Mi primer impulso es defender que Diccionaria es un libro necesario, porque las palabras tienen una importancia, que no valoramos, en la construcción social y han pesado un quintal en la discriminación de muchas personas. Pero eso sería ponerme demasiado seria y esta obra, publicada por Cúpula, hace gala del humor hasta en su descripción: un novedoso artefacto literario. Resulta curioso que los nombres de los impulsores del proyecto hayan quedado bastante ocultos, pero es bueno traer a la luz que es una idea original de Xavier Gimeno y Fernando Alcázar (también diseñador de esta diccionaria que es muy visual), con textos de la periodista y escritora Ana Martín. ¿Quieren la sinopsis? Mejor juguemos. Háganme el favor de leer a continuación e imaginarse qué tipo de mujer está detrás:
"Que ¿cómo soy? Yo soy calculadora, atrevida, astuta, bruja, cerda, coneja, histérica, estrecha, fácil, fulana, guarra, lagarta, monja, negocianta, nena, operada, portera, potra, querida, ramera y sargenta. Yo soy una dama andante. "
Ahora vuelvan a leer la descripción, pero cambien el género y comparen la idea que se han hecho del hombre y de la mujer. Si lo han sentido distinto, entenderán la necesidad de hacerse con Diccionaria y comenzar su lectura, a ser posible, en familia.