Revista Insólito

Juana, 'loca' por amor

Publicado el 12 febrero 2016 por Monpalentina @FFroi
Aunque fue la heredera de los reyes más poderosos de su tiempo y emparentó con el archiduque de Austria, gran parte de su vida transcurrió entre los muros de una cárcel, pues eso es lo que fue para ella la fortaleza de Tordesillas en la que pasó 46 años. 

Juana, 'loca' por amor

Juana, hija de Isabel de Castilla y Fernando de Aragón, fue la protagonista de una romántica y desventurada historia. Tenía 16 años cuando sus padres la desposaron con Felipe el Hermoso, hijo del emperador Maximiliano; era un matrimonio de conveniencias y una alianza política que permitiría unir España con Austria. La princesa marchó a los Países Bajos sin conocer a su prometido, del que se enamoró locamente.

Cuando esperaba su primer hijo y el destino la convirtió en el eje sucesorio de dos coronas reales, comenzaron las primeras desavenencias entre su esposo y los Reyes Católicos, colocándola a ella en una dolorosa situación que habría de durar ya siempre.

Todos la utilizaron. A los 23 años, con cuatro hijos, reunió sobre su cabeza todas las coronas de España al morir su madre. Fue entonces cuando Juana se encontró en una corte extranjera con un marido frívolo y mujeriego que la engañaba constantemente. Los engaños de Felipe la destrozaron, y los celos la enloquecieron.

A pesar de que la única heredera de la Corona de Castilla era ella, tanto su padre como su marido se la disputaron y no pararon hasta declararla loca. Y si es posible reconocer su locura, desde luego podríamos decir que enloqueció de amor, pero también de dolor ante la ingratitud y el engaño. Su esposo murió inesperadamente en Burgos y fue entonces cuando enloqueció, queriendo permanecer a su lado y emprendiendo un triste viaje hacia Granada con el cadáver; en pleno invierno, atravesando las tierras castellanas, la triste comitiva debió de inspirar profunda compasión entre el pueblo. Juana esperaba su quinto hijo y tuvo que detenerse en Torquemada, donde nació Catalina. Finalmente fue trasladada a Tordesillas con engaño, por orden de su padre. Era el año 1509, del que ahora se cumplen 501 años.

Tampoco la rescató de allí su hijo Carlos, el Emperador, que cuando fue a visitarla lo hizo para lograr la legitimación de su derecho a la corona castellana. Años más tarde recibiría otra visita, la de los Comuneros, que pidieron a Juana que fuese su reina y apoyase la rebelión, pero ella no aceptó; de nuevo pretendían utilizarla.

En 1555 acabó de una vez su cautiverio y murió, llevándose consigo toda aquella tristeza y amarguras que aún hoy nos conmueve recordar.


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