Revista Espiritualidad

Impresiones sobre el i congreso de antropología, psicología y espiritualidad, en la universidad de la mística de ávila

Por Joseantonio
IMPRESIONES SOBRE EL I CONGRESO DE ANTROPOLOGÍA, PSICOLOGÍA Y ESPIRITUALIDAD, EN LA UNIVERSIDAD DE LA MÍSTICA DE ÁVILAResultaría muy extenso y prolijo exponer, en una sola entrada, las conclusiones que se pueden extraer del I Congreso de Psicología y Mística, realizado en el centro CITes de Ávila del 24 al 26 de Septiempre del 2010. Dado que ya se han extraído conclusiones generales en otro lugar, yo voy a limitarme a comentar lo que éste Congreso me ha aportado a mí, personalmente.
Una de las metáforas que suelo utilizar para explicar lo que entiendo por proceso de individuación -entendido éste como la realización más completa de la Totalidad que el Individuo es-  es la ejecución de un puzzle vital, en el que cada evento, cada situación, cada persona son una especie de "pieza" dentro del puzzle que es la Vida. Ciertos lugares, determinados eventos y algunas personas,  verbigracia, actúan a modo de catalizadores o acicates en ese proceso de evolución de la consciencia que es, también, ese que he denominado proceso de individuación. Así, si uno es plenamente consciente de su proyecto vital, de su plan de vida, de su verdadera vocación o, también, del Camino (Destino, Tao) por el que está transitando y por el que ha de seguir caminando, de pronto, en esas situaciones, las piezas comienzan a encajar de un modo, casi mágico.
Pues bien, este congreso, acontecido en la Universidad de la Mística desde la Cátedra Edith Stein, patrocinada por la Fundación CITeS, y dirigida por mi novia y, Deo Concedente, futura esposa, Maribel Rodríguez Fernández, ha sido uno de esos momentos "cumbre". A medida que los ponentes iban exponiendo sus conferencias, así como las comunicaciones que también tuvieron lugar, las "coincidencias significativas" (sincronicidades) para mí no hacían sino agolparse en mi consciencia. De modo que, no sólo atendí con sumo interés a todas y cada una de las conferencias, sino, de igual modo, a las personas que fui conociendo, a las situaciones que se fueron desarrollando, etc. Y, en cada una de esas conferencias, fui enlazando lo que los participantes iban exponiendo con lo que había experimentado hace ya más de quince años, con motivo de mi "iniciación" al ámbito del Espíritu.
Todo encajaba con extraordinaria y certera precisión. Las vivencias de muerte y renacimiento que experimenté en aquella ocasión coincidían, hasta en sus más mínimos detalles, con lo que expuso el Dr. Mariano Betés del Toro, médico psiquiatra, filósofo y psicólogo, y profesor de la Universidad de Alcalá en su conferencia “Impacto psicológico y espiritual de las experiencias cercanas a la muerte”, y que yo había desarrollado en mi libro El retorno al Paraíso Perdido. Motivo por el cual, no pude sino obsequiar a Mariano con un ejemplar de mi libro.
Pero, las coincidencias significativas, no terminan ahí. En realidad, esta no fue sino una de las tantas sincronicidades que me acontecieron y que, por motivos de espacio, sólo mencionaré las más sobresalientes, las que más impacto tuvieron sobre mí. Aunque, como digo, el evento en su totalidad tuvo una influencia en mi persona tan grande, que, como es obvio, el José Antonio que asistió y participó en el Congreso, ya no es el mismo que aquel José Antonio que accedía, por primera vez, a las instalaciones del CITes, antes de que tuviera lugar dicho Congreso.
Otras conferencias que tuvieron una influencia tremenda sobre mí, fueron las de Raquel Torrent Guerrero con su ponencia “Poesía mística y psicología”. Las experiencias que transmitía mediante la lectura y análisis de poemas de algunos de los más grandes poetas místicos conocidos, resonaban con mi propia experiencia. También yo, años atrás, había escrito algunos poemas en los que expresaba mis vivencias espirituales... Lo mismo me sucedió con  “Amor humano, amor divino. De la psicología a la mística” a cargo de la Dra. Mª del Rosario Sánchez Vázquez. Yo sabía, por propia experiencia, y como conocedor de la obra de Carl G. Jung, que el amor humano, el amor profano, es una representación en  pequeño del Amor Místico, del Amor a Dios. Aunque, de este secreto sean conscientes los menos. Con ella tuve ocasión de intercambiar impresiones sobre una idea que había expresado en mi novela La Hermandad de los Iniciados, acerca de la relación paciente-terapeuta. Precisamente, esta misma idea surgió en la conferencia del Dr. Javier López Martínez, en la que se centró en la importancia que tiene la psicología en el acompañamiento espiritual. De hecho, no pude sino exponer en público mi emoción, cuando escuché que, este fraile-psicólogo, hablaba de la importancia de la figura del compañero espiritual en las sesiones de psicoterapia. Aunque, como he afirmado y desarrollado en mi novela histórica La Hermandad de los Iniciados, no esté muy de acuerdo con la distinción que Javier realizó entre la labor de la Psicología y la Espiritualidad. Por eso apunté que la relación terapeuta-paciente me parecía, tal como la entiende la Psicología académica y, en buena parte, la clínica, un modelo de relación obsoleto. Y, en cambio, introduje la idea del tándem Maestro-Discípulo. Y no porque el terapeuta se arrogue las funciones de un Maestro espiritual, y se crea que es un gurú psicoterapeuta o psicólogo clínico podrá ayudar en aquello en lo que él mismo no tenga experiencia. Y, por lo tanto, si el terapeuta no ha iniciado su propio camino espiritual, no podrá discernir si su paciente está o no "trastornado" porque, en el fondo, lo que busca es un encuentro con su vocación y, en última instancia, con Dios.
Si el Psicólogo o Psicoterapeuta ha tenido su encuentro con el Otro, con ese que recibe muchos nombres, pero que no deja de ser siempre El Mismo, entonces, sabrá cuando su "paciente" lo que busca es, precisamente, eso, el encuentro con el Otro -desde mi punto de vista, todo ser humano anhela ese encuentro, en última instancia, y todo conflicto psíquico no es sino una manifestación de la imposibilidad personal de llegar a conocer el Sentido último de la vida humana. Algo en lo que, tanto el logoterapeuta como el analista jungiano, parecen estar de acuerdo.-. También será consciente de cuándo tiene que derivar a su paciente a un sacerdote, por ejemplo, y/o, cuándo lo que precisa es la ayuda de un psiquiatra. Por no mencionar, que la idea que transmite la palabra "paciente" es la de una persona pasiva, sólo receptiva ante lo que el psicoterapeuta le indica. Actitud que no refleja la realidad de los hechos, en tanto que el "paciente" es, antes bien, un "acciente", en tanto que su actitud ha de ser una activo y resuelto compromiso por el cambio.
Para terminar, me gustaría señalar aquí que, este congreso, más allá de lo que he apuntado, significa, al menos para  mí, un comienzo de un largo proceso de integración de lo material y lo espiritual, del cuerpo y el espíritu. De modo que, Dios mediante, el ser humano pueda llegar a ser consciente de que el mundo material, la Naturaleza y todos los seres vivos que la componen, etc., y el mundo espiritual, del que surgen las experiencias inefables, no son sino dos manifestaciones de una única Realidad: el Mundo Unificado en Dios.Seguiremos nuestras reflexiones en posteriores entradas...

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