La historia de Garafía en un cómic

El artista gráfico Elías Taño lleva a cabo, en su cómic, una labor que todos los nietos de garafianos deberíamos hacer: contar la historia de nuestros abuelos y bisabuelos. Verán, Garafía es un municipio de la isla de La Palma, donde la Naturaleza es hermosa a rabiar, pero también es grande la dureza de las condiciones de vida, sobre todo en épocas pasadas. En este cómic, se narra cómo en tiempos de la guerra y la dictadura muchos hombres del municipio emigraron a Venezuela, en busca de una mejor vida para ellos y los suyos. Ya años antes, a principios del siglo XX, se habían producido los primeros viajes a Cuba, en busca de mejor fortuna. Los barcos viajaron cargados de migrantes ilegales, hasta que en los años cincuenta comenzaron a establecerse acuerdos entre los dos países, para salir de la isla ya con contrato de trabajo. Tal como muestra Garafía, los isleños realizaron labores duras, pero no menos difícil fue la vida de las mujeres que quedaron atrás, muchas de ellas con hijos o embarazadas (o las dos cosas), que quedaban encargadas de los trabajos en los terrenos familiares, del cuidado de mayores y niños, y aún les quedaba algo de energía para bordar y obtener así algunas monedas para la subsistencia. Algunas sí recibían noticias de sus maridos y dinero de Venezuela, pero muchas otras sólo obtuvieron los rumores de que los suyos habían formado otra familia en el país sudamericano. Las llamadas "viudas blancas" se quedaron en el limbo y en la miseria.

La historia de Garafía es la de mujeres, hombres, niñas y niños con el alma afilada por tanto esfuerzo, lo que queda muy bien representado en las formas angulares con las que Taño dibuja este cómic, donde siempre hay una calavera asechando, porque así era la vida y sigue siendo para muchos migrantes en todo el mundo, la muerte esperando en el mar, en una enfermedad en la orilla, en un barranco, o en una casa en la que una niña juega con una muñeca hecha de tunera.

Sigue Garafía luchando por sobrevivir, esta vez, del olvido. Es una tierra hermosa, en la que la historia de tanto trabajo se ha quedado impregnada en sus árboles, en sus casas antiguas y tradicionales, en los barrancos que siguen mostrando su belleza. El aire es limpio y los dragos se reproducen como si la sangre del "dragón" quisiera rendir homenaje al sudor de tantas mujeres y hombres que labraron el lugar. Los habitantes de Garafía ganaron la batalla, consiguieron que sus descendientes pudieran estudiar, formar sus familias y tener una calidad de vida mejor. Toca ahora valorar como se merece ese municipio palmero, quererlo mucho. Mimar Garafía, es también abrazar a nuestros abuelos, limpiarles las caras de la tierra del camino, cogerlos de la mano y darles las gracias.