La imagen y la palabra x. estado de sitio

ESTADO DE SITIO - Etát de Siege, 1972

Por Juan Carlos Vinuesa

FICHA TÉCNICA:Título original:Etát de siegeAño:1973Duración:125 min.País:FranciaDirector:Constantin Costa-GavrasGuión:Franco Solinas & Constantin Costa-GavrasMúsica:Mikis TheodorakisFotografía:Pierre-William GlennReparto:Yves Montand, Renato Salvatori, Jacques Weber, O.E. Hasse, Jean-Luc Bideau, Maurice Teynac, Evangeline PetersonProductora:Coproducción Francia-Italia
“10 de Agosto de 1970. En América Latina es invierno”

   Así comienza uno de los títulos más emblemáticos del director franco-griego; Constantin Costa Gavras, del que ahora hemos podido ver su última película El Capital, y del que recordamos títulos dentro del cine social y político como Z (1969) o Desaparecido (1982).   Una gran ciudad está en estado de sitio (2.000 policías y soldados registran cada casa, cada almacén, cada palmo de tierra. Se busca a Philip Mike Santore de la AID (Agency for International Development; un departamento del Estado Norteamericano para ayuda a países subdesarrollados). Ha sido secuestrado por unos extremistas que amenazan con su ejecución si no son liberados todos los presos políticos. El gobierno se niega y a los cuatro de la madrugada de ese día, una semana después del secuestro, aparece el cadáver de Santore, con cuatro balazos de diferentes calibres. Todos los medios de información condenan el acto terrorista. La opinión públicase horroriza por el asesinato. En los solemnes funerales, con la asistencia de todo el gobierno, el nuncio apostólico alaba a aquel padre y esposo amantísimo que ha sido víctima inocente y sacrificada. Pero los sitios reservados a las autoridades universitarias y al Obispo Coadjutor[1]están vacíos. En el parlamento, reunido en sesión extraordinaria para decretar un día de duelo nacional, los escaños pertenecientes a la izquierda están desiertos.   “Homenaje de sus compañeros de lucha… Un hermano de América, víctima del terrorismo”, reza la lápida inaugurada ese día en la prefectura de policía. Queda así expuesto un conocido recurso de la lucha revolucionaria y las diferentes reacciones contra ella. En este caso, se trata de la reconstrucción históricamente minuciosa del secuestro y muerte del Dan Mitrione[2], en el verano austral de 1970 en Uruguay, república donde sucedieron los hechos.
     Pero, ¿quién es esta inocente víctima del terrorismo? ¿Por qué se ha asesinado a un buen hombre dedicado a ayudar a países menos desarrollados que el suyo? “Un crimen terrorista” es la primera y más superficial conclusión.

  Pero el film inicia aquí un largo flash-back. La historia vuelve al 31 de julio, día del secuestro del funcionario americano. Y dese ese momento, como un reportaje periodístico, vamos siguiendo cada uno de los pasos del grupo de Tupamaros. Tanto Z como La confesión, nos mostraban la acción de gobiernos establecidos —el griego y el checo— contra un grupo clandestino —no grato al gobierno—, contra un individuo y, de rechazo, contra todo el gobierno al que éste sirve. Es la lucha de los débiles contra los fuertes. Su posibilidad y sus motivos.

   Tras el secuestro, Santore es minuciosamente interrogado. Hoy pruebas definitivas contra él. Se trata de una agente del FBI. La filantrópica AID, engloba entre sus actividades la de enseñar a la policía de los países a los que asiste, a “mantener el orden”. Y entre esas enseñanzas está la de la tortura sistemática. He aquí la especialidad de Santore. La tortura y la organización del grupos parapoliciales como el tristemente “Escuadrón de la muerte” en Brasil.
  Al mismo tiempo que asistimos al progresivo desentrañamiento del verdadero papel que realiza este “americano impasible”, el film nos muestra las reacciones que se van produciendo en el parlamento y en el seno del gobierno, compuesto en su mayoría por millonarios y banqueros… obviamente interesados en “mantener un orden” que conviene a sus intereses. Y el funcionamiento de la policía: allanamientos de morada, torturas y sobre todo los impunes asesinatos de militantes de izquierda, por grupos de matones relacionados con la policía. “Eliminación física de los adversarios, sin problemas de Constitución, de leyes ni tribunales.”

