado personal suficiente evita dañar a aquellos a quienes se asiste.
  3. Responsabilidad del autocuidado: en última instancia, es responsabilidad de cada uno cuidar de sí y ninguna situación ni persona puede justificar descuidarlo.
  4. Derecho universal al bienestar: toda persona que brinda asistencia independientemente de su función o empleador, tiene derecho al bienestar asociado con el cuidado personal.
  5. Hacer un compromiso tangible: escrito, público, específico, y mesurable de actividades de  autocuidado.

De las buenas intenciones a las buenas acciones

Existe un modelo de trabajo para desarrollar la resiliencia a la fatiga por compasión y la promoción de la resiliencia que considera que debe centrarse en educar a las personas sobre los riesgos del estrés traumático secundario y el agotamiento antes de comenzar una carrera en las profesiones de ayuda, antes de que se establezcan firmemente los patrones de creencias y comportamientos de autocuidado (Paiva-Salisbury & Schwanz, 2022). 

En esta misma dirección de prevención, promoción y afrontamiento un artículo llamado ¿Estás experimentando fatiga por compasión? Clay, 2020 brinda las siguientes recomendaciones para desarrollar autocuidado:

Detectar los signos y síntomas: identificar lo que se está experimentarlo es el primer paso. Para esto puede ser de utilidad el inventario online de Professional Quality of Life (proQOL) – Escala de Calidad de Vida Profesional para los Trabajadores de Saluddestinado a profesionales de la salud, trabajadores de servicios sociales, maestros, abogados, respuesta de emergencia, etc., También puede detectarse considerando los siguientes signos (Stoewen, 2020):

  • La persona se enfoca más en la tarea y menos en la emoción, y puede alejarse cada vez más de los demás, aislándose socialmente;
  • Agotamiento físico y emocional “sentirse fatigado en cada célula de su ser” lo que puede afectar significativamente el pensamiento, los sentimientos y el comportamiento.
  • Emociones negativas, como ira, molestia, intolerancia, irritabilidad, escepticismo, cinismo, amargura y resentimiento. Suelen conducir a problemas interpersonales, incluidas dificultades para llevarse bien con los demás y problemas con la intimidad, lo que resulta en sentimientos heridos, decepciones y desconexión. 
  • Puede haber cambios de humor, llanto, ansiedad, miedos irracionales, melancolía, tristeza y desesperación y, en algunos casos, incluso pensamientos o gestos suicidas.
  • Puede haber cambios en el funcionamiento cognitivo. La capacidad de pensar con claridad, usar el buen juicio y tomar decisiones puede disminuir. Puede resultar difícil concentrarse en las tareas. Puede haber lapsos de memoria u olvidos. Con el tiempo, la persona puede desarrollar una imagen negativa de sí misma y sentimientos de insuficiencia e impotencia.

Hacer del autocuidado parte de la rutina: Un buen cuidado personal significa desarrollar una rutina que haga que cada día sea predecible, incluidos los cinco grandes del cuidado personal: sueño reparador, nutrición saludable, actividad física, relajación y socialización. (Clay, 2020).

Revisar las creencias personales sobre el autocuidado: Ponerse la propia máscara de oxígeno antes de ayudar a los demás nos recuerda la importancia de las creencias que tenemos respecto del cuidado impulsan a desarrollar (o no) conductas comprometidas. Jugar, ver películas divertidas y cosas por el estilo puede reponer la energía necesaria para ayudar a los demás, incluso una pequeña dosis de emoción positiva, como contemplar la naturaleza, puede ayudar. Acerca de las creencias de los psicoterapeutas, Geraldine Panelli (2022) concluye que a mayor presencia de flexibilidad psicológica, menor nivel de fatiga por compasión (Ver artículo ¿Cómo se relacionan la calidad de vida y la flexibilidad psicológica de los y las profesionales de la salud?).

