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Julia tiene un blog (1ª parte)

Por Clochard
Julia tiene un blog (1ª parte) Julia tiene un blog.
A veces se pregunta qué hace una mujer de su edad perdiendo el tiempo con esas cosas con la de trabajo que hay que hacer en la casa, que siempre hay algo que lavar o planchar o comida que preparar y ella con la neura que le ha entrado con el blog. A menudo se siente culpable cuando Emilio llega cansado de trabajar y la sorprende todavía cara al teclado con la cena por hacer. En esos momentos observa el gesto contrariado de su marido, escucha el gruñido inarticulado que él deja escapar a modo de saludo y piensa que es una mala mujer.
Pero no puede evitarlo, a sus 58 años jamás se había sentido tan satisfecha, dueña de algo que le pertenece tan sólo a ella, de algo que ha creado y que parece bonito, y bueno, y que a la gente parece gustarle.
Orgullosa, es la palabra que busca en su interior. Nunca en su vida se había sentido orgullosa de algo propio, tal vez de los hijos, pero estos eran fruto tanto de ella como de Emilio y ahora estaban bien lejos, viviendo cada uno su propia vida, lejanos, inaccesibles y ajenos a las necesidades de su madre. Oh, claro que los quería, como cualquier madre del mundo hubiera dado la vida por ellos, de hecho era exactamente lo que había estado haciendo hasta que se hicieron mayores; cuidarlos, alimentarlos y protegerlos, anteponiendo sus necesidades a las propias de ella misma. No se arrepentía, lo había hecho con todo el amor del mundo y lo volvería a hacer a pesar de la nula gratitud recibida.
 Igual que con Emilio, su marido, siempre habían sido las cosas de él, el trabajo de él, los amigos de él, lo que él necesitaba...
Pero ahora Julia tiene un blog.
Todo comenzó hará cosa de un año, cuando Rosa y Sofía la animaron y casi arrastraron a apuntarse al cursillo de Fotografía que se impartía en la asociación de amas de casa. A Julia siempre le había gustado mucho la Fotografía, y de joven barajó la posibilidad de estudiar e intentar dedicarse a ello, pero pronto llegó la boda y tuvo que aparcar esa idea para dedicarse a la casa y a su marido.
Ese curso de Fotografía fue tan estimulante que casi sin dudarlo las tres amigas se apuntaron al siguiente que era de Informática de usuario aún sin saber ni tan siquiera apretar una tecla.
A Emilio no le importó que se apuntara al primer curso si con ello estaba entretenida mientras no  le metieran muchas tonterías en la cabeza, pero aquello de los ordenadores le parecía una soberana estupidez. No entendía para qué diablos quería su mujer dar clases de eso con lo que juegan los chavales de hoy que parecen todos medio idiotas. Le dijo que ya se cansaría de las modas cuando quedara como la paleta que era en medio de clase, ella que no sabía ni planchar bien las camisas.
Ahora Julia tiene un blog.
Comenzó a utilizar el ordenador que Tony, su hijo mayor, había dejado en su habitación con conexión a Internet incluida que sus padres pagaban religiosamente cada mes sin saber muy bien porqué.
"La factura del chiquillo" decían cuando les llegaba la carta del banco.
Julia tiene un blog y lo leen miles de personas en todo el mundo, ella jamás pudo imaginar que llegaría a conocer a personas de Argentina, México, Alemania o Nueva York. A Julia le hubiera parecido imposible llamar amigos a gente que no había visto en su vida y, menos aún, que miles de personas alabaran su trabajo y la hicieran sentir tan útil, tan completa, tan viva.

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