Revista Opinión

Los fantasmas de “El Arcángel”

Publicado el 24 marzo 2017 por Lulesi

Los fantasmas de “El Arcángel”

Hace unos meses, un amigo, Antonio David Jiménez, me pidió una colaboración semanal en un programa radiofónico que presenta en “Onda Cero”. Aunque estaba muy desentrenado en estas lides del deporte, del que fui comentarista en otro tiempo, acepté.

Ayer quise emular a Joan Manuel Serrat cuando evocaba los fantasmas del Cine Roxy de Barcelona y trate de imaginar a los que podría haber producido el Viejo Estadio de El Arcángel de Córdoba.

“Sepan aquellos que no estén al corriente, que el Arcángel del que estoy hablando, fue un recinto  de ilusiones que iluminó los sueños de tres generaciones de cordobeses.

Allí se ascendió a Primera División en dos ocasiones y el equipo se clasificó quinto en una liga en División de Honor.

Allí jugaron Di Stéfano, Kubala, Peiró, Collar, Cruyff y Gento. Los niños del Cola-Cao coleccionamos cromos de genios que, después, veíamos chutar en la portería del Gol Norte donde se ubicaba la mítica “General de Píe”

Allí jugaron el Eldense y el Real Madrid,  el Ceuta y el Zaragoza, de los “Cincos Magníficos” y pitaron Villena, Cotanda, Zariquiequi y Gardeazabal,  Araujo se proclamó “Pichichi” de Segunda y Sánchez-Rojas el “rey de la Palomita”. Y de nuestra cantera salieron jugadores como Tejada, Manolín Cuesta, el “Cone” Jaén o Escalante.

Ganamos, perdimos, nos atracaron, ascendimos y bajamos de categoría.

El Arcángel quiso semejarse en su arquitectura original a un cortijo andaluz y su torreta del Gol Sur, antes de que se edificara la grada, era de lo más elegante que había en un campo de fútbol.

La corta visera de la Tribuna era la envidia de los niños que nos mojábamos con la lluvia de noviembre, cuando el marroquí Riaji nos ilusionaba con su magia.

Era, fue, un estadio para la gloria de tercera y segunda división, la blanca clavellina de abril o el espacio de sombra de los moreros que había en la  Preferencia.

No tuvo nunca el sabor de un estadio de campanillas, pero allí fue donde juramos amor eterno al fútbol mirándonos en los ojos claros de nuestras novias de cada primavera.

Aplaudimos a Simonet, el “divino calvo”,  cuando corría la banda con frenesí  o lloramos cuando un autobús se cayó al río el día de un partido contra el Levante.

Yo fui uno de los que lloraron cuando el Atlétic de Bilbao nos impidió el pase a una semifinal de Copa, con un nefasto arbitraje de Birigay, colegiado “valenciano”, nacido en Bilbao, y se indignó cuando en una obscura operación inmobiliaria convirtió aquel “Teatro de los sueños blanquiverde” en supermercado de tres plantas con sótano para aparcamientos.

En medio de una roja polvareda en El Arcángel se jugó su último partido y malherido, por Finacom, se desplomó su fachada de goles en la acera desarrollista.

Y en su lugar instalaron tiendas de moda y supermercados con escaleras automáticas, y sobre las ruinas de la Torre Olímpica, un puesto de palomitas,  en la puerta de un cine.

Pero de un tiempo acá, en el supermercado ocurren cosas a las que nadie encuentra explicación.

Un vigilante nocturno asegura que una camiseta con el “8” de Juanín atravesó una noche el pasaje comercial y en la planta de aparcamientos,  Miralles y Navarro tiraban golpes francos contra la puerta que daba al Guadalquivir aljamiado en blanco y verde.

Y como pólvora encendida, por la Fuensanta y por Santiago, está corriendo la voz que los fantasmas de “El Arcángel” son algo más que un rumor.

Cuentan que al ver a Mingorance, en persona, en la cola de la  caja dos,  con su sonrisa ladeada y socarrona, una cajera se desparramó. Y que un vendedor de juguetes del Toy  sorprendió al mismísimo  Daniel Onega mientras buscaba el ascensor.

Así que no se espante, amigo, si esperando el autobús le pide fuego Roque Olsen.

…son los fantasmas del Arcángel que no descansan en paz.


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