Revista Cultura y Ocio

“Fractura”, de Andrés Neuman

Por Guillermo Guillermo Lorén González @GuillermoLorn

Regresa Andrés Neuman a la gran novela tras El viajero del siglo,
Premio Alfaguara y Premio de la Crítica.

«Una historia sobre la belleza que emerge de las cosas rotas.»

«Me mostró sus cicatrices. Un fino entramado en los antebrazos y la espalda. Parecía transportar un árbol. Luego él vio las mías. Nos sentimos livianos, un poco feos y muy bellos. Dos supervivientes.»

“Fractura”, de Andrés Neuman

Cubierta de: ‘Fractura’

Esta es la historia del señor Watanabe, superviviente de la bomba atómica, se siente un fugitivo de su propia memoria y está a punto de tomar una de las decisiones más cruciales de su vida. El terremoto previo al accidente de Fukushima provoca un movimiento de placas que remueve el pasado colectivo. Cuatro mujeres narran sus vidas y sus recuerdos de Watanabe a un enigmático periodista argentino, en un recorrido sentimental y político por ciudades como Tokio, París, Nueva York, Buenos Aires o Madrid. Este cruce de idiomas, países y parejas va revelando cómo nada ocurre en un solo lugar, cómo cada acontecimiento se expande hasta hacer temblar las antípodas. El modo en que las sociedades recuerdan y, sobre todo, olvidan. En Fractura se entretejen amor y humor, historia y energía, la belleza que emerge de las cosas rotas.

Algo se fractura en el interior de Yoshie Watanabe, como si de un desplazamiento de las placas tectónicas de la memoria se tratara, el mediodía del 11 de marzo de 2011. Se trata del terremoto más fuerte (9,0 de magnitud) sufrido en Japón en toda su historia, cuyo epicentro se ubica a 140 km de la costa de Honshu. El seísmo sorprende al señor Watanabe en Tokio, donde reside desde hace siete años, en su discreta y solitaria jubilación sin hijos ni nietos tras una vida en el extranjero como ejecutivo de la compañía de electrónica y televisores Me.
Pero el temblor que dispara las alertas de Tsunami y que acabará causando graves daños en la Central de Fukushima: un desastre nuclear de nivel 7 (máximo absoluto registrado, solo alcanzado en el pasado por el incidente de Chernóbil) no sólo removerá las placas de la memora del señor Watanabe, sino también las de un traumático pasado colectivo.
Oriundo de Nagasaki, donde pasó los primeros años de su infancia, el señor Watanabe es un superviviente por partida doble. La mañana del 6 de agosto de 1945, cuando un B-29 estadounidense descargó la destructiva bomba de uranio Little Boy, Yoshie caminaba con su padre por Hiroshima a sólo tres kilómetros del epicentro de la detonación. Un pequeño muro lo protegerá casi milagrosamente de la deflagración, pero sólo tres días después perderá también a su madre y a sus hermanas con una segunda bomba nuclear de plutonio en este caso aún más potente sobre Nagasaki.
Desde entonces Watanabe no habla de su pasado ni de las cicatrices que lleva tatuadas en su espalda, y ha invertido casi toda una vida en la fuga constante de una memoria inasumible. Incapaz de establecer vínculos profundos y duraderos, Yoshie saltará de un continente y de una ciudad a otra, década a década, tras graduarse en economía y comenzar a trabajar en la compañía de televisores Me (metáfora del milagro tecnológico
nipón de posguerra). De la convulsa ebullición cultural del París de finales de los 60, a la reivindicativa y politizada Nueva York de la guerra de Vietnam, a la apertura democrática de Buenos Aires de la década del 80 y la pujante transformación económica española en el Madrid de los 90.
Ciudades en las que deja tras de sí un amor (Violet, Lorrie, Mariela y Carmen), un laborioso y enriquecedor proceso de adquisición de una lengua y una cultura y, por supuesto, un pedazo de vida quizá truncada. Hasta que el desastre nuclear de Fukushima remueve algo en el interior de Watanabe y su escamoteada memoria, junto con las insistentes llamadas y correos electrónicos de un misterioso periodista argentino llamado Jorge Pinedo empecinado en reconstruir su biografía. Yoshie rechazará de plano una y otra vez al cansino periodista, pero sin embargo tomará una de las decisiones más cruciales y valientes de su vida al emprender un viaje a la castigada Prefectura de Miyagi para encontrarse con las víctimas del desastre nuclear de Fukushima a sólo 20 millas de la evacuada zona cero. Un viaje quizá al epicentro de su memoria amputada, a la X de una radioactiva ecuación de la que tal vez ha estado huyendo toda su vida.

De eso trata Fractura, la nueva novela de Andrés Neuman tras la celebrada Hablar solos (Alfaguara, 2012) –nominada al prestigioso International IMPAC Dublin Literary Award, al Best Translated Book Award y al Oxford-Weidenfeld Translation Prize y uno de los mejores libros del año según La Vanguardia–, y sin duda la más ambiciosa y lograda obra del Premio Alfaguara 2009 por El viajero del siglo. Así como en este último título Neuman proponía una totalizadora reconstrucción narrativa del siglo XIX, desde una arriesgada perspectiva del siglo XXI, ahora se ocupa del abigarrado siglo XX con redoblada ambición.
En un sabio cruce entre lenguas, culturas, ciudades, acontecimientos históricos y, sobre todo, amores el narrador traza un apasionante recorrido por la Historia del siglo XX y plantea una doble reflexión. Por un lado, sobre la manera en la que cada pequeño acontecer de un individuo particular se expande y tiene repercusiones palpables al otro lado del globo o en las antípodas (a la manera del efecto mariposa o como si de las gigantescas olas de un Tsunami se tratara). Y por el otro, sobre la forma en la que cada sociedad recuerda y asume –y sobre todo en la determinada forma en la que también olvida– sus catástrofes, en paralelo o contrapunto en lo que lo hacen los individuos.

