Revista Cine

La imagen y la palabra xii. desaparecido

Publicado el 23 febrero 2015 por Ganarseunacre @ganarseunacre

DESAPARECIDO - Missing, 1982

Por Juan Carlos Vinuesa
LA IMAGEN Y LA PALABRA XII. DESAPARECIDO
FICHA TÉCNICA: Título original: MissingAño: 1982Duración: 122 min.País: Estados UnidosDirector:Constantin Costa-GavrasGuión: Donald E. Stewart, Constantin Costa-Gavras según la novela de
Thomas HauserMúsica: VangelisFotografía: Ricardo AronovichReparto:Jack Lemmon, Sissy Spacek, Melanie Mayron, John Shea, Charles Cioffi, Richard Bradford, Janice Rule, David Clennon, Jerry HardinProductora: Universal PicturesAllí ame a una mujer terrible,
llorando por el humo siempre eterno
de aquella ciudad acorralada
por símbolos de invierno.
allí aprendí a quitar con piel el frío
y a echar luego mi cuerpo a la llovizna,
en manos de la niebla dura y blanca,
en calles del enigma

Allí entre los cerros tuve amigos
que entre bombas de humo eran hermanos.
allí yo tuve más de cuatro cosas
que siempre he deseado.
allí nuestra canción se hizo pequeña
entre la multitud desesperada:
un poderoso canto de la tierra
era quien más cantaba.
Hasta allí me siguió, como una sombra,
el rostro del que ya no se veía,
y en el oído me susurró la muerte
que ya aparecería.
allí yo tuve un odio, una vergüenza,
niños mendigos de la madrugada,
y el deseo de cambiar cada cuerda
por un saco de balas
.(Santiago de Chile de Silvio Rodríguez)
Para Montse Machuca
“Debo añadir que Missing no se reduce a un film sobre los abusos de poder, ya que se preocupa de las relaciones humanas entre los tres personajes protagonistas y la manera como se van conociendo mejor[1].
1.   De la inocencia perdida. Imagínate un norteamericano medio, afecto a una secta fundamentalista obsesionada por la búsqueda de la verdad, impregnado de todos los estereotipos sobre la grandeza yankee con su discurrir por el mundo, y que piensa que su hijo está completamente equivocado cuando vive pretendiendo cambiar la sociedad establecida. Imagínate que un día cualquiera su nuera Beth, casi un calco de su hijo le anuncia que éste ha desaparecido en un país lejano, dominado por un golpe militar, donde, por lo que parece, todo respeto a la vida ha desaparecido también. Imagínate que se llama Ed Horman, parte hacia ese país conflictivo con la seguridad de que su Embajada dará con el paradero de Charles, su hijo, porque los intereses de cualquier norteamericano son sagrados en cualquier trozo del planeta y para sus autoridades representativas. Imagínate que, tras penoso peregrinar por las calles de Santiago de Chile, de charlar y volver a charlar con los diplomáticos en un recorrer comisarías, hospitales y depósitos de cadáveres, no encuentras a tu hijo y además llegas a la conclusión de que la Embajada USAestá implicada en cuanto ha sucedido en ese país y de refilón a su joven Charles. Si todo esto tesucediera a ti, perderías esa inocencia que todo ciudadano medio posee respecto al poder establecido, para comenzar a odiar porque se comienza a comprender. Volverías a tu país. Montarías un proceso contra el Departamento de Estado. Y cuando las autoridades zanjaran la cuestión declarándola “secreto de estado”, por lo menos escribirías un libro contándolo todo a la opinión pública que se traga todas las mentiras del aparato estatal y gobernante. Su hijo estaría muerto. Pero tú habrías cumplido con tu deber de ciudadano responsable y de padre amante. Claro está que, ya no sería el mismo. En el fondo, estaría de acuerdo con las ideas de su hijo y de su nuera, que pretendían cambiar la sociedad, casi un sueño imposible.

2.   Un hombre llamado Costa Gavras. A este griego instalado en la sofisticada Francia, autor del más percutante cine político moderno[2], el productor norteamericano Edward Lewis (“Espartaco” y “Cinco días de mayo”) le ofreció un día rodar el libro de Thomas Hauser sobre lo que hemos narrado en el apartado primero. La ejecución de Charles Horman[3], Costa Gavras solamente aceptó una vez que pudo escribir el guión que le pareció oportuno. De esta manera, y aunque resulte paradójico, comenzaba la realización del film más acusatorio sobre la política exterior norteamericana precisamente con capital norteamericano. Mereció, cuando su estreno en EE. UU., ataques virulentos del Departamento de Estado, pero desde 750 salas de exhibición el pueblo de los Estados Unidos contempló la acusación brutal de un padre que cuenta la desaparición de su hijo culpando objetivamente al propio gobierno. ¿El cinismo, casi ultrajante, de las democracias capitalistas? Lo más seguro, toda vez, que en el año en que se realizó el film, el dictador chileno empezaba a ser un mostrenco amortizado por la política exterior norteamericana. Sin embargo es de admirar en que trapos tan sucios pueden airearse en los propios balcones. Costa Gavras había pactado con la industria cinematográfica norteamericana, pero conservando su identidad como director de cine. Sería del género miserable acusarle de complicidad con el “imperialismo”: porque la gracia de militar en la izquierda, de pretender cambiar nuestra sociedad, radica en la capacidad de utilizar aquellos elementos que esa misma sociedad pone en nuestras manos, convencida de que nadie ni nada podrá con ella. Toda otra postura es irrelevante por utópica. Costa Gavras lo sabe muy bien.