   Por fin, el gobierno no querrá pactar y Santore será juzgado y ejecutado. Un nuevo funcionario americano llega al aeropuerto. Los ojos tranquilos y atentos de un viejo obrero le observan desde la pista.
  En una entrevista realizada por Michelle Ray a Costa Gavras y Franco Solinas; éste último explicaba: “La cuestión de fondo de nuestra época, desde el punto de vista político es, en realidad, el papel de GENDARME que los Estados Unidos representan en el mundo entero… Pero el problema para hacer una película sobre este asunto semejante, era un problema de síntesis, la posibilidad concreta de transmitir el tema al público. Al fin descubrimos que teníamos necesidad de un “agente del imperialismo”, de un personaje real, ya que jamás pensamos hacer un film de fantasía… sino un documento”. Y Costa Gavras añadía: “…. ante ese problema, Dan Mitrione era un personaje, que nos permitía demostrar uno de los aspectos de los mecanismos del imperialismo. Por otra parte, habiendo sido juzgado por un movimiento revolucionario, teníamos, desde un cierto punto de vista, la posibilidad de demostrar su responsabilidad con argumentos y pruebas reales”.
  La estructura de la película, está a caballo entre la crónica periodística y el relato policíaco, como era de esperar por el estilo de sus autores: el guionista Franco Solinas (Salvatore Guliano, La batalla de Argelia, Queimada) y el director Costa Gavras (Z, La confesión, Desaparecido, El Capital). Y en tal estructura radica la eficacia del film, que en ningún momento roza el panfleto político. Las conclusiones pueden sacarlas el espectador limpiamente de unos hechos que le son presentados con absoluto rigor y al mismo tiempo con la agilidad narrativa necesaria para captar el interés de cualquier espectador que no esté interesado por la política. Las motivaciones, la forma de ser y de actuar de los militantes revolucionarios, del gobierno y de la policía quedan inequívocamente reflejados. Las verdaderas intenciones de la pretendida “ayuda al subdesarrollo” son expuestas con claridad.
   Junto a otros film de este autor, y junto a Pontecorvo, no creo que pueda ofrecerse una mejor opción —Loach queda un poco rezagado— dentro del cine político, que la de poner al alcance de cualquier espectador el conocimiento de los hilos que, ocultamente y a distancia, manejan la realidad política del mundo en que vivimos

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[1] Según el Derecho Canónico católico, el obispo coadjutor (o, en su caso, arzobispo coadjutor), al igual que el obispo, es el sacerdote que recibe el grado del episcopado (del griego, epískopos, 'vigilante'). La dignidad de obispo coadjutor es dada por la Santa Sede y conserva casi las mismas características del obispo auxiliar salvo que el prelado que goza de esta dignidad, tiene derecho a sucesión a la sede episcopal cuando esta quede vacante.Esta dignidad es dada por el Papa a petición del obispo de una diócesis, o por propia iniciativa del Santo Padre, generalmente cuando el obispo tiene edad avanzada y está próximo a renunciar por edad. La labor del coadjutor consiste en auxiliar al obispo y, cuando este renuncie por motivo de edad u otros, seguir la labor evangelizadora. También puede ser dada esta dignidad cuando el Sumo Pontífice lo estime conveniente.[2] Dan Anthony Mitrione era un policía estadounidense, experto de la Agencia Internacional para el Desarrollo, agregado ante la Prefectura de Policía uruguaya.Los tupamaros lo secuestraron el 31 de julio de 1970 y una semana después decían en un comunicado que “se trata de un espía norteamericano ubicado por el gobierno en el seno de los servicios de seguridad uruguayos. Según sus propias declaraciones, fue consejero técnico de la Guardia Republicana”.En 1969 fue destinado a Uruguay para trabajar en la Agencia para el Desarrollo Internacional para asesorar y apoyar a la seguridad pública de Uruguay. En ese momento el gobierno era presidido por Jorge Pacheco Areco. El país vivía un clima de agitación social en el marco de un pronunciado deterioro económico. Desde Washington se temía una posible victoria de izquierda en las elecciones de noviembre de 1971. La Oficina de Seguridad Pública de los Estados Unidos ya estaba colaborando con la policía uruguaya desde 1965, suministrando armas y entrenamiento. Se dice que ya se venía practicando la tortura desde esa época, aunque se supone que Mitrione habría sido el primero en hacer de la tortura una rutina en Uruguay. El secuestro de Mitrione fue parte del llamado plan “Satán”, por el cual los tupamaros pretendían canjear presos políticos por secuestrados. La nueva dirección mantuvo la postura de ejecutar a Mitrione si los prisioneros no eran liberados. Esta posición era compartida por la mayoría de los tupamaros que estaban presos en el penal de Punta Carretas.Durante dos días debatieron en la celda 238 de Punta Carretas. El que llevó la voz cantante contraria a la ejecución fue Eleuterio Fernández Huidobro, que argumentó que se endurecería el conflicto y se generalizaría la tortura en caso de que Mitrione fuera ajusticiado. Según contó José López Mercao a Alain Labrousse, él estaba de guardia en la puerta de la celda y escuchó a Julio Marenales responderle a Fernández Huidobro: “¿No lo pensamos cuando nos comprometimos a la lucha armada?”. Y esta respuesta selló la discusión y la ejecución fue aprobada por amplia mayoría.La nueva dirección del MLN también cayó, por lo cual, recuerda Labrousse, fueron los estudiantes Henry Engler, Rodolfo Wolf y Armando Blanco Katras quienes como jefes de la columna 15, que estaba encargada de mantener a los rehenes, tomaron el mando del MLN y decidieron aplicar la sentencia sobre Mitrione. Y así Mitrione fue sedado y muerto a balazos el 9 de agosto de 1970 poco antes de la medianoche.