Revista Bolsa

La euroesclerosis y el desempleo

Publicado el 01 abril 2015 por Monedarota @Monedarota

Tras la crisis de los setenta, en Europa se puso de manifiesto un fenómeno económico que desde entonces ha llamado mucho la atención y es objeto de frecuente estudio. Como consecuencia del shock de oferta que afectó de manera generalizada a las economías occidentales, y la posterior perturbación de la demanda, el desempleo se incrementó fuertemente desde 1974 a 1982. Sin embargo, una vez que las principales economías se recuperaron, el desempleo continuó en niveles elevados en Europa. Este hecho es lo que se conoce con el nombre de euroesclerosis. Este fenómeno, que proviene del término médico esclerosis (y que supone un endurecimiento de los tejidos), hace pues referencia al aumento de las tasas naturales de desempleo y al estancamiento en la creación de empleo en los países europeos con respecto a Estados Unidos.

Como se puede comprobar, el promedio de las tasas de desempleo de los principales países europeos se mantiene superior a la tasa de desempleo de Estados Unidos tanto en las épocas expansivas como recesivas. Mientras que la tasa natural de desempleo en Francia y Alemania se estima que se encuentra en torno al 8%, la de Estados Unidos suele asociarse a entre un 5% y un 5,5%.

Gráfico 1: Comparación de las tasas de desempleo entre Estados Unidos y la UE-19

tasa de desempleo

Fuente: OCDE

La idea principal a la que se asocia el fenómeno de la euroesclerosis es que las economías europeas son menos competitivas que la norteamericana. En concreto, existen unas mayores rigideces del mercado de trabajo, lo que hace que las empresas tengan más restricciones a la hora de ajustarse ante cambios en el ciclo económico. Esto se traduce en unos costes de ajuste más altos que provocan, en definitiva, un elevado desempleo. Entre las principales rigideces asociadas a los mercados de trabajo europeos, se suelen mencionar las siguientes:

  • La presencia de elevados costes de ajuste de la mano de obra. Concretamente, los costes de despido a los que deben hacer frente las empresas para ajustar sus plantillas son mucho más elevados en Europa, así como también son más prolongados los procedimientos legales en caso de que el trabajador no esté conforme y reclame a través de la jurisdicción de lo social, lo cual contribuye a incrementar aún más la incertidumbre y el propio coste del despido. En último término, las empresas son también más reticentes a contratar trabajadores en épocas expansivas (lo que se conoce como “reluctance to hire”).
  • Las prestaciones por desempleo son mucho más generosas y duraderas en Europa que en Estados Unidos, lo que incrementa la duración del desempleo y afecta a los incentivos de los trabajadores para encontrar un trabajo. Esto hace que en circunstancias económicas adversas, en Estados Unidos existirá menos desempleo de larga duración y esto presionará sobre los salarios para que vuelvan a un nivel normal, mientras que en Europa, se generarán más parados de larga duración, por lo que la presión sobre los salarios serán menor y el ajuste para que el desempleo disminuya durará mucho más tiempo.
  • La fijación de las condiciones de trabajo y los salarios. Mientras que en Estados Unidos, la presión de los sindicatos es muy baja y la negociación colectiva solamente afecta a una reducida parte de los trabajadores (siendo frecuente el recurso a la doctrina del “employment at-will” o empleo a voluntad, es decir, fijando las condiciones laborales por la libre voluntad de las partes), en Europa la cobertura de la negociación colectiva es mucho más alta. En España, paradigmáticamente, los convenios colectivos fijan las condiciones laborales de la práctica totalidad de los trabajadores y empresas. Esto limita la flexibilidad de las empresas para adaptarse a los cambios económicos.
  • La existencia de salarios mínimos más altos en comparación con el salario medio de cada país reduce los incentivos a la contratación de trabajadores jóvenes o de poca cualificación.
  • La existencia de unos mayores costes laborales en Europa, especialmente costes no salariales, como por ejemplo las cotizaciones sociales.

Dichas rigideces derivan del diferente comportamiento de los mercados de trabajo de estos países, lo cual se debe a la configuración de las instituciones laborales de los mismos. Si bien la mayor parte de estas rigideces ya han venido estando presentes durante las últimas décadas, lo que ocurre ahora es que la persistencia del desempleo tras las recesiones económicas es mucho mayor que en Estados Unidos. Durante las recesiones económicas, dichas rigideces han supuesto un freno a la recuperación económica, lo que se ha traducido en un mantenimiento del desempleo en niveles mucho más elevados en tanto en cuanto las circunstancias económicas han ido cambiando últimamente hacia una mayor competencia entre empresas.

Gráfico 2: Tasa de variación del desempleo desde 2008 en Estados Unidos y zona euro

Variación desempleo

Fuente: Banco Central Europeo

En un artículo de Bentolila y Bertola (1990), publicado en la Review of Economic Studies, los autores analizaban las implicaciones de este fenómeno en la demanda de trabajo a través de un modelo dinámico. En concreto, aseguraban que los costes de despido contribuyen a reducir la demanda de trabajo en las épocas expansivas y a incrementarla en las épocas recesivas, si bien el empleo se comporta de forma más perezosa ante altos costes de despido. Es decir, dinámicamente el comportamiento entre unos países y otros es muy distinto. Las implicaciones que este comportamiento tiene para los países europeos lo analizaron en un artículo posterior (Bentolila y Saint-Paul, 2001), si bien hay otros autores que también han llegado a conclusiones similares en otros estudios, analizando tanto esta rigidez como cualquiera de las otras mencionadas (Blanchard, 2006; Boeri, 2010, entre otros).

Conviene también aclarar que en Europa existen algunos que se asemejan mucho más al ejemplo americano, como Gran Bretaña. Por un lado, su tradición anglosajona deriva en una concepción normativa distinta a la de los países continentales. No obstante, esto no impidió que su desempleo se elevara notablemente durante las últimas crisis económicas. Es por ello, que se han ido realizando numerosas reformas económicas orientadas a reducir las rigideces de su mercado de trabajo y la presión de los sindicatos. Y la realidad muestra que es uno de los países europeos con menor desempleo, oscilando en torno al 5%.

En la mayor parte de países europeos, y especialmente en el caso español, la persistencia del desempleo hace que la recuperación económica esté siendo mucho más lenta y duradera de lo que debería ser, con los efectos negativos que eso conlleva para todo el país, pero especialmente para los desempleados.  En este contexto, es imprescindible que se lleven a cabo reformas estructurales que ayuden a flexibilizar en cierto modo esas rigideces que constituyen el freno al empleo. Y en esto ya se ha insistido en numerosas ocasiones desde el ámbito académico en España. La realidad es clara y evidente.

 

Bentolila, S. y G. Bertola (1990): “Firing Costs and Labour Demand: How Bad is Eurosclerosis?”, Review of Economic Studies, 57, pp. 381-402.

Bentolila, S. y Saint-Paul, G. (2001): “Will EMU Increase Eurosclerosis?”, en C. Wyplosz (ed.), The Impact of EMU on Europe and the Developing Countries, WIDER and Oxford University Press, 2001.

Blanchard, Olivier, (2006), «European unemployment», Economic Policy, pp. 5-59

Boeri, T. (2010): “Institutional Reforms and Dualism in European Labor Markets”, en Ashenfelter, O. y Card, D. (eds.), Handbook of Labor Economics, 2010, Elsevierpp. 1173-1236


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