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“HIJA DE LA LLUVIA” de Haizea López

Publicado el 11 julio 2023 por Marianleemaslibros

   Pasaje destacado“HIJA DE LA LLUVIA” de Haizea López"Por alguna razón extraordinaria, Ainize siempre había sido capaz de percibir las energías de su entorno y desde niña había sido muy consciente de que en Artziniega y más concretamente en aquella colina y en aquella casa, no había nada bueno. Su madre se había marchado sin dejar rastro, su abuelo había aparecido ahogado en el río, su bisabuela se había lanzado por el barranco de la colina sin pensar en los tres hijos que dejaba atrás.
Se decía que era un gen hereditario que había pasado de generación en generación, pero Ainize sabía que no. La soledad de aquella vida, la tristeza de aquel clima y la rudeza de aquellas tierras eran lo que, con el paso de los años, mermaba el buen humor y las energías de cualquiera. Artziniega de por sí ya era un lugar solitario, pero en aquella colina la soledad se acentuaba con fuerza e intensidad."

“HIJA DE LA LLUVIA” de Haizea López Curiosísima la trayectoria literaria de la autora vasca Haizea López (Sopela, Vizcaya, 1992). Comenzó su andadura allá por 2016 a través de la autoedición y empezó firmando sus obras bajo un seudónimo masculino, consiguiendo primeros puestos en las listas de ventas de Amazon. Enseguida, empezó a firmar novelas románticas y de misterio con el seudónimo "Búho" (como en “Detrás del verano” y “Un juego de letras”) y a pesar de tener en su haber más de sesenta novelas, de las cuales más de cincuenta han logrado ser verdaderos bestsellers, no ha sido hasta 2023 cuando por primera vez se ha publicado una obra firmada bajo su nombre real, “Hija de la lluvia”.
La trama a grandes rasgos sin spoiler
Ainize vive actualmente en París con su novio Pierre felizmente alejada del valle de Aiara, y de Haize Hegoa, el caserío familiar en Artziniega (País Vaco), el hogar del que diez años atrás salió huyendo como alma que lleva el diablo.  
Ella, como aquel pájaro... había volado. Lejos, muy lejos, con la intención de ser libre.

Un hogar que sentía como una prisión que la inundaba de soledad, de angustia, de una sensación extraña de malestar que solo desapareció cuando consiguió escapar de allí creyendo que también escaparía de ese gen maléfico que parece volver locos a todos los Agirregoitia, y de ese maldito clima, de la lluvia, la humedad y ese frío que siempre calaba los huesos. «La locura forma parte del gen de los Agirregoitia y Haize Hegoa está maldita», había escuchado aquella frase hasta la saciedad y se había criado con la firme creencia de que, tarde o temprano, todos terminarían dejando este mundo de una forma trágica.
Ahora, acaba de recibir una noticia que, pese a todo el dolor que implica, no la pilla por sorpresa. Una llamada telefónica informándola de que su padre, Ramón, acaba de fallecer, se ha suicidado colgándose de una viga del techo de Haize Hegoa sin dejar ni una mísera nota de despedida. Más de una década sin hablar con su familia, ni con su padre, ni con su hermano mellizo Gorka, ni con Haritz, su gran amor de adolescencia, ni con Elsa, la mujer que hizo de madre, cuando la verdadera, la biológica, los abandonó sin tan siquiera darles un beso de despedida. Mas de una década desligada totalmente de sus calles, de su gente, de su clima, de todo lo relacionado con ese lugar extraño y lúgubre del que provenía, y al que ahora no le queda mas remedio que regresar, intentando derribar las barreras que con tanto ímpetu se había esforzado por construir para proteger su salud mental. 
Era la maldición de Haize Hegoa, la de los Agirregoitia. La maldición que desde tiempos ancestrales se cernía sobre su casa. La odiaba con toda su alma y detestaba el mero hecho de tener que plantearse regresar a aquel lugar tan sombrío. Aunque, a pesar de ello y muy en el fondo, seguía considerándolo «su hogar».

Una vez allí, se dará de bruces con el pasado en todas sus vertientes, se reencontrará con todas esas personas que dejó atrás, algunas importantes, otras no tanto, pero todas la reciben con inmenso cariño y Ainize se da cuenta de que en el fondo nunca han dejado de ocupar un huequito importante en su corazón. Y se topará con la herencia que les ha dejado Ramón, la mansión Haize Hegoa y sus terrenos con viñedos, hasta arriba de impagos que tendrán que liquidar antes de pensar en venderlo todo y poder volver a la tranquilidad de su vida en París, que es lo que ella mas desea en el mundo. 
¿De verdad su padre había sido capaz de quitarse la vida? ¿Había sido la soledad la que le había arrastrado a aquel estado de locura, o había decidido marcharse por alguna otra razón? A los dos hermanos mellizos no les queda más remedio que ponerse de acuerdo y participar en la nueva convocatoria del concurso de vino de autor de la comarca, por más que no tengan ni idea del mundo del viñedo ni de la producción del “chacolí”. Ganar el premio podría ser la solución para saldar todas las deudas y zanjar el asunto de la herencia. 
Vamos a producir nuestro propio chacolí y vamos a saldar las deudas pendientes del aita —explicó ella grosso modo, sin entrar en detalles—. Un vino de autor para presentar a concurso... Una producción pequeña, nada exagerada. Algo con lo que poder empezar y hacernos un hueco en este mundo. Ya sabes..., meter un pie dentro.

