Revista África

La espera

Por Bubisher
LA ESPERA
LA ESPERAAhora descanso en Rabuni rodeado de contenedores. A mi lado un Land Rover Santana, un camión marcado con grandes letras blancas que anuncian: Ayuda humanitaria Aranda de Duero, una furgoneta negra sin cristales, y un trailer gigantesco muy huraño, que no nos dirige la palabra.Es una suerte que no nos de miedo el calor, a mi al menos, que para eso soy un camión frigorífico.No temo al atroz verano de la hamada, es el segundo que paso ya. No temo al abandono, sé que me cuidarán y no perderé los cristales de mis ventanas. Me cubrirá el polvo de muchos sirocos, mis ruedas sufrirán el efecto del calor, cosas que se solucionarán sin mayor problema.Pero cuando llega la noche y el inmenso manto negro se extiende sobre mi techo, recuerdo.Oigo las voces de los niños, siento los pies descalzos de Memona, ligeros, frágiles...La risa mañanera de Darjahla, tan contagiosa alegrando el día, las manos fuertes y seguras dirigiendo mi camino, Larossi, nadie me conduce mejor que él.Y confieso que a pesar de mi rudeza exterior me encojo por dentro. Hace dos años cargaba pescado en un puerto, tenía una vida fría, un corazón congelado. Por eso no temo al calor diavólico de este lugar que ahora es mi casa, no temo al polvo ni al camino.Lo único que temo es que cuando termine de contar los días, sus voces, sus pisadas, sus risas y sus manos, se diluyan en la arena y mi corazón vuelva a congelarse para siempre.
Para Larossi, Memona y Daryalha. Que tengáis un buen verano, nos vemos en septiembre.

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