Revista Ciencia

La mala ciencia de la terapia gestalt

Por Davidsaparicio @Psyciencia

Es difícil encontrar una definición concreta. La asociación española de terapia gestalt la define como la forma de hacer terapia creada por Fritz Perls, (médico neuropsiquiatra y psicoanalista) y su esposa, Laura Posner. La American Psychological Association (APA) la define como uno de los tres tipos de terapia humanista especialmente relevantes, basada en el «holismo organísmico», la importancia de ser consciente del aquí-y-ahora y que cada uno acepte la responsabilidad de sus propios actos.

Tiene una base teórica muy ecléctica que bebe de la filosofía oriental, del psicoanálisis, el psicodrama, la teoría de la indiferencia creativa de S. Friedlander (el comportamiento humano es un proceso de equilibrio entre dos polos opuestos, siendo definida la salud del organismo y su potencial creador como la capacidad de éste de alcanzar el “punto cero”), la teoría de la coraza muscular de W. Reich (el cuerpo tiene una coraza muscular y que existen diferentes zonas de emociones o anillos en los cuales la energía se acumula y se estanca produciendo patologías), la filosofía existencial, los enfoques fenomenológicos existenciales y el sueño dirigido (técnica basada en el psicoanálisis y en la relajación dinámica que según sus defensores permite poner solución a bloqueos psicológicos y crea un proceso de transformación gracias a la simbología de los sueños).

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El pensamiento gestalt como tal tiene su origen en la figura de Fritz Perls, finales de los años 40, y se centra en una perspectiva holística donde dicen integrar las dimensiones múltiples del ser humano; sensorial, intelectual, afectiva, social y espiritual. La terapia presenta un modelo centrado en el aquí y el ahora, donde destaca la importancia de la toma de conciencia, y de distintos aspectos como la integración, la autorrealización y el desarrollo del potencial humano. Sus defensores dicen que es una terapia que ayuda a las personas a plantearse su posicionamiento existencial ante sus vidas, buscando promover una actitud de honestidad, responsabilidad y respeto y promover un valor de significado sobre la vida y uno mismo.

¿Qué nos dicen los estudios sobre la terapia gestalt?

Es indudable el auge que esta forma de entender y hacer terapia está teniendo. Son muchos los psicólogos que la practican y que defienden su visión. Sin embargo, ¿tenemos pruebas de su eficacia? Al analizar la evidencia disponible hasta este momento nos encontramos que los estudios de eficacia son escasos y de baja calidad metodológica. Veamos:

Existen muy pocos ensayos controlados aleatorizados (ECA) sobre la eficacia de la terapia gestalt y estos son de muy baja calidad

Por ejemplo, en un estudio de revisión se encontraron tan solo 2 ECA: En el primero de Rosner y colaboradores (2000) compararon 21 pacientes con depresión, a los cuales se les aplica terapia de apoyo y expresión en grupo (versión manualizada de terapia Gestalt), frente a un grupo control que recibe terapia cognitivo conductual. (TCC) Midieron la naturaleza y la intensidad de las emociones, con un seguimiento de 20 semanas. No encontraron diferencias significativas en la aparición de emociones de ira en comparación con la TCC. Como vemos la muestra es escasa y los autores solo resaltan las diferencias en una medida ¿qué ocurrió con las otras?

En el segundo de Cook (2000) el tamaño de la muestra es desconocida y se centra en mujeres adolescentes que “se consideran deprimidas”. El tratamiento consiste en una intervención breve en grupo y un periodo de seguimiento de 5 semanas frente a un grupo control en lista de espera. El grupo de terapia gestalt mostró reducción en las escalas de depresión y ansiedad y mayores puntuaciones en escalas de autoconcepto que en el grupo control.

Al analizar la evidencia disponible hasta este momento nos encontramos que los estudios de eficacia son escasos y de baja calidad metodológica

Otro estudio más actual de Moya, Barranco y Carrascosa (2016) hacen una revisión sobre los niveles de evidencia de la terapia gestalt dentro de la corriente humanista, entre los años 1990 y 2016. En total analizaron 172 estudios con distinto nivel de evidencia, desde metaanálisis de estudios controlados y aleatorizados a estudios de cohorte. Encontraron 7 metaanálisis, 20 revisiones literarias y numerosos estudios controlados, aleatorizados, estudios de cohortes y comparativos.

De todos estos metaanálisis solo se encuentra uno por Schmitz (1995) publicado en alemán, cuyo resultados apoyan la efectividad de la terapia Gestalt pero advierten: “no se puede hacer una declaración definitiva sobre las diferencias significativas, la configuración de la terapia individual o las medidas a largo plazo.” Es decir, los resultados no son superiores a no hacer nada. Por otro lado Elliot et al (2001;2013) hace un metaanálisis de las psicoterapias humanísticas desde los años 1978 a 2001, y de 2001 a 2013 y observaró que la TCC produce efectos superiores a la terapia Gestalt, aunque las diferencias, dicen ellos, desaparecen cuando se tienen en cuenta efectos de la adherencia terapéutica y de los tratamientos alternativos directivos.

