La inteligencia artificial, una nueva brecha

Desde hace un tiempo se habla de la brecha digital, esa por la que las personas mayores se ven apuradas para realizar casi cualquier gestión con la Administración o el banco, o que permitió, durante la pandemia, que escolares pudieran seguir sus clases desde casa, mientras otros no tuvieron la opción de seguir el ritmo del curso, por carecer de medios tecnológicos en sus hogares. Ahora, con la inteligencia artificial aparece un nuevo abismo y ya Microsoft ha anunciado que cobrará por el uso de la misma integrada con sus aplicaciones.

Amenaza de nuevo el sistema con contribuir aún más a la desigualdad social, mediante un acceso restringido a la inteligencia artificial, que utilizará quien se la pueda pagar. Aún no se notará esa brecha, porque, tal como dice Julio Gonzalo Arroyo, director del centro UNED de investigación en Procesamiento del Lenguaje Natural y Recuperación de Información, esos supuestos seres con los que podemos mensajearnos y preguntarles por esto y aquello, están al servicio del "cuñadismo", y parece hacer crecer más la capacidad de distribuir noticias falsas que otra cosa. Pero, cuando los sistemas se vayan perfeccionando, y ya están las compañías a la carrera para conseguirlo, y de verdad suponga una mejora en la productividad o en la calidad de vida de determinadas personas, volverá a escucharse la palabra brecha, cada vez más digital y parece que inevitable, al menos hasta que los recursos energéticos lo permitan. Sobre ese cuñadismo les cuento una anécdota. Hace unos días le pregunté a una inteligencia artificial si era tan amable de buscarme las noticias relacionadas con una cantante, que se hubieran publicado en las últimas 24 horas. El resultado que me mostró fue una bonita nota de prensa que había redactado ella (la cuñada artificial) sobre la muerte de la artista que, por suerte, no se había producido.