Revista Coaching

La envidia, un mal común… (Parte II)

Por Vivaconproposito

Si aun no lee la Parte 1, léala aquí…

La envidia  es un sentimiento negativo del que se habla poco y se sufre en mayor o menor grado de la vida, se trata de un tipo de reacción que tienen la mayoría de los seres humanos y de aquí pueden surgir las mayores aberraciones tanto en sufrimiento personal como de proyección hacia los demás.

Recuerde que el envidioso considera que los demás consiguen las cosas con facilidad y sin esfuerzo, no es una persona generosa, si triunfa nunca se siente satisfecho, este sentimiento es muy perjudicial para quien lo siente y “muy peligroso para la persona envidiada”.

Ahora veamos algunos indicios que nos permitan lidiar con ella.

¿Cómo descubrir a una persona envidiosa?

Es difícil descubrir al envidioso a primera vista pues a veces se esconde a través de una apariencia amable, acogedora y simpática y otras se camufla en conductas de excesivo respeto, o excesiva admiración. El envidioso intenta simular que se “alegra de los fracasos ajenos”, que “sufre con los éxitos ajenos”, pero desaprovecha tanta energía que no es capaz de alcanzar sus propios objetivos.

La envidia empieza a surgir en los primeros años de vida, cuando el niño inicia a interactuar con el grupo familiar y social. Si el niño se siente amenazado en su terreno y en lo que más quiere, puede sentir un sentimiento de vacío y deseara a toda costa conseguir todo lo que no posee o cree que no puede poseer, manifestándolo con pataletas, rabietas o cualquier otra técnica en la que pueda llamar la atención.

En el niño, estos comportamientos “en forma controlada” son normales y pueden significar cualquier solicitud de cariño o atención, pero es necesario calmar esos disgustos con explicaciones lógicas. Sin embargo, en vías de instruirle y alejarlo de la envidia, es conveniente enseñándole a compartir, para que con ello vaya aprendiendo a tolerar sus frustraciones y controlar las conductas impulsivas, así ira aprendiendo a respetar las diferencias y valorar sus propias cualidades, es decir en definitiva empezará a madurar.

Si al niño que ha pasado por episodios de envidia constante, nadie de su entorno le ha calmando esta ansiedad, crecerá con sentimientos de frustración y de vacío y será un adulto envidioso contaminado por el rencor a los éxitos ajenos, incluso de su propia pareja y amistades, llegando su vida a ser un verdadero tormento.

El observar o reconocer que algunas situaciones o personas provocan envidia en forma controlada y bien informada, se considera “positivo”, ya que ayuda a reflexionar sobre los propios recursos y con ello aceptar nuestras propias limitaciones, que le permitirán aprovechar para mejorar. Pero en esta diferencia cuelga un hilo muy delgado, por lo que se debe estar muy bien informado. (De esto encontrará vastos recursos en este sitio).

La admiración a determinadas personas, no significa tenerles envidia, es saber valorarlas y valorarse.

Si sufres las miradas y las palabras de una persona envidiosa trata de pasarlas por alto, no eres responsable de su sentimiento, intenta descubrir la envidia a tiempo, te evitarás muchísimos problemas.

Si uno tiene contacto frecuente con una persona evidentemente envidiosa, lo mejor que se puede hacer es no hablarle de las cosas que sabemos que lo pueden afectar. Pero sería más recomendable aún, no desarrollar confianza con las personas envidiosas.

“Dime con quién andas y te diré quién eres”, ¿recuerdas a tus padres?

La envidia destruye

La envidia destruye más al envidioso que al envidiado. El envidioso nunca será feliz y nunca podrá disfrutar de lo que tiene, porque siempre estará soñando con lo que tienen los demás.

En el ámbito profesional la envidia hace estragos entre los compañeros de trabajo. Siempre  hay quien gusta de descalificar y desvalorar el trabajo bien hecho de los demás.

La sociedad contemporánea favorece la envidia, por la competitividad que existe (ser el mejor a cualquier precio). El materialismo en que vivimos hace que no nos valoremos por lo que somos sino por lo que tenemos.

La envidia también puede destruir la amistad y las relaciones entre familiares o hermanos. Envidiamos  a veces pequeñas cosas, pero eso nos separa de las personas que amamos.

Envidiamos que los demás tengan una casa grande, un vehículo más nuevo o confortable. Pequeñas cosas que nos  corroen por dentro y convierten la convivencia en un infierno.

Recomendaciones

Si eres una persona envidiosa y quieres salir de ese estado, debes conseguir ayuda. No es fácil lograrlo solo y sería muy recomendado buscar un especialista. Si crees en un Dios, intenta conectarte con él y pedir sabiduría. Aquí he anotado algunas recomendaciones que pueden ser de muchísima ayuda:

  • Siente el cariño y el apoyo de los seres queridos.
  • Desarrolla tu sentido propio del humor.
  • Halla tu propia identidad.
  • Sé consciente de qué es lo prioritario de tu vida.
  • Tolera tus defectos y valora tus cualidades.
  • Valora las cualidades ajenas en su medida.
  • Deja de comparar
  • Aléjate de las personas envidiosas.

Si este sentimiento de envidia existe y no se controla, solo se conseguirá bloquear el pensamiento creativo además de generar ansiedad, tristeza y rencor.

La envidia en los hombres muestra cuán desdichados se sienten, y su constante atención a lo que hacen o dejan de hacer los demás, muestra cuánto se aburren.

Arthur Schopenhauer (1788-1860) Filósofo alemán.


Volver a la Portada de Logo Paperblog

Revista