Las revisiones literarias se basan en medidas cualitativas y estudios de caso siendo más optimistas en sus resultados

Mendieta (2016) lleva a cabo un análisis sobre 27 revisiones literarias que analizan la terapia gestalt como: “medio hacia la recuperación de la función mental y somática”. Encontraron resultados positivos en el tratamiento de trastornos mentales como la depresión (Rude & Bates, 2005; Imes et al., 2002), ansiedad y estrés postraumático (Butollo et al 2016; Balfour, 2013; Imes et al., 2002; Hagl et al., 2015 ), fobia ( McCullough & Andrews, 2001), trastorno de personalidad límite (Knez, Gudelj & Svesko-Visentin, 2013) y trastorno de personalidad esquizoide y paranoide (Llanos, 2010).Así mismo apunta a un efecto beneficioso de la terapia gestalt en condiciones de tipo físico, como enfermedades crónicas entre las que están la hipertensión arterial (HTA) (De Oliveira & Carneiro, 2015), la enfermedad cardíaca, el cáncer, el dolor de espalda crónico y la artritis reumatoide (Imes et al, 2002), el latigazo cervical (Saferiadis et al. 2016) y el dolor de cabeza crónico Stonnington (Kothari & Davis., 2016).

En todos estos trastornos se destaca que: “las técnicas gestálticas crean un clima favorecedor de técnicas de autocuidado”, y se destaca en la revisión aspectos del trabajo del terapeuta gestáltico respecto al cuerpo como: “reconocer las áreas bloqueadas del sí mismo, hacer inteligibles los mensajes del cuerpo físico expresados mediante síntomas somáticos y restablecer los desequilibrios de autorregulación que existen en el organismo, habiendo identificado sus necesidades previamente” (Mendieta, 2016). También se puede acceder a otro resumen del metaanálisis hecho por Elliot y Freire (2008) en el que se afirma que las terapias centradas en la persona, entre las que se encuentra la terapia gestalt, son altamente efectivas. El aporte de pruebas que respalde tal afirmación es otro cantar.

¿Qué conclusiones podemos sacar de los estudios y bibliografía?

Hasta el momento y teniendo en cuenta la evidencia disponible, la terapia gestalt no ha demostrado ser eficaz para ningún problema, trastorno o condición psicológica por varias razones:

  1. Los estudios presentan limitaciones importantes en su calidad metodológica: bajos tamaños de las muestras (en algunos casos hasta desconocidos), malos o nulos procesos de aleatorización y uso de grupos control y la escasa o nula concreción en los métodos terapéuticos empleados.
  2. Incapacidad de poder valorar la metodología de trabajo empleada. Es muy complicado ya que los artículos disponibles incluyen en ocasiones aproximaciones humanistas globales, y en otras alguna técnica gestalt concreta, habiendo una tremenda variación en la técnica o metodología de gestalt aplicada: terapia expresiva y de apoyo en grupo, terapia breve en grupo, terapia del diálogo con la silla vacía, actividades en grupo, trabajo en grupo centrado en la persona etc.
  3. Ausencia de una base teórica unificada y sólida en el modelo de la terapia gestalt. Su modelo terapéutico carece de validez clínica real, de una falta en la rigurosidad y coordinación en la aplicación de sus métodos terapéuticos.

¿Por qué no hay mejor evidencia en la terapia gestalt?

Hay autores que defienden que la terapia gestalt surgió de la necesidad de abordar aspectos como los estados alterados de conciencia y aspectos humanistas y experienciales que se comportan de maneras poco controlables y predecibles. Para ellos su trabajo no puede ser abarcado por la metodología científica actual: “se trabaja con experiencias y estados de conciencia en los que un modelo fijo de trabajo a nivel terapéutico no es de utilidad” (Naranjo, 1990). Asumir esto es peligroso porque deja demasiado margen a la interpretación, a la ambigüedad, a los sesgos y a la improvisación del terapeuta. Es común observar esta manera de pensar sobre todo en terapeutas de ramas humanistas que tienden a hacer un collage que denominan terapia integradora, asumiendo que el eclecticismo enriquece sin entender que muchos aspectos que intentan aunar son incompatibles o incoherentes entre sí.

Carece de validez clínica real, de una falta en la rigurosidad y coordinación en la aplicación de sus métodos terapéuticos.

Algunos autores gestálticos se defienden diciendo que el modelo de psicología basada en la evidencia, aplica un criterio influido por el modelo TCC para evaluar la efectividad de una técnica psicológica. No es así, simplemente es la orientación que más se ha preocupado por hacer estudios. Argumentan, igualmente, que “una aproximación así impone una sobresimplificación del sistema de la gestalt, y que aunque puede aportar información valiosa, no puede validar o invalidar la efectividad de una práctica terapéutica gestáltica” (Yontef and Jacobs, 2008). Esto podría ser así, sino fuera por el hecho de que los criterios de Chambless y Hollon (1998), los que recomienda la APA para designar el nivel de evidencia son bastante laxos. Aun así no llegan ni al mínimo.

