Revista Educación

Incertidumbres

Por Siempreenmedio @Siempreblog
Incertidumbres

Estuve en Kyiv en 2017. La plaza de Maidan, símbolo de la resistencia de Ucrania a las imposiciones rusas en 2004 y 2013, recibía al visitante con una inmensa lona en inglés con el que también es mi lema desde entonces: "La libertad es nuestra religión". Por aquel tiempo las banderas de la Unión Europea se exhibían por las calles junto a la enseña nacional. Una gran capital europea en estado de sitio, llamada a caer en manos rusas después de un cruel asedio.

¿Qué ocurrirá en Ucrania? No nos engañemos, nadie lo sabe. Probablemente el peor escenario imaginable. Ninguno de los agentes implicados ahora mismo en el conflicto tiene la menor idea de cómo salir airosos de la locura emprendida por Vladimir Putin hace tres semanas. La primera lección que nos debería quedar es el coraje del pueblo ucraniano, que desde hace siglos lucha frente a la destrucción de su propia identidad. La independencia de que gozaron tras la Primera Guerra Mundial fue fieramente reprimida, y después de tres décadas de prospera y frágil democracia, la libertad que eligieron tras la caída de la Unión Soviética hoy vuelve a estar amenazada.

La estabilidad es una utopía incluso en Europa. La guerra entre los mismos dos (o tres) bandos que llevan siglos enfrentados, nunca terminó: Solo se ha modificado y se ha trasladado al plano de la economía, la tecnología y el conocimiento. La invasión imperialista de la que estamos siendo testigos, y sobre la que tan alegremente teorizamos, es una verdadera excepción a la regla. Ya casi nadie se adueña por la fuerza de un territorio, y el afán conquistador previo a la Segunda Guerra Mundial ha dado paso a otro tipo de combates. Desde que el armamento nuclear ha impuesto la ley del terror, hasta en la loca cabeza de Putin la sola posibilidad de usarlo es la última opción, un acto suicida. Será porque ya no nos interesa poseer lo material siempre que podamos controlarlo: Si Rusia pudiera manipular libremente a Ucrania como hace con Bielorrusia, la invasión no se hubiese producido.

Vivimos en un mundo acomodado, parapetado tras las pantallas de nuestros dispositivos electrónicos, dominado por fármacos que nos engordan y adelgazan, nos narcotizan o nos mantienen despiertos. Le hemos cogido el gustito a la estabilidad y nos perturba todo aquello que nos la robe. Así, cunde la idea de que la población rusa, en otro tiempo modelada por los rigores del invierno eterno, empieza a preocuparse por cosas tan occidentales como no poder zamparse una hamburguesa o renunciar a exhibir sus naderías en Instagram. A cambio, en España nos inquieta la obscena subida de los precios del combustible. La guerra como la conocíamos, con sus granadas y sus piñazos cuerpo a cuerpo, ha pasado de moda.

El pacifismo mola. Hoy nos parecen más admirables Mandela y Teresa de Calcuta, soñadores de paz, que los dictadores y militares con que nos aburrían en clase de historia. Antes de recrudecerse ese conflicto que se libra a cuatro horas de avión, no era raro escuchar voces que cuestionaban seriamente el gasto en defensa, cuando no la sola existencia de un ministerio dedicado en exclusiva a la materia. El Pedro Sánchez que diariamente nos cuenta que va a incrementar su presupuesto hasta el 2 por ciento del PIB (casi duplicar la cantidad actual) es el mismo que en 2014 llegó a decir en una entrevista que dicho gasto sobraba. ¿Somos conscientes de la tragedia que supone que nuestro escaso y preciado dinero público se invierta en armas antes que en sanidad, pensiones y cultura? ¿En prevención del cambio climático?

Como indica parte de la doctrina jurídica, el poder, por definición, es ilimitado. La grandeza del Estado de Derecho reside en la consciente autolimitación de ese poder exorbitante. Por eso es tan grave esta incertidumbre de la que hablo, la sola posibilidad de que el último loco termine logrando su objetivo de desestabilizar esta paz que habíamos elegido y que tanto nos ha costado conseguir. Y, encima, desperrados. Para una vez que estábamos eligiendo bien...


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