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Hasta que la hipoteca nos separe

Por Soniavaliente @soniavaliente_

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Recientemente conocía el caso de Sabrina Treviño. Una mujer que presuntamente había padecido los maltratos de su ex pareja y que se vio obligada a salir del anonimato, a grabar un vídeo en Youtube como seguro de vida. En él, contaba su caso. Cómo una sentencia la había dejado inerme ante su agresor, obligándola a cambiar de ciudad, presa del terror, al quedar invalidada la orden de alejamiento.

Cómo no podía desprenderse de su pasado. Acaso, ¿alguien puede? En algunas ocasiones es más fácil pasar página que en otras. Pero, ¿qué ocurre cuando dos personas además de estar unidas por el rencor quedan unidas por una deuda? Aquel hombre arruinó a Sabrina. Moralmente, primero. Literalmente después.

A ella y a su familia, avalista en el préstamo de la hipoteca. Con una enfermedad que la ha llevado a pasar 13 veces por el quirófano y una invalidez total, Sabrina no puede trabajar. Después de la denuncia, él ya no siguió poniéndole la mano encima. No hizo falta. Sabía cómo hacerle daño. Simplemente dejó de pagar su parte de la hipoteca.

Hasta que la hipoteca nos separe

Sin ir tan lejos, la hipoteca es un drama silente, diario, social. Miles de parejas viven esta misma pesadilla. Y la crisis obliga a ser prácticos. A elegir. La hipoteca o la vida.

No hay dinero para todo. Parejas que deciden que con quererse mucho no vale, que no son compatibles. Y convienen que, “antes de que me quieras como se quiere a un gato, me largo con cualquiera que se parezca a ti”, que diría el maestro. Uno de los dos se marcha de casa. Pero los gastos les asfixian. Pagar la mitad de una casa que ya no se tiene -comprada en lo más alto de la burbuja- sumado al alquiler de un piso -en una zona mucho peor-, los gastos de los niños, si los hubiere. Y vivir. Con lo caro que resulta.

Y deciden que, total, ya si eso se separan el año que viene. Que ha sido sólo una mala racha. Como la del año pasado. Que cómo se van a separar. Que vaya lío, que qué pereza, que qué dirán los vecinos. Si se conocen de toda la vida. Y así.

Si deciden tirar pa’lante, pese a todo, comprobarán que ser consecuente siendo pobre sale mucho más caro. Dónde va a parar.

 


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