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La Abadía de Santa María la Mayor, Jaén

Por Nosoloviajeros @nosoloviajeros

La Abadía de Santa María Mayor, en Alcalá Real (Jaén), supone uno de los emplazamientos sacros que, en relación con su tamaño, mayor número de cadáveres contiene por metro cuadrado en toda la Península Ibérica. Es esta la razón por la que se la llama "la abadía de los muertos", un funesto sobre-título que no tiene por qué llevar a pensar que esta preciosa Abadía se encuentre encantada o habitada por fantasmas; sino que, literalmente, está cubierta de cadáveres.

Sobre los restos de una mezquita

Situada en lo alto de un cerro y dentro del conjunto que supone la fortaleza de la Mota, en Alcalá la Real, provincia de Jaén, la Abadía de Santa María la Mayor fue en construida en 1341 por el rey Alfonso XI, quien ordenó erigir un templo de estilo gótico sobre una mezquita mayor en ruinas que en este mismo lugar se emplazaba. En 1350 se levantó, sobre este primigenio templo, la iglesia abacial que hoy podemos contemplar, y cuya lenta construcción se prolongó hasta 1627.  Producto de esta lentitud es la interesante mezcla de motivos y de estilos arquitectónicos que nos encontramos en la abadía, mezclando características árabes, platerescas y renacentistas. 

Pero esta iglesia abacial tuvo que sufrir aún muchos envites. Durante el siglo XIX fue incendiada, presa de las tropas francesas que luchaban en la Guerra de Independencia española, y en 1874 su estructura tuvo que soportar un fuerte terremoto que la amenazó con derrumbarla. Asimismo, a finales del siglo comenzó a ser usada como cementero municipal. Ello ya nos avisa de cuanto esconde en su interior la abadía de Santa María la Mayor.

La abadía de los muertos

A partir de 1980 comenzaron los trabajos de restauración de esta longeva abadía, y nadie podía suponer el increíble descubrimiento que se haría en ella. Y es que entre los muros de este templo aparecieon tal cantidad de cadáveres y restos humanos que exceden lo que habitualmente cabría esperar en un lugar de estas características. Diseminados por toda la base del templo, decenas de restos humanos se amontonaban, tanto en la techumbre como en las vigas y en la base del templo, que según los arqueólogos era "una verdadera colmena" donde se apiñaban millares de cuerpos. 

Pero esa no era la última sorpresa, y a medida que los arqueólogos avanzaban aún más al interior de los interiores de la abadía, descubrieron que todo había sido susceptible de ser utilizado como lugar de enterramiento: aljibes de agua, silos de grano, vasijas de grandes proporciones, cavidades de relleno de los pilares y de las paredes, etc.  Esta práctica ha supuesto, a la hora de intentar datar las tumbas, un verdadero problema, hasta el punto que debido a la cantidad tan increíble de muertos encontrados era imposible saber si estos restos hallados bajo la abadía de Santa María la Mayor eran islámicos, cristianos o de la época romana.

Lo único evidente es que sus muros han dado cobijo a millares de cadáveres de personas cuyo máximo deseo era yacer en terreno sagrado, y quizá ello explique el por qué de este increíble amontonamiento de cadáveres: durante gran parte de la Edad Media y Moderna, todas las familias deseaban enterrar a sus difuntos lo más cerca posible del altar; es decir, en suelo sagrado, y para ello pagaban al clero una importante suma de dinero. Cabría pensar que los religiosos de esta iglesia fueron un poco más avariciosos que los de otras y por ello vendieron y explotaron hasta la extenuación este suelo sagrado.


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