Los infieles andan temblorosos estos días. Cientos. Millares. Desde que hace unas semanas la página de contactos Ashley Madison fuera hackeada y las direcciones y números de cuenta de los usuarios fueran exhibidos en la red. Porque la indiscreción es la traición última para un infiel.
Pero… ¿qué es lo que lleva a una persona a cambiar de pareja de baile? Sin duda, la monotonía. El verano es el mejor antídoto contra la monogamia que conoce. En vacaciones, le encanta sentarse en una terraza y ver la vida pasar. Escuchar fragmentos de conversaciones ajenas, completarlas e imaginar las vidas de esos desconocidos fugaces. Si están enamorados, son felices o tendrán una aventura breve…
La más jugosa de las que recuerda, la de un hombre en bañador, de camino a la playa, de unos sesenta años que le comentaba a alguien sin pudor: “Es que la abuela es otra hipoteca, otra hipoteca, pero qué le vamos a hacer”. No hacía falta ser muy sagaz para deducir que hablaba de la madre de su santa…
'La vida es corta, ten una aventura', claim de Ashley Madison
Destellos de realidad así le hacen concluir que las parejas duraderas, las que llevan toda una vida juntos, suponen el auténtico triunfo de la voluntad. De la voluntad de que algo funcione.
En los años 60, Keltner y Harker, psicólogos de la Universidad de California, trataron de vincular la felicidad conyugal a la sonrisa genuina, a la denominada sonrisa Duchenne. Aquélla que hace achinar los ojos y que no se puede fingir. Analizaron 141 fotografías del anuario de un instituto. Cerca del 50% de los alumnos sonreía fatal. Detectaron las francas, las sinceras. Y se pusieron en contacto con las mujeres sonrientes cuando éstas cumplieron 27, 43 y 52 años.
La conclusión de un seguimiento que duró más de 30 años fue que estas mujeres, independientemente de su belleza externa, tenían unos índices de satisfacción vitales mayores en sus vidas. También en su vida amorosa.
Hagan reír a sus parejas. Mucho. De verdad.
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