Practicar la autocompasión: “Los psicólogos suelen ser las rocas en el río de la incertidumbre de la vida de nuestros pacientes, pero en este momento, estamos en ese río con ellos” refiriendo a que actualmente experimentan los mismos problemas que sus pacientes (preocupaciones sobre inseguridad, incertidumbre, preocupaciones económicas y poco tiempo). Con tendencia a ser “sobre afrontadores”, capaces de trabajar muy duro y obtener excelentes resultados pero son muy exigentes y muy enfocados en la perfección de lo que ofrecen, hasta el punto del agotamiento total. Es importante que los psicólogos se tomen el tiempo para reflexionar, solos, con un colega de confianza, un líder religioso o un terapeuta, sobre cualquier hecho que esté surgiendo al acompañar a un paciente ya que es una experiencia humana y los psicólogos, también lo son.

Crear comunidad: El ejercicio en la clínica puede ser solitario, por lo que conectarse con otras personas de ideas afines es otra estrategia que puede ayudar a prevenir la fatiga por compasión. Para esto es de utilidad la supervisión regular, grupos de estudio, intercambio con colegas.

Ayuda mutua: Normalizar el desgaste, hablar de las luchas que implica el ejercicio profesional y aceptar ayuda es una forma más de autocuidado. 

Satisfacción de la compasión: Centrarse en la gratitud y las victorias es poder cultivar el aspecto positivo de la compasión, el inspirador y salutógeno. 

…¿El jefe que me gustaría tener es el que estoy siendo conmigo mismo?… Puede mejorar desde hoy. De la autocompasión a la acción.

Referencias:

  • Clay, R. A. (2020). Are you experiencing compassion fatigue? American Psychological Association. Recuperado el 28 de Agosto de 2023 de https://www.apa.org/topics/covid-19/compassion-fatigue
  • Freudenberger, H. J. (1974). Staff burnout. Journal of Social Issues, 30(1), 159-165.
  • Figley, C.R. (1983). The family as victim: Mental health implications. En P. Berner (ed.). Proceedings of the VII world congress of psychiatry. London: Plenum
  • Figley C. R. (2002). Compassion fatigue: psychotherapists’ chronic lack of self care. Journal of clinical psychology, 58(11), 1433–1441. https://doi.org/10.1002/jclp.10090
  • Green Cross Academy of Traumatology. Standards of self care. 2010. Recuperado el 28 de Agosto de 2023 de https://greencross.org/?option=com_content&view=article&id=183&Itemid=123
  • Moreno-Jimenez, Bernardo & Garrosa, Eva & Morante Benadero, Maria & Novoa, María & Carvajal, Raquel. (2004). El estrés traumático secundario. Evaluación, prevención e intervención. Terapia Psicológica. 
  • Paiva-Salisbury, Melissa & Schwanz, Kerry. (2022). Before They Crash and Burn (Out): A Compassion Fatigue Resilience Model. 10.55504/2578-9333.1100.
  • Panelli, Geraldine (2022). ¿Cómo se relacionan la calidad de vida y la flexibilidad psicológica de los y las profesionales de la salud?. Revista Psyciencia. Recuperado el 18/08/23 de https://www.psyciencia.com/flexibilidad-psicologica-calidad-de-vida-profesionales-salud/
  • Stamm, Beth. (2010). The Concise ProQOL Manual: The concise manual for the Professional Quality of Life Scale , 2 nd Edition.
  • Stoewen, Debbie. (2017). Veterinary Wellness Bien-être vétérinaire Dimensions of wellness: Change your habits, change your life. The Canadian veterinary journal. La revue veterinaire canadienne. 58. 861.
  • Stoewen Debbie (2020). Moving from compassion fatigue to compassion resilience Part 4: Signs and consequences of compassion fatigue. Can Vet J. 2020 Nov;61(11):1207-1209. PMID: 33149360; PMCID: PMC7560777.
  • Waris Nawaz M, Imtiaz S, Kausar E. Self-care of Frontline Health Care Workers: During COVID-19 Pandemic. Psychiatr Danub. 2020 Autumn-Winter;32(3-4):557-562. doi: 10.24869/psyd.2020.557. PMID: 33370766.

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