Revista Economía

Life, la revista que fotofrafíó el siglo XX

Publicado el 08 julio 2014 por Emarblanc

La revista que fotografió el siglo XX

Revista Life
Cuatro horas tardó en agotarse en los quioscos americanos la primera edición de una revista que, en 1936, cambió el mundo de los mass media. ¿Life¿, que vuelve a publicarse este mes, fue pionera en permitir al lector ¿Ver¿ la realidad, no solo leerla. Sus fotógrafos, presentes en todos los grandes acontecimientos, dieron a la imprenta imágenes indispensables para entender nuestra historia reciente.
Hubo un tiempo no muy lejano en que las revistas carecían de fotos. Las imágenes tomadas con cámara eran un elemento secundario y los semanarios o mensuales se ilustraban con dibujos y grabados. Eso ocurrió hasta que, en febrero de 1936, la periodista y autora de teatro estadounidense Clare Boothe, en plena luna de miel en Cuba con su segundo marido, el magnate de la prensa Henry R. Luce, lo convenció de la revolución que supondría lanzar un picture magazine (revista ilustrada) de periodicidad semanal. Ambos eran ricos, famosos y decididos. Clare, a sus 32 años, destacaba como una de las mujeres más influyentes de Nueva York, y Henry, a sus 36, había demostrado ya su olfato fundando las revistas Time (1923) y Fortune (1930). Luce dejó atrás las playas cubanas y volvió a Nueva York para volcarse en su nueva apuesta: tras manejar nombres como Parade o Look, compró la cabecera Life, que pertenecía a una revista de humor en decadencia y, con su equipo, empezó a trabajar en los números cero que, por cierto, no gustaron a nadie. Luce le restó importancia: "Aprenderemos cómo hacerla a medida que la produzcamos de verdad", fue su optimista respuesta.
250.000 ejemplares del primer número, de 96 páginas, llegaron a los quioscos el jueves 19 de noviembre de 1936. Se agotaron en cuatro horas. Había nacido una estrella.
La vida en imágenes
El éxito de Life se debió a que las fotografías, y no el texto, constituían su columna vertebral, una revolución que se aplicaba desde la primera página hasta que el sorprendido lector cerraba la última. Además de su portada consagrada a un único personaje o escena, Life estrenó en su interior los ensayos fotográficos, que seguían una historia paso a paso -como la vida de unos trabajadores en Montana-, y los combinó con las imágenes de gran impacto -como la de un hombre con una sola pierna encaramado a una montaña al borde de un precipicio o la de una araña viuda negra comiéndose a su macho-.
Life inauguró así una nueva era en la cual los lectores empezaron a ver la realidad a través de las páginas de la prensa, seis años antes del nacimiento de la televisión comercial en 1941. Siguiendo esta filosofía, fue la primera en aprovechar el glamour fotogénico de las estrellas y en robar imágenes de la realeza, mucho antes de que se hablara de los paparazzi: ya en 1936 sorprendió a Eduardo VIII y la señora Simpson disfrutando de un baño de mar ajenos a la cámara que los fotografiaba.
Hemingway
Hemingway, colaborador habitual de la revista, publicó en exclusiva el relato completo de "El viejo y el mar" en 1952.
Del sensacionalismo al respetabilidad
Henry Luce quería impresionar a toda costa con la imagen y, al principio, no tuvo demasiados escrúpulos en los temas elegidos. Así, publicó la instantánea de una decapitación en China con una cabeza rodando (aunque en el pie aclarara que se trataba de "una imagen antigua"); retrató a negros azotados (el racismo era patente también en sus textos), e incluso fotografió a tamaño real a un enano madrileño, Pablo del Río, que medía 48 centímetros a sus 18 años, y presentó su retrato en una doble página. También supo incorporar a su fórmula una buena dosis de picante, como el famoso baño al desnudo de Heddy Lamarr en la película europea Éxtasis, censurada en Estados Unidos. Sin duda, las escenas con protagonistas ligeros de ropa contribuyeron a sus ventas, aunque las ligas de decencia también le ocasionaron quebraderos de cabeza, que la revista explotó en su propio beneficio como publicidad gratuita. Cuando Luce se enteró, en 1938, de que un documental cinematográfico sobre el embarazo, El nacimiento de un niño, destinado a la divulgación sanitaria, iba a ser vetado en varios estados por obsceno, lo publicó al modo de una fotonovela. Se prohibió la difusión de Life en 33 ciudades, aunque acabó permitiéndose en la mayoría, con gran éxito para la revista.
La Segunda Guerra Mundial otorgó el sello de prestigio definitivo a Life, que se volcó en su cobertura a partir del ataque a Pearl Harbor de 1941, comisionando a sus mejores fotógrafos a los frentes. Entre ellos estaba el mítico Robert Capa, quien retrató para Life el Desembarco de Normandía, en unas imágenes que hoy son historia. Así lo explicaba la propia revista en un reportaje ilustrado del 19 de junio de 1944: "El fotógrafo de Life Robert Capa se encontraba con la primera oleada de tropas. Aunque los informes iniciales indicaban que había poca oposición, sus imágenes muestran cuán violenta era la batalla y la fuerza de la defensa alemana. Sus mejores instantáneas las consiguió al captar a los soldados avanzando a gatas por las playas de Normandía entre el mortal fuego graneado del enemigo". La cobertura bélica se caracterizó también por la originalidad en el enfoque de los temas, otro sello del estilo Life: la información no solo provenía del frente, sino que se entrevistó a mujeres de prisioneros de guerra y los reporteros se trasladaron a las ciudades norteamericanas más afectadas para narrar un día en sus vidas. Life también consiguió la exclusiva de la publicación, en 1948 y 1949, de las memorias de guerra de Winston Churchill en capítulos, tras unas duras -y caras- negociaciones, por las que pagó un millón y medio de dólares de la época.
En los años del Baby Boom, los 50 y primera mitad de los 60, la revista fue el mejor escaparate de una América feliz y esperanzada en el futuro. En sus portadas se alternarían Marilyn, Elizabeth Taylor, Natalie Wood y Bob Hope -sus estrellas favoritas- con JFK y Jacqueline, aunque Nixon también fue una presencia habitual, no en vano Luce era un notorio conservador. Los temas relacionados con la conquista del espacio, los avances de la medicina y las maravillas de la naturaleza se contaron entre los preferidos. En 1952, Life se apuntaría el tanto literario de publicar, en exclusiva y completo, el cuento El viejo y el mar, de Ernest Hemingway. La participación de periodistas y escritores de éxito se convirtió así en un aspecto fundamental, y fue particularmente fértil la colaboración de Norman Mailer, quien firmó algunos de sus mejores reportajes.

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