Pero su estancia allí vuelve a ser una pesadilla, desde su llegada presiente que alguien la vigila de cerca, alguien que quiere volver a aprisionarla en ese valle jugando con ella una macabra partida de ajedrez cuyo término y desenlace no augura nada bueno. Una partida ¿imaginaria? ¿real? 
Era como si, de pronto, ese pasado del que con tanto esfuerzo había escapado volviera a atraparla entre sus garras. Para hacerla enloquecer. La sensación de que alguien la espiaba le causaba un desasosiego difícil de explicar. Empezó moviendo las fichas negras de mi tablero, colándose en la casa, merodeando por el viñedo y... espiándome mientras duermo. Recordándome que no estoy sola y que me tiene vigilada. Quiere hacerme creer que tengo la locura de los Agirregoitia —continuó ella, pensativa—. Quiere echarme de Haize Hegoa, pero no entiendo por qué.

Y hasta ahí puedo contar. . .
  Los puntos fuertes de la novela
Hay varios personajes, pero los principales son tres:
Ainize, la protagonista, una mujer testaruda y cabezota, que consigue todo lo que se propone, que no cree en el amor y que siempre ha sentido repulsión por el mal tiempo, por la lluvia que no deja de caer en el valle de Aiara.
Si algo le había demostrado la vida era que el amor no movía montañas, ni muros, ni absolutamente nada. El amor solo servía para aletargar los sentidos y nublar el juicio de aquellos ilusos que lo padecían.

Gorka, es su hermano mellizo del que hace más de doce años que no sabe nada. También escapó de Haize Hegoa en cuanto pudo, aunque vive a pocos kilómetros de Artziniega con su mujer, a la que Ainize ni conoce y que está embarazada por primera vez. 
Haritz es aquel chico de ojos verdes que le abrió la cabeza con una piedra cerca del río, dejándole una cicatriz de por vida cuando eran pequeños, pero también es el muchacho que le robó el corazón en su adolescencia y al que por mucho que ella se lo niegue a si misma, nunca ha podido olvidar.
Fue el verano en que Haritz le confesó, por primera vez, que la quería. Eran dos preadolescentes de doce años que se creían con la razón y el conocimiento suficiente como para entender el mundo. Por aquel entonces, ella pensaba que el amor era algo eterno que sobrevivía al paso de los años y que él siempre estaría ahí, a su lado. Podría decirse que, a sus doce, la chica aún no había perdido su inocencia ni sus ganas. Haritz empezaba a causar ese efecto balsámico en ella. Tenía la impresión de que aquel lugar la envenenaba lentamente y de que podía encontrar en el chico ese antídoto que necesitaba para mantenerse cuerda. Como en su adolescencia.

Volver a encontrarse con Gorka y Haritz, es lo mejor de su regreso: con su hermano, el reencuentro le confirma que por más que haya pasado el tiempo, aquello que los unía en el pasado no se ha roto, como mucho se ha debilitado, pero sigue ahí y se puede reforzar en cualquier momento.
Solamente tres minutos separaban sus nacimientos. Habían compartido el vientre materno durante nueve meses y sus vidas durante dieciocho años, y eso hacía que la conexión que sentían resultara irrompible a pesar de los kilómetros. Era como si, poco a poco, el lazo que los unía —y que siempre los había mantenido unidos— hubiera sido anudado con más ímpetu.

Los reencuentros inesperados con antiguos amores del pasado, ese tipo de amores tan intensos y pasionales que dejan profunda huella, pueden desbaratar una vida ya hecha y bien avenida. Y en el caso de Haritz, pues es evidente que el reencuentro tiene su peligro. Porque, como suele decirse, donde hubo fuego, cenizas quedan y aquí más que cenizas hay rescoldos de brasas aún encendidas que pugnan por incendiarlo todo.
Por alguna razón incomprensible, Ainize ni siquiera había sopesado la opción de volver a verle, de que pudieran volver a reencontrarse. De alguna forma, su cabeza se había esmerado por eliminarlo por completo de sus pensamientos y por borrar todos los sentimientos que en un pasado no tan lejano había albergado hacia él. Haritz había sido su perdición, su maldición. Si algo la había mantenido en Artziniega hasta los dieciocho años era él.

