Juegos de palabras y traiciones en las imágenes de los políticos

No se entiende bien que Ignazio Marino, candidato a la alcaldía de Roma en las elecciones del próximo 26-27 de mayo, haya elegido como su propia imagen y eslogan ésta que dice:

No se entiende, si se piensa que la política es una cosa seria. Porque cuando se empieza a jugar con las palabras, cuando se dice que presentarse como candidato a alcalde de Roma no es cuestión política, o bien el político en cuestión no se toma en serio su cometido, que necesariamente es político, caso de resultar elegido, o bien quiere congraciarse con la ciudadanía -que en general está más bien harta de los políticos- diciendo que él no se dedica a la política.

Quizá es un mero recurso sofístico para salir elegido en un país en el que hace dos meses un partido político (los grillini del M5S) que dice dedicarse a desenmascarar a los políticos, ha logrado casi un 30% de los votos.

En cualquier caso, es jugar con fuego, porque luego resulta que -como los grillini en el parlamento- necesitan hacer política si quieren desenmascarar a los políticos...

Una cosa es rechazar a los políticos, porque algunos, o incluso todos, no hacen realmente política. Y otra cosa es rechazar la política.

Porque entonces, ya no estaríamos tratando acerca de la realidad, sino de meros juegos de imágenes. Incluso de imágenes dentro de imágenes.

Como Magritte y su famoso La trahison des images, más conocido como "Ceci n'est pas une pipe"(1928-29), incluso -ya puestos al juego- reduplicado y ampliado en Les Deux Mystères (1966):

Magritte y el arte se pueden permitir estos y otros juegos especulares, paradójicos o lo que sea.

Pero nuestro mundo real no puede resisir mucho tiempo lúcidamente en pie si la política, una de las actividades más imprescindibles para la vida ciudadana, quiere presentarse diciendo que no es política. O que los políticos digan que no lo son, porque no se dedican a hacer política.

Magritte pintaba conscienctemente La trahison des images. Ignazio Marino, en este caso, pinta sofísticamente la tración de los políticos.