Y quizá el principal mérito de Neuman va cifrado en la filigrana de una notable estructura narrativa, construida sobre los vibrantes monólogos de las cuatro mujeres que amaron al protagonista. Neuman entrelaza con maestría esos relatos en primera persona –relatos en los que cada una de ellas: la parisina Violet, la periodista neoyorquina Lorrie, la intérprete y traductora porteña Mariola y finalmente la fisioterapeuta madrileña Carmen narran a su manera su propia vida y sus recuerdos e impresiones del reservado nipón coleccionista de banjos con el que compartieron su intimidad–. Voces narrativas sobre las que se superpone el relato en presente desde la perspectiva focalizada del protagonista, que puede a su vez ocultar la exhaustiva empresa investigadora de un misterioso periodista argentino empecinado en reconstruir
la biografía del superviviente de Hiroshima.
Plagada de incontables hallazgos narrativos, lingüísticos e incluso poéticos –el largo periplo vital de Watanabe está sembrado de breves haikus, poemas y proverbios zen que el protagonista recuerda le narraba su padre–, la novela condensa toda su carga emocional, reflexiva y puede que hasta filosófica en situaciones e imágenes cotidianas concretas, a la manera de la mejor tradición literaria oriental. Detalles en apariencia intrascendentes como la obsesiva puntualidad de Watanabe y su neurótico orden, su pasión por el jazz o su híper desarrollado olfato están cargados de sentido.
Y en esa línea, sin duda, la creciente afinidad que siente el protagonista por el ancestral arte del kintsugi, el arte de reparar la cerámica realzando con oro o metales preciosos sus grietas, es la más lograda metáfora de una novela empeñada, al igual que el protagonista de la historia, en hacer emerger la belleza de las cosas rotas, a pesar de la destrucción (o la alienación) de ciertos avances tecnológicos. Una delicada artesanía narrativa, al filo del humor, la desolación y la ternura ante la que no permanecemos impávidos
.

Pero cómo podríamos contextualizar Fractura dentro de la obra de NewmanNeuman siempre ha mostrado su interés por investigar y poetizar territorios extranjeros, como punto de partida para repensar la identidad propia. Con su inmensa riqueza cultural y su identidad tradicionalmente poco mezclada, Japón resultaba una referencia óptima para este experimento de mestizaje, donde las fronteras y sus intercambios se hallan en permanente movimiento. Más que por la necesidad de reafirmarse en lo que creemos ser, toda la obra del autor parece atravesada por la fantasía –no menos universal– de imaginarnos distintos y convertirnos en otros. Esa curiosidad se extiende aquí a todos los campos: edad, sexo, nacionalidad, idioma… Fractura condensa las novelas anteriores del autor. Posee la oscura poesía de Bariloche. La memoria política de Una vez Argentina. La profundidad emocional de Hablar solos. La reflexión tecnológica de La vida en las ventanas. La ambición y el aliento de El viajero del siglo.

Con este nuevo libro, Neuman regresa con fuerza a la narrativa de largo aliento, género que lo consagró internacionalmente, y firma su obra mayor.

Lee y disfruta de un pequeño fragmento de la novela.

“Fractura”, de Andrés Neuman

Andrés Newman

El autor:
Andrés Neuman Galán (28 de enero de 1977, Buenos Aires, Argentina). Hijo de músicos argentinos exiliados (de madre violinista, de origen ítalo-español, y padre oboísta, de origen judío alemán), terminó de crecer en Granada, en cuya universidad fue profesor de literatura latinoamericana. Es autor de las novelas Bariloche, La vida en las ventanas, Una vez Argentina, El viajero del siglo, Hablar solos y Fractura; los libros de cuentos El que espera, El último minuto, Alumbramiento y Hacerse el muerto; los poemarios Métodos de la noche, El jugador de billar, El tobogán, La canción del antílope, Mística abajo, No sé por qué, Patio de locos y Vivir de oído; los aforismos de El equilibrista y Caso de duda; el diccionario satírico Barbarismos; y el libro de viajes por Latinoamérica Cómo viajar sin ver. Formó parte de la lista Bogotá 39 y fue seleccionado por la revista británica Granta entre los mejores nuevos narradores en castellano. Recibió el Premio de la Crítica, el Premio Hiperión, el Premio Alfaguara y el Firecracker Award, concedido por la comunidad de revistas, editoriales independientes y libreros de EEUU. Fue finalista del Premio Herralde, alcanzó la shortlist del IMPAC Dublin Literary Award y obtuvo una Mención Especial del jurado del Independent Foreign Fiction Prize. Sus libros están traducidos a más de veinte lenguas en todo el mundo.

El libro:
Fractura ha sido publicado por el Sello Alfaguara en su Colección Hispánica. Encuadernado en rústica con solapas, tiene 496 páginas.

Cómpralo a través de este enlace con Casa del Libro.

Como complemento pongo un vídeo en el que Andrés Neuman charla con Berna González Harbour de Fractura, su última novela publicada en Alfaguara, y recomienda otras obras que le han marcado en su vida.

Para saber más:
http://www.andresneuman.com/
http://andresneuman.blogspot.com.es/

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