Revista Educación

Lo que perdemos por miedo a perder

Por Siempreenmedio @Siempreblog

No amar por temor a sufrir es como no vivir por temor a morir”. Ernesto Mallo.

Un amigo me confesó que está enamorado de mí, que piensa en mí desde que me conoció, que me quiere y mucho. Dónde o cómo nos conocimos no es relevante. ¿Cuándo nos conocimos? Hace quince años (¡!).

¿Cómo es que me lo ha dicho ahora después de tanto tiempo? No lo supe enseguida. Se va a morir. No, no ahora (tranquilos, no voy a contar ningún dramón), en algún momento. Como todos. Sólo que él ha sido consciente de esa realidad ante la que solemos cerrar los ojos. Tuvo que pasar por una operación importante y se dio cuenta de que no quería seguir con su vida sin expresar todo lo que siente, que no deseaba “irse a la tumba con eso dentro”.

Parece ser que estando en el lecho de muerte, la mayor parte de las personas se arrepienten, no de algo que hicieron o dijeron, sino de algo que no hicieron o no dijeron. Según el libro “Los cinco arrepentimientos de los moribundos” (escrito por una enfermera experta en enfermos terminales), uno de ellos es concretamente: “hubiera deseado tener el coraje de expresar lo que realmente sentía”. Tomemos nota.

Una pregunta más importante que por qué lo dijo ahora: ¿por qué no lo dijo nunca antes? No conozco la respuesta. Puede que él tampoco lo sepa. Pero hay una alta probabilidad de acertar si se achaca al miedo. Lo contrario del amor no es el odio, ni la indiferencia, ni el desamor… es el miedo. ¿Miedo a qué? Son tantos nuestros temores: miedo a sufrir, miedo al rechazo, miedo al cambio que podría suponer en nuestras vidas, miedo a escuchar a nuestro corazón y no a nuestra cabeza, miedo a no cumplir las expectativas de los demás, miedo a la culpa, miedo a hacer daño. Pasamos la vida asustados, no tomando decisiones que podrían brindarnos mucha felicidad porque nos centramos en lo que podría ir mal y nos limitamos. Bien, es humano sentir miedo y hasta beneficioso en cierta medida, pero seamos valientes y enfrentémoslo, que no se haga tan grande que nos paralice. Que no nos impida disfrutar de lo que sabemos al final es lo más importante de la vida.

Una última pregunta: ¿cómo reaccioné yo ante semejante declaración? Eso tal vez lo cuente en una próxima publicación…

image


Volver a la Portada de Logo Paperblog