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LAS LEALTADES” de Delphine de Vigan

Publicado el 08 febrero 2024 por Marianleemaslibros

   Pasaje destacadoPortada de la novela del autor Jacobo Bergareche de la Editorial Libros del Asteroide"Son lazos invisibles que nos vinculan a los demás —lo mismo a los muertos que a los vivos—, son promesas que hemos murmurado y cuya repercusión ignoramos, fidelidades silenciosas, son contratos pactados las más de las veces con nosotros mismos, consignas aceptadas sin haberlas oído, deudas que albergamos en los entresijos de nuestras memorias.
Son las leyes de la infancia que dormitan en el interior de nuestros cuerpos, los valores en cuyo nombre actuamos con rectitud, los fundamentos que nos permiten resistir, los principios ilegibles que nos corroen y nos aprisionan. Nuestras alas y nuestros yugos."

LAS LEALTADES” de Delphine de Vigan
Sinopsis oficial de la editorial
En el centro de esta novela hay un niño de doce años: Théo, hijo de padres separados. El progenitor, sumido en una depresión, apenas sale de su caótico y degradado apartamento, y la madre vive consumida por un odio sin fisuras hacia su ex, que la abandonó por otra mujer. En medio de esa guerra, Théo encontrará en el alcohol una vía de escape. A su alrededor se mueven otros tres personajes: Hélène, la profesora que cree detectar que el niño sufre maltrato a partir del infierno que vivió en su propia infancia; Mathis, el amigo de Théo, con el que se inicia en la bebida, y Cécile, la madre de Mathis, cuyo tranquilo mundo se tambalea después de descubrir algo inquietante en el ordenador de su marido. . .

Los puntos fuertes de la novela
La trama: un argumento que golpea por su dureza, actualidad y realismo, que puede resultar desgarradora en muchas ocasiones porque va directa al grano, ya que Delphine de Vigan suele meter el dedo profundamente en la llaga, aunque al mismo tiempo lo percibes todo tratado con suma sutileza y suavidad. Hay un divorcio, de los complicados, en los que el padre y la madre se odian, se incordian, ni se nombran, y un niño, Théo, de doce años, en el centro de ese podrido universo, el que lo sufre todo en sus carnes y no comprende, el que lo vive o sobrevive como sabe y como puede, malamente, evadiéndose de sus inseguridades, de sus miedos, de su terrible situación de desamparo bebiendo alcohol con Mathis, su amigo y cómplice. Ambos se las apañan para hacerlo en su escondite sin que nadie les pille. Fuerte ¿verdad? 
Detrás del armario, tenían cita con la borrachera. Una excitación similar a la que sentía, de niño, cuando su madre lo llevaba a las ferias y trepaba al helicóptero que subía y bajaba sin cesar, hasta aturdirse. Le gustaría alcanzar ese estadio en que el cerebro se queda en suspenso. Ese estado de inconsciencia. Que cese de una vez ese ruido agudo que solo él oye, que surge de noche y a veces en pleno día.

✔ Los personajes: muy reales y bien perfilados:
Los dos niños protagonistas de la historia: Théo, es un alma todavía infantil, preadolescente, desesperada, perdida en el incomprensible mundo de los adultos, que no encuentra salida a sus problemas ni sabe como paliar su sufrimiento. Un niño con acusadas y peligrosas carencias afectivas, como si no tuviera ni madre ni padre, porque ella ha decidido hacerle la guerra a él y él, el padre, sencillamente es como si no existiera. Y Mathis, que se ve arrastrado a la aventura por querer empatizar, proteger y acompañar al amigo en sus desdichas. 
No necesitaron hablar para saber que podían entenderse. Les bastaba con mirarse; afinidades tácitas —sociales, afectivas, emocionales—, señales abstractas, fugaces, de reconocimiento mutuo, que sin embargo serían incapaces de nombrar. No volvieron a separarse.

