Revista Diario

La soledad del cacahuete

Por Drajomeini @DoctoraJomeini
La soledad del cacahuete
Esta mañana, mientras iba al trabajo y llovía, tronaba y caían meteoritos a mi alrededor, divisé a un lado de la carretera un cartel que anunciaba cacahuetes. En él, un cacahuete con corbata pensaba en una cacahueta con pelo largo y collar de perlas. Al lado del primero, rezaba un eslogan que decía: "En Navidad, nadie quiere estar solo". Diosssssssssss. "Vamos a ver"- pensé- "¿Qué coño querrá decir este publicista?¿En navidad nadie quiere estar solo y por eso tengo que comerme dos cacahuetes?¿En Navidad nadie quiere estar solo y por eso el cacahuete busca a la cacahueta y no debería darme repelús comérmelos a ambos cuando se hayan encontrado porque así serán felices en mi estómago haciéndole compañía al omeprazol que ahora ya no puedo tomar ¿No se da cuenta de que todos los que pasan solos esta navidad van a odiar sus cacahuetes? Es como lo de meter el dedo en la llaga". Lo heavy del tema es que a este tipo, sea quien sea, le han pagado por esto. Lo mismo que al que diseñó los anuncios del Hiperdino (Ño, qué precios) que me dan tanta vergüenza que cada vez que los veo parece que me he tragado una albóndiga de las del comedor del hospital. Lo mismo que al que se le ocurrió que Bustamante y Rafael eran mejor opción que el calvo sexy de la Lotería. Como decía Robert Guérin, "el aire que respiramos está compuesto de oxígeno, nitrógeno y publicidad". Pero hay que conseguir que el cliente lo inspire y lo metabolice. En otras palabras, lo recuerde.  Cuando llegué al trabajo, después de veinte minutos de poner verde al publicista del anuncio mentalmente, no recordaba la marca de los dichosos cacahuetes. 

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