Revista América Latina

La versión B de los Lençóis maranhenses

Por Captainflint

Los Lençóis Maranhenses es uno de los sitios más espectaculares de Brasil y uno de los lugares marcados en rojo en mi itinerario. Un desierto de dunas blanquísimas pegado a la costa atlántica, accesible desde Barreinhas, una ciudad a cuatro horas de bus de Sao Luis.

Durante buena parte del año llueve bastante por allí propiciando la aparición de unas lagunas de agua cristalina entre las dunas que hacen del paisaje algo más espectacular que simplemente otro desierto más. Algo con esta pinta.

De las pocas lagunas que había con agua

De las pocas lagunas que había con agua

Lamentablemente lo que vimos nosotros fue mucho menos impresionante. El problema: no era la época del año. Hay que visitarlos entre Marzo y Agosto. A partir de Septiembre las lagunas se secan y los Lencois pierden bastante la gracia. Además, precisamente este año resultaba que había llovido muy poco y a estas alturas apenas quedaba agua allí.

Era algo que ya sabíamos de antemano pero ¿qué ibamos a hacer? Ya que estábamos tan cerca había que ir. Así que llegamos a Barreirinhas a las tantas de la noche y aceptamos un alojamiento tirado de precio que nos ofreció un tipo que esperaba al bus, señal clara de que era temporada baja y estaban como locos por conseguir turistas.

Decidimos ir a los Lençois por la tarde y, para aprovechar la mañana, nos apuntamos a un decenso en neumático por un río. Prometía más de lo que fue, la verdad. Era un asunto divertido y relajado eso de ir flotando en una goma pero el río era bastante simplón y de aguas no exactamente transparentes. Es decir, nada de ver pececillos, nada que ver con el último río brasucas en el que me remojé en Bonito. No es que estuviera mal pero se acercaba peligrosamente a merecer el calificativo de gringada.

Por la tarde por fin nos dirigimos hacia lo que nos había llevado allí. Para llegar a las famosas dunas hay que meterse en un jeep, cruzar un río en un ferry y recorrer un camino de arena blanquísima con vegetación alrededor. Es la antesala del paisaje mucho más desértico que viene después.

Las dunas se bajan corriendo...

Las dunas se bajan corriendo...

Por cierto que los de la agencia nos hicieron otra jugada sucia. Resultó que el número máximo de turistas que puede meter un jeep en el parque es diez y nosotros éramos catorce. ¿quienes tuvieron que bajarse a esperar media hora mientras mandaban otro coche?

Efectivamente, los únicos tres gringos que no hablaban portugués. Qué coincidencia. Acabamos aceptándolo para no joder al resto de turistas pero no sin antes montar un buen pollo. Íbamos a poner una reclamación y tal pero al final decidimos que la media hora que nos había costado la broma no era para tanto.

En cualquier caso, el jeep atravesó aquel medio desierto y se paró en frente de una duna gigantesca. La subimos y allí estaban: los famosos Lençois Maranhenses, o más bien lo que quedaba de ellos en Septiembre. Y no me entendais mal, el paisaje aún merece mucho la pena, es un desierto gigantesco y esas dunas blanquísimas impresionan bastante.

Sin embargo lo que jode es pensar como hubiera sido aquello de haber asomado por allí un par de meses antes. Esas fosas aún húmedas que entonces fueron lagunas cristalinas ahora tienen un aspecto ligeramente desolador. Quizás si no hubiéramos vistos fotos de ese paisaje en pleno esplendor nos hubiera molado más pero, al menos a mí, me quedó la impresión de que no había visitado de verdad aquello y que un “revisited” en el futuro iba a ser obligatorio.

O rodando...

O rodando...

Los Lençois sin agua se parecen demasiado a sitios que ví anteriormente. Como el desierto de Huacachina o, más aún, el parque Medanos de Coro. Menos mal que, aún en plena época seca, persisten algunas lagunas. Son casi charcos donde el agua no te llega ni a la cintura pero dan para remojarse un poco al menos.

Y bueno, un desierto es un desierto, y siempre resulta un buen lugar para hacer un poco el gañán, sobre todo este que puedes bajar corriendo (o rodando) una duna para estrellarte en el (en esta época del año poca) agua que hay en la laguna de abajo.

La visita dió para poco más que eso, otra pequeña decepción, yo esperaba un rollete más de caminatas por el desierto pero lo que hacen es llevarte a una laguna que queda muy cerquita de donde te deja el jeep. Allí te dejan a tu bola un rato y a la vuelta la jugada clásica: atardecer desde una duna más alta que las demás. Ya sabeis, la foto de Tatooine esa que ya tengo de Coro.

Otro atardecer desértico

Otro atardecer desértico

Hay otras formas de ver los Lençois. Se puede contratar un guía que te lleva de marcha dos días por las dunas, pasando una noche dentro del parque. Sale por 150 realillos por día y es algo que seguro que mola mogollón hacer en la época en que aquello está lleno de agua.

También me enteré posteriormente de que hay recorridos en jeep por dentro del parque. Es una jugada muy interesante de cara a un futurible viaje por esta zona de Brasil. Al parecer un recorrido memorable es el que se hace desde Fortaleza. Unos 500 km recorridos en 4×4 por la costa, parando en playas perdidas.

Obviamente, a estas alturas de la película y en el estado en que se encuentra ya nuestro presupuesto nada de esto cuadraba ya y nos tuvimos que conformar con el paseito convencional y con la versión B de los Lençois. Ya sabíamos que iba a ser así, pero estábamos al lado ¿qué íbamos a hacer? ¿no ir? (*)

Concepto Reales Euros

Sao Luis - Barreirinhas 35 15

Hab doble Barreirinhas 30 13

Paseo Jeep a Lençóis 40 17

(*) Umm, me acabo de releer el post y me da la impresión de que he sido demasiado duro con el lugar. A lo mejor es el efecto de llevar tanto tiempo viajando y haber visto cosas parecidas. Los Lencois, aún sin agua, son un sitio bastante espectacular y merecen pasarse por allí.


Volver a la Portada de Logo Paperblog

Dossier Paperblog