● El padrede Théo malvive deprimido metido en casa cual cangrejo ermitaño, con las persianas bajadas todo el día, dormitando, sin trabajar, sin ducharse, sin ocuparse de su hijo cuando le toca tenerlo con él. 
La madre de Théo, alberga un odio destructor hacia todo lo que tenga que ver con su ex, sometiendo a Théo a un tercer grado cuando vuelve a casa y a una obsesiva eliminación de cualquier señal que se lo pueda recordar.
Al regreso de la casa del padre, otro ritual, el de borrar las huellas, el olor de la casa del padre que ella no soporta, directo a la ducha mutismo absoluto, ignorancia y pasotismo por parte de la madre como si esos días no hubieran existido en su calendario y palabras que lastiman, que hieren profundamente cada vez más adentro. Su padre en boca de ella es «el otro», «el cabrón», «el pringado». «Ese gilipollas» o «ese hijo puta», cuando habla por teléfono con las amigas.

● Hélène es la profesora de Théo y la única que parece haberse dado cuenta de que algo le ocurre al niño. Vive obsesionada por ello con el único objeto de ayudarle a salir de donde quiera que ande metido. Además, Hélène es una mujer atormentada, maltratada por su padre en el pasado  con su herida todavía sin cicatrizar 
Tengo catorce años, yazgo en el suelo cuando llega mi madre, puede que haya perdido el conocimiento, unos segundos o unos minutos. Cuando me pongo de pie, me corre sangre entre las piernas, una serpiente escarlata se escurre a lo largo de mi pantorrilla y busca refugio en los calcetines. Mi madre me pregunta si tengo la regla, le contesto que no.

Cécile es la madre de Mathis. Ella tiene la suya, su herida, recién abierta en el momento presente por haber encontrado algo inesperado en el ordenador de su marido, que de la noche a la mañana se ha convertido en un completo extraño para ella, un desconocido que piensa y actúa de forma despreciable y ruin. 
¿Qué hacer cuando se descubre que esa parte del Otro que emerge de la nada parece haber sellado un pacto con el diablo? ¿Qué hacer cuando se comprende que el otro lado de la escena se hunde en un cenagal con efluvios a alcantarilla?

Cécile habla sola, va al psicólogo aunque nadie de su familia lo sabe, sospecha que los chicos beben a escondidas, y presiente que Théo no es buena influencia para su hijo. Pretende desenmascararlos. 
La distancia entre el pulgar y el índice permite saber lo que han bebido. Repiten la operación varias veces, sin lograr hacerlo ni el uno ni el otro sin moverse, se echan a reír. Han bebido mucho más que la última vez. Y la próxima beberán aún más. Es su pacto, y su secreto.

✔ La estructura de la narración: los capítulos van intercalando en el título el nombre de los personajes principales, Hélène, Théo, Cécile, Mathis. Los de Théo y Mathis están escritos en tercera persona por un narrador omnisciente, en los de Cécile, ella misma nos cuenta de primera mano cómo ve la relación entre Théo y su hijo Mathis, como se va dando cuenta poco a poco de que beben. Los capítulos de Hélène, también los cuenta ella misma en primera persona, le cuenta al lector sus sospechas al observar detenidamente en el colegio el comportamiento de Théo y cómo se va implicando y obsesionando deseando llegar hasta al fondo del asunto.
Me despierto todas las noches sofocada por la angustia, y con frecuencia tardo dos o tres horas en volverme a dormir. Se me han pasado las ganas de salir con mis amigos, de ir al cine, me niego a distraerme. De todas formas, el caso no es un caso, no tengo ninguna prueba que incluir en el sumario y tendría que rebatir a la enfermera, que no consideró necesario convocar a los padres, aunque por el momento no haya recibido respuesta a la carta que dirigió a la madre.

Hay dos hilos argumentales en la trama, el de Theo, Mathis y Hélène y por otro lado el de Cécile que además nos cuenta sus sesiones con el psicólogo sobre lo que ha descubierto acerca de su marido, como se siente por ello y su dilema moral entre callar o revelar.
Lo que vi aquel día, y los días siguientes, cuando comencé a indagar, no puedo formularlo más que con medias palabras, con perífrasis, soy incapaz de escribirlo con pelos y señales. Porque las palabras son inmundas y destilan terror.