3.  La realidad desde la ficción. Son muchos los que han tachado de cierto aire populista todo el cine de Costa Gavras arguyendo que debemos distinguir completamente “cine de opinión” frente a “cine comercial”, sin que ambas dimensiones puedan compaginarse, a no ser para formar un producto espúreo en que la ficción (lo comercial) adultere la realidad (la opinión). Sobre toda esta un tanto inútil discusión, dice Costa Gavras: “es una cuestión que se suscita cada vez que un film de opinión alcanza un éxito masivo de público (resultado que nadie puede garantizar de antemano). ¿Film comercial contra film de opinión? No veo por qué un film político no puede ser, al mismo tiempo, un film popular?[4] Estoy completamente de acuerdo: el problema radica en conseguir que grandes masas de público medio (eso que llamamos “popular”, tal vez con cierto desprecio) accedan a planteamientos políticos a través de imágenes tan bien impregnadas de “ficción”… que parezcan todavía más llenas de “realidad”. En Desaparecido, toda la materia narrativa se articula mediante unos recursos ficticios que nunca anulan, antes potencian, los datos reales. Y ello se nota, sobre todo, en lo que llamaría el “fondo visual y sonoro” de cuanto vemos en primer plano: disparos, soldados, vehículos, cadáveres, sirenas, gritos, y, muy especialmente, ese caballo blanco, símbolo inequívoco de la libertad, que recorre las calles de Santiago perseguido por los militares enloquecidos. Una ficción que incide en el montaje mismo, haciendo que el juego entre “pasado” y “pasado” sea el progresivo descubrimiento de la realidad toda, mientras se mantiene la tensión. El cine de Costa Gavras, aunque parezca mentira, contiene muchos elementos neorrealistas, siempre y cuando admitamos que el Neorrealismo lo es también del “interior” de las personas y de los acontecimientos, y que los mismos neorrealistas admitieron márgenes ficticios mucho más amplios de cuanto se piensa.

4.     La política pasa por la persona. La cita que encabeza este trabajo afirma que Desaparecidose preocupa tanto del abuso del poder (una realidad política) como la de las relaciones humanas (una realidad personal). Pienso que ahí se oculta el por qué el cine de Costa Gavras consigue llegar al corazón desde una previa llegada a la pura inteligencia, haciéndonos sentirlas cosas que narra. Todas sus películas se articulan en torno a las pasiones de sus criaturas, que se van acercando progresivamente a medida que el film avanza, en una dialéctica tanto de salvación como de perdición. Las relaciones entre una sensible Sissy Spaceck (Beth Horman) y un extraordinario Jack Lemmon (Ed Horman) atraviesan toda la película y otorgan al hecho político la carga humana necesaria para que no devenga frío y lejano: esto que sucede en la pantalla les sucede a unas personas como nosotros que aman, odian, sufren, buscan, tiemblan, temen, esperan y mil cosas más. ¿Se podría expresar mejor el terror de la impotencia y la criminalidad del golpismo ciego que mediante ese paseo por los montones de cadáveres o la visión de ese estadio donde toda la humanidad de un padre grita el nombre del hijo perdido? Solamente el cine político que sea a la vez personalizado interesará a los espectadores, de lo contrario, se convierte en un producto elítico para satisfacción del eterno grupito de intelectuales de salón que, para colmo, tan siquiera son capaces de correr riesgos sociales en su propia sociedad. Por eso, el final de la película, antes del epílogo explicativo un tanto inútil, nos presenta a Ed y su nuera Beth, cogidos de la mano, personas como tales, que se pierden en el aeropuerto de Santiago, consumada la tragedia de la desaparición. La política nos la unido en algo muy sencillo: en los ideales que llenaron la vida de Charles, periodista que escribía cuentos para niños y soñaba con la justicia.
LA IMAGEN Y LA PALABRA XII. DESAPARECIDOLA IMAGEN Y LA PALABRA XII. DESAPARECIDOLA IMAGEN Y LA PALABRA XII. DESAPARECIDO
5.     De visión necesaria. Desaparecido debe verse. Para comprobar que el poder corrompe, Para aceptar que todos somos víctimas del imperialismo. Para creer en la necesidad de una sociedad distinta. Para descubrir el poder de la relación personal.Y sobre todo en la España de los 80, donde tuvimos que darnos cuenta que el golpismo es siempre cruel, ciego y asesino. No hay que hacer caso a los cantos de sirena y atarse como Ulises al palo mayor. Si alguno piensa lo contrario, es un ingenuo como el señor Ed Horman…. al comienzo del filmLA IMAGEN Y LA PALABRA XII. DESAPARECIDOLA IMAGEN Y LA PALABRA XII. DESAPARECIDOLA IMAGEN Y LA PALABRA XII. DESAPARECIDOLA IMAGEN Y LA PALABRA XII. DESAPARECIDOLA IMAGEN Y LA PALABRA XII. DESAPARECIDOLA IMAGEN Y LA PALABRA XII. DESAPARECIDOLA IMAGEN Y LA PALABRA XII. DESAPARECIDOLA IMAGEN Y LA PALABRA XII. DESAPARECIDO

[1] Dirigido por….. nº 94, nº 28 entrevista con Costa Gavras.[2] Costa Gavras nació en Grecia en 1933, Llegado a Francia en 1952, comienza la licenciatura en Filosofía y Letras en La Sorbona, pero despuésse matricula en el IDHEC, realizando films como “La Confesión” (1969), “Estado de Sitio” (1972) o “Sección Especial” (1975). Su último film es “El Capital” (2013) donde denuncia de forma descarnada la actual especulación financiera.[3] Publicado en España por Ediciones Martínez Roca, S. A. con el título Desaparecido, Barcelona, 1982[4] De la entrevista de [iv] Dirigido por….. nº 94, nº 28 entrevista con Costa Gavras.

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