Revista Educación

Ilusión de bolsillo

Por Siempreenmedio @Siempreblog

Los Reyes Magos suponen una poderosa arma de chantaje para los padres en estas fechas. Los niños crecen convencidos de que les controlan el 100% del tiempo, de forma que, para algunos, los Reyes son seres mágicos que directamente saben si se han portado bien o mal porque “les están viendo” y para otros, son señores con un contacto directo con sus padres, por lo que durante todas las vacaciones de navidad, la frase más escuchada en casa llega a ser “como sigas así llamo ahora mismo a los Reyes para que no te traigan nada”.

Cuando llega el día de la cabalgata les emociona poder ver a los personajes de un cuento que les han estado contando desde recién nacidos, sus ropajes, sus pajes, las carrozas, las calles repletas de niños, padres y hasta abuelos que gritan, se desgañitan y se abalanzan sobre los demás por conseguir unos caramelos. Pero lo que más les enloquece es pensar que esos tres viejos con barba tienen en algún lugar guardados sus smartphones, sus playstations y sus juegos. Eso les hemos inculcado, que se porten bien para conseguir regalos porque los Reyes Magos les espían y tienen “su felicidad” guardada en un saco gigante que van cargando unos pobres camellos.

Ilusión de bolsillo

Niños llorando vueltos locos, con los ojos desorbitados, gritando “MI PLAYSTATIOOOOON” a unos señores subidos a unos animales (cuyo estrés no quiero ni imaginar) es lo que en nuestra sociedad llamamos “la ilusión de la navidad”. Padres gastando lo que no tienen por que sus hijos lleguen el primer día al colegio presumiendo de regalos caros. La crueldad no se esconde en el engaño de unos seres mágicos que no existen, la crueldad es convencerles de que esos regalos dependen de lo bien que se porten y no del dinero que mamá y papá puedan gastar. La crueldad estriba en que descubran por sí mismos que Manolito, que es el que más abusa de sus compañeros, el que contesta mal a los profesores y el que más asignaturas ha suspendido, ha recibido todos los videojuegos, una pantalla de 40 pulgadas para jugar, una colchoneta elástica para el jardín, una bicicleta y un iphone 7 o que a Juanito, por mejores notas que saque y por más bien que se porte, siempre le dejan poca cosa.

Después, de mayores criticamos el materialismo y la falta de solidaridad, pero es que desde pequeños nos han aplaudido esa enajenación por conseguir cosas materiales y nos han enseñado a pedir (vía carta manuscrita) para nosotros mismos. Ojalá las siguientes generaciones maduren el cuento y lo actualicen, pues tal y como está establecido ahora, sus Majestades suponen una poderosa arma de chantaje para los padres, pero sólo para los padres que pueden comprar regalos a sus hijos.


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