Revista Sociedad

Los Grandes Funerales

Publicado el 07 septiembre 2016 por Tomarlapalabra
los-grandes-funerales“Voy bajando”- parece pensar el “Comandante en Jefe”.

No me cabe la menor duda que se harán a todo trapo.  Las cabezas visibles de los llamados “líderes históricos de la revolución cubana” son todos octogenarios y nonagenarios, y como a todo ser viviente que se respete, a la hora tal, del día tal, y del año tal, les llegará la hora de estirar la pata y partir al largo viaje, del que salvo en las escrituras religiosas, no hay regreso. Y como muchos tracatanes dicen que Fidel Castro es “padre de la patria”, no me sorprendería si le hacen un funeral por todo lo alto seguido de un montón de días de duelo, tal y como ocurría cuando un faraón egipcio partía a fundirse con la deidad Osiris.

Por grandes funerales me refiero en este artículo no solo a los que le harán a Fidel Castro, sino, a los de su hermano Raúl Modesto y al resto de ancianos que conforman la flor y nata de los pocos mandarines que están “en  el bombo” revolucionario desde hace 57 años.

La influencia de Fidel Castro

Negar que Fidel Castro ha tenido (y tiene) una influencia tremenda en el escenario político cubano desde la década de los años 50 del siglo pasado hasta nuestros días es una tontería. Sin embargo, dicha influencia se multiplicó por mil desde el momento mismo en que se alzó con el poder tras la huida del dictador Fulgencio Batista. Eso fue allá por 1959.

A partir de ese momento todo “el proceso” fue edificado alrededor de su persona y para su persona, algo de lo que él mismo se encargó, junto a sus guatacones, cuando se quitó de encima a los “molestos”, incluso, a muchos de los que se jugaron la vida en las ciudades y los campos de Cuba para ayudarlo a que Batista saltara del poder. A algunos los encarceló, a otros los fusiló, y a otros los sacó del escenario político nacional tras condenarlos al más cruel de los ostracismos después de humillarlos públicamente. La “revolución más verde que las palmas” pronto pasaría a ser más roja que la sangre y a convertirse en una dictadura donde el caudillo es el centro de mesa.

De tal manera que en todos los largos años que pasó al frente del gobierno lo mismo inauguró un hospital que una guarapera, una escuela que un estadio, una fábrica que una cooperativa campesina. Estaba en todo y su cara barbuda aparecía en todas partes. Era rarísimo el día que no se supiera de él. Llegó a convertirse en algo así como un ser omnipresente y sabelotodo del cual pendía la existencia misma del sistema. Muchos cubanos le consideraban un genio mientras destrozaba alegremente la economía del país hasta dejarla en ruinas. De hecho, él mismo llegó a creerse un iluminado, yendo, como siempre fue, de disparate en disparate. Pero ojo, era un disparatero con un control y poder absolutos sobre todo y todos.

2006

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En 2006 por poco le da la patá a la lata.

Ese año por poco lo mata un grave desajuste intestinal. Fue tan grave que no le quedó más remedio que pasarle las llaves del reino a su hermano Raúl Castro, quien no ha renunciado nunca a seguir llamándolo “El Jefe”. También sería una tontería el pretender negar que a Fidel Castro aun le consultan para escuchar su parecer. No importa si ya le patina el coco y se le enreda la lengua, un jefe es un jefe aunque esté en silla de ruedas. Sobre todo en “Cuba socialista, tierra de Fidel”.

¿Y cuando se mueran?

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Raúl Castro flaqueado por su nieto Raúl Guillermo y su hijo Alejandro. Todo el “familión” bien posicionadito.

Justo decir que al parecer el clan Castro lo tiene todo bien amarrado. Han tenido más que el tiempo suficiente para ir “colocando” a su vástagos e incondicionales en posiciones que les permitan mantener el control del negocio, si bien no al grado de ellos, al menos para que vivan “sin sustos”. Hace unos días Raúl Castro le regaló a su nieto Raúl Guillermo el puesto de jefe de la dirección general de seguridad personal, cargo que ocupaba el general de división Humberto Omar Francis Pardo. “Ya el chamaco está asegurao”, habrá pensado su abuelo.

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Lo que se ha visto hasta ahora es que a la muerte de los caudillos ocurren movimientos en las sociedades. Ocurrió en la misma Cuba del siglo XIX cuando a Carlos Manuel de Céspedes lo removieron de su cargo como presidente de la República en Armas y se formó tremendo despelote en las filas insurrectas. Y digo más: aun con Fidel Castro en vida han ocurrido algunos cambios, que aunque insuficientes y superficiales, han provocado que muchos analistas llamen a esta etapa “el Raulismo”. ¿Algo indica que cuando ambos hermanos mueran todo seguirá igual? Al menos yo no lo veo ni lo creo así.

En razón del más elemental instinto de conservación a los futuros gobernantes de Cuba no les quedará otra que introducir cambios en el país. Nadie tendrá la influencia de Fidel y Raúl Castro para llevar el país tal y como lo han hecho estos dos hermanos. Los respetan, algunos los admiran, y todos les temen. Cuando ellos no estén, los agachados y chupamedias de hoy se levantarán sobre sus pies y comenzarán a ladrar exigiendo cosas que hasta ahora se han callado para conservar la cabeza sobre el cuello. Lo mismo ha ocurrido en todas partes después que el caudillo salió disparado rumbo al cementerio con sus pezuñas por delante.

Solo después de los grandes funerales, y esa es mi más profunda convicción, podrán comenzar a darse cambios en Cuba. Con Fidel y Raúl Castro vivos eso no va suceder, pues ellos son cualquier cosa menos tontos.

Pero…¡cuidado!, dichos cambios no necesariamente tienen que ser a favor de las grandes masas del pueblo. Los movimientos sociales que se dan tras la muerte de los históricos también pueden ser traumáticos, tal y como ha sucedido en algunos países del Medio Oriente (léase Iraq, Libia, etc), u otros más cercanos como Venezuela, donde tras la muerte de Hugo Chávez se hizo con el poder una peligrosa pandilla con el inepto Nicolás Maduro al frente que ha llevado a ese país a niveles de depauperación socioeconómicos nunca vistos. Eran los mismos que anduvieron con Chávez, pero que le respetaban y le temían. Una vez muerto Chávez, la pandilla anda suelta y sin vacunar acabando con la quinta y con los mangos. Hasta serias acusaciones de narcotráfico pesan sobre ellos.

Predecir el futuro nunca ha sido una tarea fácil debido a las normales limitaciones que padecemos como simples mortales. Sin embargo, el futuro casi siempre está condicionado por las acciones de hoy.

Los hermanos Castro Ruz han sido un freno enorme para el desarrollo del país. Cualquier cosa que ellos imaginaran como una amenaza para su infinito poder fue torpedeada, aniquilada, pulverizada, no importa que ello significara un mal para la gente. Cuando no estén, el muro comenzará a derrumabarse hasta que de ellos no quede ni el recuerdo.

Pero antes, debemos esperar los grandes funerales en los que junto a ellos se entierren todas las miserias humanas que nos impusieron.

Vice

Estados Unidos.


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