Revista Comunicación

Impresiones finales: La Chica del Tren

Publicado el 19 septiembre 2015 por Alex

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Rachel toma siempre el tren de las 8.04 h. Cada mañana lo mismo: el mismo paisaje, las mismas casas y la misma parada en la señal roja. Son solo unos segundos, pero le permiten observar a una pareja desayunando tranquilamente en su terraza. Siente que los conoce y se inventa unos nombres para ellos: Jess y Jason. Su vida es perfecta, no como la suya. Pero un día ve algo. Sucede muy deprisa, pero es suficiente. ¿Y si Jess y Jason no son tan felices como ella cree? ¿Y si nada es lo que parece? Tú no la conoces. Ella a ti, sí

La gente es extremadamente generosa cuando, al mencionar esta novela te dice que es novela negra. También he leído que es una novela «de intriga y misterio». Sí, bueno, más o menos la misma intriga y misterio que una película de la sobremesa de Antena 3. Lo mismo. Es decir: nada. Al malo maloso ya lo pillas en cuanto te empiezan a presentar los sospechosos, porque en realidad hay dos (tres si en algún momento llegas a sospechar del primero que te presentan) y son demasiado obvios. Como el círculo social de la víctima es bastante reducido y teniendo en cuenta el estado en el que regresa Rachel a casa la misma noche en la que desaparece, es muy difícil no ver desde ese momento quién es el malo. Reconozco que seguí leyendo con la esperanza de que no tirase de ese recurso tan poco efectivo, tan viejo y tan trillado. Pero lo hizo. Y no solo lo hizo, sino que además hay gente que te dice que «no se lo esperaba». Bueno, supongo que no son lectores de novela negra como Dios manda, porque esta novelita es entretenida y poco más.

Y tras soltar esto, quiero que, si seguís leyendo, tengáis en cuenta que no es una reseña, sino mi opinión personal sin más. Trataré de no dejar caer ningún spoiler, pero no prometo nada porque me conozco. Así que si tienes pensado leer LCdT, mejor no sigas leyendo la entrada.

Ha desarrollado la trama perfecta, un «thriller» intenso del que Stephen King dijo que le tuvo una noche entera sin dormir.

La Razón

Hombre, yo no es por desmerecer al señor Stephen King, pero creo que el hombre padece insomnio o le pagaron un pastizal para decir estas palabras, porque no entiendo que te pases una noche sin dormir por esta novela. Y menos alguien que escribe lo que escribe, vamos.

Bastante gente puede identificarse con los temas que se tratan, como la sensación que se tiene en el tren cada mañana o el impulso vouyeur

Paula Hawkins

Pues quien se identifique con la protagonista y los temas que se tratan, tiene un serio problema de salud (física y mental). No digo más.

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Paula Hawkins

Con toda honestidad os digo que, mientras leía, pensaba que toda esta historia había salido del propio delirio alcohólico de la autora, porque no es normal escribir esto estando sobria. Lo digo por las meteduras de pata que ha tenido y que, sin embargo, parecen haber pasado desapercibidas gracias a la tremenda campaña publicitaria que ha acompañado a esta novela.

Le voy a reconocer, sin embargo, que sí me ha gustado que haya presentado a personajes humanos, en los que no hay nadie del todo bueno ni nadie del todo malo y que, incluso el que parece más cuerdo, está completamente trastornado. En palabras de Brianna: «aquí está todo el mundo pirado». Y es que la única criatura inocente es el bebé que el ex marido de Rachel ha tenido con su actual esposa.

Rachel es una alcohólica que sufre episodios de amnesia temporal (lagunas) cuando bebe (todos los días), así que los recuerdos que tiene de esas ocasiones son aquellos que las personas de su alrededor (su ex marido) quieren que crea. Megan (Jess para la protagonista) tiene problemas afectivos y sexuales. Scott (Jason para Rachel) es dominante y celoso, incluso violento. Kamal (el psiquiatra) arrastra sus propios traumas tras sobrevivir a la guerra de los Balcanes y se acuesta con su paciente. Anna (la «rival» de Rachel) no está satisfecha con su vida, ni con su maternidad, la vida con Tom no es lo que esperaba y, para colmo, está la obsesiva Rachel, que es motivo de discusión en la pareja a diario. Tom (el ex) es, aparentemente, perfecto e incluso soporta el acoso de Rachel, pero también tiene sus taras. Y, por último, Cathy, la sufrida casera que sufre el síndrome de mamá gallina, porque sino no es normal que soporte a Rachel, sus meadas en la escalera, sus vomitonas y sus desastres de borracha tanto tiempo cuando ni siquiera son íntimas amigas. No hay más personajes, no hay más tramas secundarias que la vida personal de cada uno y, en algunos casos, ni siquiera eso. Por eso es muy difícil mantener el misterio sobre quién es el malo de la historia.

El trabajo de la policía es lamentable, dibuja a los funcionarios casi casi como seres patéticos para dar protagonismo a la persona que finalmente descubrirá quién es el personaje oscuro en esta historia. Para mí está todo tan sujeto con alfileres, que ha habido momentos en los que incluso me he aburrido. En ningún momento he sentido la necesidad de buscar porqués ni nada, porque parecía que me lo daba todo masticado y, la verdad, eché de menos tener algo más de chicha de la que tirar.

Os pongo un ejemplo: ahora mismo estoy leyendo Alex, de Pierre Lemaitre, y me estoy preguntando continuamente por qué la ha secuestrado, qué quiere de ella, por qué le hace lo que le hace, qué busca y qué sucederá cuando la protagonista se rompa. Eso no me pasó con la novela de Hawkins. Para mí no había porqués, sino que recibía la información con demasiada facilidad. Era demasiado obvio todo y esperaba que la autora me sorprendiese con algo, con algún giro inesperado, pero no hubo suerte.

De todos modos, y a tenor de las críticas de lectores que he visto, no os voy a decir que no la recomiendo. Me voy a reconocer como el bicho raro y dejar mis impresiones aquí como eso: simples impresiones personales.

¡Disfrutad del finde!


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