Reflexiones:

La terapia gestalt no cuenta con ningún tipo de evidencia para ningún problema o trastorno psicológico. Los estudios realizados son escasos y su calidad metodológica es mala. La dificultad para estudiar los beneficios de una intervención debido a su falta de concreción, sistematicidad, ausencia de protocolos de intervención y mezcla de conceptos teóricos e intervenciones clínicas lo ponen muy difícil para saber qué funciona y que no.

Podríamos afirmar sin duda que la terapia gestalt es una forma de pseudoterapia por varias razones:

  1. Presenta un modelo teórico inespecífico, incoherente y ambiguo. Basado en teorías del comportamiento humano que no han sido demostradas o directamente rechazadas por la comunidad científica (como la energía orgónica, la terapia reichiana, los holones ). Mezcla supuestos teóricos del psicoanálisis (Ferenczi, W. Reich, K. Horney) con psicodrama y enfoques filosóficos orientales (como el taoísmo o el budismo Zen), fenomenológicos existenciales, ideología religiosa. Sin embargo, en su presentación social se muestra como una terapia científica, defensora de un paradigma a la “vanguardia” de la ciencia, el holísmo. Aquí se apropian todo tipo de conceptos y terminología aparentemente científica como las relacionadas con la psicología gestalt (que no terapia gestalt, no es lo mismo), el evolucionismo, teoría de campo de Kurt Lewin y por supuesto la mecánica cuántica, entre otros. El resultado es un batiburrillo de ideas que intentan que suenen científicas, pero que el modelo no consigue integrar (y mira que lo intenta) de manera coherente o consistente y que confunden al usuario. La gestalt es tan abierta a la interpretación, tan subjetiva que cualquiera puede encontrarle sentido o nadie puede hacerlo.
  2. El objeto de intervención es igualmente inespecífico o ambiguo. Ya que sin negar la psicopatología no consideran que sea objeto de intervención. Es igualmente complejo concretar y conceptualizar en investigación términos como “aquí y el ahora” (problema que comparte con el mindfulness), “toma de conciencia”,”darse cuenta o awareness “, “aspectos integrativos”, “autorrealización”, “posicionamiento existencial” y “potencial humano” entre otros muchos.
  3. En la terapia estalt no existen tratamientos protocolizados. Es más, se tiende a evitar preparar o planear en exceso o con antelación un tratamiento o cualquier tipo de intervención. Sus defensores consideran que la terapia evoluciona a medida que avanzan las sesiones, y se orienta hacia la persona y su vida como un ser completo en lugar de intervenciones centradas en sintomatología de manera aislada. Al no haber protocolos de intervención en ningún problema es imposible hacer una análisis pre y post intervención ni en estudios ni en la práctica clínica. Pura subjetividad e improvisación
  4. Las técnicas terapéuticas utilizada son igualmente inespecíficas, sin evidencia y adquiridas de otros modelos. Por ejemplo técnicas del psicodrama como la ‘silla vacía’ , en la que la persona imagina en la silla vacía a una parte de su personalidad, una persona ausente, un sentimiento o una situación determinada con la que tiene un conflicto, comenzando así un diálogo. Otras técnicas que se suelen realizar son el mindfuness que ayuda a su toma de conciencia, el análisis y técnicas bionergéticas que viene de la idea existen bloqueos energéticos de nuestro cuerpo para acceder a los conflictos latentes no expresados ni resueltos de la persona, la musicoterapia con técnicas concretas como el inner sound (terapia de sonido que consigue también crear la expansión o contracción interna necesaria para liberar o integrar bloqueos). O técnicas propias de la terapia regresiva.

Como profesionales no deberíamos ejercer esta terapia por la falta absoluta de evidencia que la respalde. Recordemos que …el/la Psicólogo/a no utilizará medios o procedimientos que no se hallen suficientemente contrastados…” (Artículo 18º del código deontológico de psicología) y su ejercicio profesional …no deberá ser mezclado, ni en la práctica, ni en su presentación pública, con otros procedimientos y prácticas ajenos al fundamento científico de la psicología” (Artículo 21º).

Sueño con el día en que los colegios oficiales de psicología defienden con contundencia una psicología rigurosa y científica y prohiban la pseudociencia desde el corazón mismo de nuestras instituciones. Sueño con el día en que la psicología sea psicología y no psicologías alternativas.

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Béja Vincent, Belasco Florence, Rigaud Lynne, « La recherche en Gestalt-thérapie. Situation et perspectives », Gestalt, 2016/1 (n° 48-49), p. 263-277. URL : https://www.cairn.info/revue-gestalt-2016-1-page-263.htm


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