Revista Cine

La Habitación

Publicado el 15 marzo 2016 por Pablito

¿Puede una película ser profundamente desagradable y profundamente hermosa al mismo tiempo? La respuesta es sí. Se llama La Habitación (2015) y la firma Lenny Abrahamson, responsable de las inclasificables Garaje (2007) o Frank (2014). El director irlandés debuta en Hollywood con una película reposada, tierna, llena de sentimientos y, al mismo tiempo, tremebunda, desgarradora y, por instantes, terrorífica. Queda claro que no es una película al uso. Más que un relato sobre la perversión moral de la condición humana, la libertad, el poder de la imaginación o la niñez, el film es una historia de amor entre una madre y su hijo, aún en las más adversas y terribles circunstancias. En efecto: lo que verdaderamente sostiene la película y el fin último de la misma es mostrarnos lo fuerte que puede llegar a ser el vínculo que, desde el propio instante del nacimiento, se establece entre un hijo y su progenitora; un lazo irrompible que ni la más cruel perversión humana puede romper. Se agradece, por tanto, que el director no ahonde en lo escabroso, en la parte más oscura del relato, y se centre en la vertiente afectiva. 

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Resulta difícil resumir el argumento de La habitación, ya que es una película a la que conviene enfrentarse sabiendo lo menos posible. A grandes rasgos podemos decir que esta adaptación del best seller homónimo de Emma Donoghue -firmante también del libreto del film-, que se inspiró en el espeluznante caso Fritzl -aunque sus responsables advierten que no se han basado en ningún caso real específico-, se divide en dos partes claramente diferenciadas: la primera de ellas se centra en el pequeño Jack (Jacob Tremblay), un niño de cinco años que desde que nació vive encerrado en el interior de un cubículo junto a su madre (Brie Larson), secuestrada en dicho lugar hace 7 años. Estos primeros 60 minutos son una obra maestra absoluta: es admirable el talento de Abrahamson en el manejo de la cámara -y de las emociones- en un espacio tan reducido, el cual para Jack es el Mundo entero, todo lo que conoce. Después llega el principal punto de inflexión de la película y se da inicio a la segunda mitad, más centrada en el personaje de la madre. Y finalmente llega uno de esos epílogos de los que hacen historia; un epílogo donde toda la emoción contenida durante las 2 horas se desborda de forma espectacular. Y donde la música, de la que se hace un uso comedido y sumamente inteligente a lo largo del relato, cobra un acertadísimo primer plano. 

La Habitación no es una película que te remueva por dentro, es que directamente te destroza. Estamos ante uno de esos trabajos con el poder suficiente de dejarte en estado de shock tras su visionado, siendo imposible que te la puedas quitar de la cabeza hasta varios días después de sentirla. Porque La Habitación es una película que se siente de principio a fin; una experiencia emocional ante la cual es imposible quedar impasible. Para conseguir esta rápida empatía por sus personajes era imprescindible que éstos estuviesen interpretados por los mejores actores posibles y es aquí, en sus intérpretes, donde reside la verdadera sustancia de la obra. Tanto Larson, justa ganadora del Oscar del total de 4 nominaciones de la película, como el pequeño Tremblay, brillan en sus respectivos papeles. La interpretación de Larson, que alcanzó la fama con Las vidas de Grace (2013), es la gran sorpresa del año -la actriz pasó 6 meses preparando su papel, se aisló durante un mes y no usó nada de maquillaje a la hora de darle vida-, aunque tiene enfrente a un duro rival, concretamente al mejor actor infantil visto nunca en la gran pantalla. Un niño con un talento sobrenatural que se merecía todos los Oscar del mundo y que, injustamente, ni siquiera fue nominado. Ambos actores se apoderan del relato de forma espectacular, desprendiendo una química fuera de toda duda. Junto a ellos, secundarios de altura como Joan Allen contribuyen a hacer más redonda la jugada. 

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Rodada cronológicamente para dar más realismo a la interpretación de Tremblay, inabordable en sus matices y detalles y rodada con exquisita sensibilidad y delicadeza, La Habitación es una película que sigue viva y crece tras su visionado. Una joya que va calando en lo más hondo de nosotros sin que apenas nos demos cuenta, hasta el punto de hacernos salir de la sala de cine ciertamente noqueados. ¿Cómo se llama cuando ocurre esto? Ah sí. Un milagro. 


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