Interesante asistir a la evolución del personaje de Ainize que regresa a Artziniega sintiéndose completamente feliz, enamorada de su pareja y plena con su vida en París y su trabajo como artista a punto de exponer por primera vez, comprobar como poco a poco el valle, sus energías, sus habitantes, todo va calando en ella y la van succionando, arrastrando a su terreno.
La ambientación es de lo mejorcito de la novela: ambientada en el lluvioso País Vasco y el mundo de los viticultores del valle de Aiara. La autora es buena en eso, se nota que es vasca. Durante toda la lectura crees escuchar el sonido de la lluvia cayendo sobre el tejado de Haize Hegoa, percibir el olor a tierra mojada, y visualizas, se te dibuja en tu cabeza sin ninguna dificultad las vides encharcadas y embarradas, el cielo encapotado y la niebla que lo cubre todo. 
Escuchó la lluvia caer y la tormenta en su máximo esplendor. Los rayos iluminaron con fuerza el firmamento mientras ella percibía aquella extraña sensación de vida, de que todo volvía a resurgir tras la muerte. Podía sentir cómo las raíces muertas de las viñas se humedecían y cómo la tierra se esforzaba por volver a dar sus frutos. La lluvia continuaba cayendo con fuerza, con muchísima fuerza. De forma casi mágica, un arcoíris apareció en el cielo de Artziniega envolviendo con su arco de colores las montañas del valle.

✔ Uno de los temas de fondo que planea todo el rato es el de la producción de vinos, desde el cuidado de los viñedos, la recolección de la uva, la fermentación, etc. En esa zona del País Vasco se produce sobre todo el chacolí, un vino blanco bastante ligero y ácido típico de la zona y bastante famoso en el resto de España. Ainize y Gorka deben ponerse las pilas e investigar sobre el tema, y ponerse a ello con la ayuda de Haritz que se presta a echarles una mano para intentar ganar el concurso de La Asociación de Productores Artesanos de Chacolí, que premia el mejor chacolí de autor del año, y esos diez mil euros que tan bien les vendrían. El abordaje del tema me ha gustado porque no ahonda demasiado y no se hace pesado.
Una infancia con ausencia casi absoluta de padres: Ninguno de los padres de Ainize ejercieron como tales. La madre los abandonó cuando eran pequeños y Ramón, pues siempre fue un hombre solitario y un tanto huraño, con unas manías capaces de desquiciar a cualquiera, en el fondo un buen hombre, pero a fin de cuentas un mal padre. 
Hay un cuarto personaje, Elsa, una especie de ama de llaves que lleva toda la vida con la familia y que para los niños fue lo más parecido a una madre que tuvieron. Elsa casi los crio como hijos propios y, de forma ineludible, sentía hacia ambos un instinto maternal inexplicable.
Desde que tenía uso de razón, aquella mujer de cabello grisáceo y trenzado siempre había sido la encargada de sanar sus heridas y su corazón.

✔ Sobre la familia Agirregoitia se ciernen ciertas leyendas y maldiciones, también sobre el caserío familiar. Ni uno de los miembros de la familia que vivieron allí murieron de forma natural, demasiados muertos en extrañas circunstancias. Durante la estancia de en Haize Hegoa, a Ainize le empiezan a suceder cosas raras, percibe presencias extrañas, e inicia una extraña partida de ajedrez contra un contrincante invisible que mueve fichas de forma estratégica para ganar la partida. Y te preguntas si hay un cierto toque de realismo mágico en la lectura, y yo os digo. . ., puede que sí, puede que no, tendréis que leer la novela para saberlo (no cabe responder a ello sin hacer spoiler)
Una curiosidad: sabéis que nunca leo novela romántica pura, no me atrae el género, pero también es cierto que no le hago ascos a las tramas que además de otras cosas, encierran una bonita o peculiar historia de amor, como es el caso. Y es que, en la novela de Haizea López, además de haber suspense (yo diría que es un thriller mas bien psicológico), también hay una historia de amor bastante especial. Lo curioso es que se la incluye dentro de un subgénero del suspense bastante reciente y del que yo por cierto ni había oído hablar hasta ahora, bautizado por Marian Keyes (la reina el chick lit) como “Grip lit”. Un término que proviene de “gripping psychological thrillers literatura” (literatura de suspense psicológico y adictivo) y que encierra tramas de suspense de tipo psicológico, escritas por mujeres, en las que las protagonistas siempre son mujeres que de forma paralela a la historia que viven, o se encuentran inmersas en una turbulenta historia de amor. Es decir, historias donde el crimen y la pasión van de la mano, como en “hija de la lluvia”
Resumiendo: “Hija de la lluvia” es una novela ambientada en la tierra vasca, con una historia que se lee rápido porque engancha. La pluma de la autora no es que sea alucinante, pero escribe muy bien y consigue generar una atmósfera agobiante, con bastante intriga, que te mantiene expectante hasta el final de la lectura. Un final con un giro que me ha gustado mucho y sorprendido.
Lo importante no es el lugar, sino las personas que lo habitan.

¿Os recomiendo leer esta novela? Por supuesto. No porque sea una lectura profunda, ni de esas que vayan a dejarnos huella, sino porque creo que es una opción para pasar un buen rato y refrescarse de este asfixiante calor veraniego que estamos sufriendo perdiéndose entre sus páginas, sus tormentas, su niebla, su lluvia incesante. Y porque es una novela con buenos personajes y un poquito de todo, relaciones familiares tumultuosas, amores posibles e imposibles, intriga, ¿realismo mágico? tendréis que leerla para descubrirlo.
Mi nota esta vez es la máxima, para variar, dicho sea irónicamente:
“HIJA DE LA LLUVIA” de Haizea López

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