Revista Música

Fito & Fitipaldis: un blanco fácil

Por Fran_desesperado
fito y fitipaldis

Una forma elegante de llamar repetitivo a un disco es llamarlo continuista. Repetitivo es una palabra que tiene un matiz negativo, pues da la sensación de evocar a alguna experiencia negativa. Sin embargo, continuista es una palabra mucho más optimista. Se suele utilizar mucho en las elecciones, cuando se quiere recalcar una buena gestión. En ninguna reelección veremos a un político decir que promete una legislatura repetitiva, sino que utilizará la bonita palabra de continuista.

Algo de esto han debido de interpretar muchos críticos con respecto al último disco de Fito & Fitipaldis, ‘Antes de que cuente diez’. Para muchos ha sido una gran decepción. En la mayoría de foros, columnas y blogs (incluido este mismo) se hace referencia a ese carácter continuista. Es una forma de quedar bien, de no hacer mucho daño. Aunque hay otros que han ido mucho más allá, criticándolo directamente por la constante repetición de sus canciones.

La verdad es que estas críticas de discos que aparecen por Internet me dan mucho que pensar. Por un lado me gustan, porque pueden ser más auténticas y menos interesadas que muchas de las revistas y prensa especializada. Pero por otro lado, no dejo de pensar en quiénes son (somos) para criticar el trabajo de alguien. Criticar en un blog o en un foro es muy fácil. La mayoría nos escondemos en el anonimato, o en un pseudónimo, y damos rienda suelta a un aparente narcisismo y superioridad moral, a veces, alarmante.

Desconozco hasta qué punto convive la necesidad de querer expresarse hablando de algo a lo que se es aficionado, con las ganas de querer figurar. Muchas veces me sonrojo por la necesidad que tienen algunos de querer 100 visitas más al cabo del día, y de lo que son capaces de ello. Ya sea dejando enlaces del blog en todos los foros habido y por haber, e incluso, en la propia página de Facebook del artista del que se vaya a hablar.

Tampoco voy a rasgarme las vestiduras, ni tirar la piedra escondiendo la mano. Esto de enlazar nuestro blog por todo internet es algo que hemos hecho todos. Sobre todo al principio, cuando no pasan de los dedos de la mano las visitas que recibes al día, aunque tal vez, este comportamiento esté acorde con una sociedad en la que, alguno de sus jóvenes, pasan más horas colgando en el Tuenti fotos en el baño, que en alguna actividad más productiva.

El caso, es que esta ida de pinza sin sentido, viene a que mañana tengo concierto de Fito & Fitipaldis. La verdad es que hasta hace poco más de dos horas, mi máxima preocupación era el ciclón que parece asolar la cornisa cantábrica. Y es que, no sé si será mejor ir en coche o en autobús. Mi mente ha empezado a dibujar un sinfín de situaciones siniestras y del todo disparatadas, relacionadas todas ellas con vientos huracanados y con lo que se ha bautizado con el original nombre de ‘La tormenta perfecta’.

Para intentar parar todos estos pensamientos, rescaté de la estantería ‘Antes de que cuente diez’. Un disco que había pasado entre mis manos con más pena que gloría y que pronto fue destinado a lo que prometía ser un permanente olvido. Y oiga, para mi sorpresa, resulta que no es tan malo. Es cierto que es repetitivo, sí. Es verdad que el saxo parece que vive eternamente en la misma canción. Pero, es que ahora me parece mejor disco que el anterior. Quizás fuimos víctimas de esperar algo distinto. Algo que los pedantes llamamos evolución.

A mí lo de la evolución me hace mucha gracia. Nunca tuve muy claro que significaba. Tengo la sensación que, desde determinados medios, se está encumbrando la evolución como un cambio drástico. Ahora resulta que el mercado está lleno de artistas que evolucionan. Supongo que irá por modas. En la actualidad el cliché de evolución se pone a todos aquellos que de repente, rompen el camino trazado por su carrera, y hacen un disco “maduro”. Más tranquilo y sosegado. Es lo que se lleva.

Creo que si Fito hiciese un disco peor, pero le cambia el ritmo y los instrumentos, y lo hace más tranquilo, habría gente llenándose la boca hablando de una supuesta evolución. Por eso propongo que nos formulemos ahora la pregunta de si Fito ha evolucionado. Mi opinión es que sí, pero se repite. Cómo se come eso. Pues no lo sé. Es un disco mucho más rockero que el anterior. Quizás no tenga canciones más rockeras, pero sí tiene a un Carlos Raya en la guitarra que recuerda (y mucho) a Mark Knopfler. Eso por no hablar del final de ‘Qué necesario es el rock&roll’, el cual no creo que haya ningún grupo de pop-rock español actual que sea capaz de lograr. Por último, en esta revisión del disco, encuentro una de las canciones más arriesgadas en la carrera de Fito: ‘Que me arrastre el viento’. Constituye ésta, una pieza que ha pasado inadvertida para la mayoría de los críticos, pero que supone el acercamiento más claro de Fito a nuevos estilos para él, incluso coqueteando en algunos momentos con el soul. Lástima, sin embargo, que el saxo en algunos instantes haga recordar al resto de canciones. Pero se agradece el intento.

Por lo que si los vientos huracanados me lo permiten, iré al concierto con más ganas de las que al principio tenía. Sé que a las tres escuchas el disco me va a cansar. Pero esto es algo muy normal en la música comercial. La conclusión que me llevo es que Fito es necesario, porque sí, porque Qué necesario es el rock&roll


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