✔ Los temas que se tocan: no sé cómo lo hace, pero cuando acabo alguna de sus novelas siempre pienso que De Vigan es capaz de innovar con temas distintos que interesan, que a mí al menos me interesan, sin reiterar, ni duplicar nunca, fascinante. Y siempre me pregunto ¿con que me sorprenderá en su próxima novela? 
El asunto predominante que sobrevuela el trasfondo es el de esos divorcios no amigables, en este caso visto también desde la óptica del hijo, del sufridor, es decir, aquí se ve también la visión del niño. ● Se destripan los entresijos del matrimonio, de la convivencia, de la complicada vida en pareja y te plantea preguntarte si realmente conoces tan bien como crees a la persona con la que compartes tu vida.
Mi marido no es así. Mi marido no utiliza esa clase de vocabulario. Mi marido no puede albergar dentro de sí el fango hediondo que rezuman esas líneas. Mi marido no pasa veladas enteras vertiendo torrentes de lodo para revolcarse en él. Mi marido no es la clase de hombre que ironiza, abuchea y vomita sobre todo. Mi marido tiene cosas mejores que hacer.

✔ La prosa de De Vigan: lo digo siempre pero no me importa repetirme, directa, punzante, sin demasiadas florituras, pero magnífica en su esencia.
Le gustaría haber conservado, en un lejano rincón de su cerebro cuya puerta pudiera abrir ahora, una vaga sensación de ebriedad. Busca en sí mismo el rastro de la embriaguez. Le gustaría recobrar la impronta del alcohol en sus movimientos, una lentitud, un embotamiento, siquiera ínfimo, pero no queda ya nada. Ha perdido el caparazón. El aire del invierno lo ha quemado todo. Vuelve a ser ese niño que detesta, que pulsa el botón del ascensor muerto de miedo. El miedo emerge de un sueño aletargado cuyo sabor ambarino ha desaparecido, se difunde por todo su cuerpo y acelera su ritmo cardiaco.

✔ Cuando he cerrado el libro me he preguntado ¿a qué puede deberse ese título?.  Pensándolo bien he encontrado varias y variadas “lealtades” en la historia: la referente a la amistad entre Mathis y su querido amigo Théo que solo quiere protegerle y no le permite dejarle solo en su problema con el alcohol, la lealtad amorosa de Cécile hacia su marido a pesar de haber descubierto algo oscuro y turbio en su ordenador, y por último la lealtad de la profe, Hélène consigo misma y con su alumno, que no le permite hacer caso omiso a sus sospechas por el cansancio y la falta de atención que nota en Théo. Ella, que en el pasado se mantuvo con la boca cerrada, que fue cobarde cuando sufrió lo suyo, ahora no puede quedarse de brazos cruzados como si nada ocurriese, debe ayudar a Théo. Y por último, y quizás la mas importante de todas, la lealtad del hijo hacia sus padres, por mas que ninguno de los dos lo merezca. El pobre quiere ser leal a ambos, algo tremendamente complicado por la confrontación tan bestial que hay entre los dos progenitores
¿Por qué no dije nada? ¿Por qué dejé que girase la Ruleta de la suerte sin avisar a alguien, sin pedir auxilio, por qué dejé a mi padre multiplicar los cuestionarios, las trampas y las patadas, por qué no grité, por qué no denuncié?

Resumiendo: “Las lealtades” es una novela corta, de poco más de doscientas páginas que encierra una historia dura que no te deja indiferente, con un final coherente y a la altura. Una historia sobre muchas cosas, pero que de forma especial aborda el alcoholismo como método de evasión ante los problemas en los niños y adolescentes, y su indefensión ante el egoísmo de los adultos que piensan más en ellos mismos que en los propios hijos.
Un día le gustaría perder la conciencia, del todo. Hundirse en el tejido espeso de la embriaguez, dejarse cubrir, sepultar, durante unas horas o para siempre.

Os recomiendo esta novela? Por supuesto, por varios motivos: por todos los puntos destacables que os he contado arriba, pero sobre todo porque se lee con interés, interés por saber qué pasará con Théo y hasta donde le llevará su adicción al alcohol, porque sabes que el alcohol destruye vidas y más siendo un chaval de tan solo doce años. Es el sexto libro que me leo de la autora y tengo la certeza de que caerán muchos mas. Mi nota esta vez es la máxima, para variar, dicho sea irónicamente: 
LAS LEALTADES” de Delphine de Vigan

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