Mientras transcurre la crisis deberíamos reflexionar sobre los siguientes datos: en 1800, el 20% más rico de la población ingresaba dos veces más que el 20% más pobre. En 1870, siete veces más. En 1913, 11 veces más. En 1960, 30 veces más. En 1975, 40 veces más. En 1997, 74 veces más y en 2002, 92 veces más.
Una de las características más inquietantes de la comunicación oral o escrita de estos tiempos es la permanente instalación en un presente que nunca deja de serlo. El discurso oficial hace del pasado y del futuro meras referencias que, a modo de fotogramas inconexos, no componen con el presente un proceso que sirva para comprender la realidad y, sobre todo, de dónde venimos y a dónde vamos: obvian el relato, descomponen la lógica secuencial del film.
Paradójicamente, durante el siglo XX la población mundial se ha multiplicado por tres y el PIB por 16. Hoy existe más riqueza que nunca pero está peor repartida. En consecuencia, cabe preguntarse: si la crisis acaba ¿se invertirá este proceso de acumulación creciente en pocas manos o seguirá aumentando? ¿Y en España?
El economista Javier Navascués, basándose en una nota del INE que ha anunciado para 2014 un incremento del 0,1%, ha calculado que hasta el 2030 no se llegará a los niveles salariales del 2008, suponiendo que los salarios se beneficien de ese incremento. Y siguiendo la misma lógica, ¿subirán las pensiones en esa cuantía y se igualarán a las del 2008? ¿La cobertura de los servicios públicos volverá a ser la de entonces? ¿El paro será el mismo? Creo que la mayoría de la población no confía en ello.
El relato de los acontecimientos de estos años nos señala que lo buscado por la troika, el Gobierno y los poderes económicos no es otra cosa que la liquidación de las conquistas conseguidas por la ciudadanía. Tome nota cada una y cada uno, reflexionen y díganse en su interior qué están dispuestos a hacer para impedirlo.
Julio Anguita en eleconomista.es
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