Revista Educación

Los minutos de la basura

Por Siempreenmedio @Siempreblog
Los minutos de la basura

Hay gente que aprovecha al máximo sus días. Exprime los minutos como si los hubiera pagado con la extra de Navidad y le fueran a cobrar recargo por desuso. Aprende, comparte, experimenta. Suma momentos. Acumula checks en una lista invisible (e infinita) de cosas que hacer antes de morir. Se cansa. Llega cada noche a la cama exhausto, vacío como Pep tras su periplo en el Barça. No les queda nada. Si se rinden al sueño es porque lo han dado todo. Si no, de qué.

Luego estamos los que creemos que la vida es eso que pasa mientras no haces nada. Que a veces toca a la puerta y le dices que entre, a ver qué se puede hacer. Y otras la vida misma se marcha sin llamar porque no quiere que se le pegue tu desidia. Especialmente los domingos por la tarde.

Que sí, que podríamos replantearnos las cosas. Que por qué dejarse ir de esa manera hasta el lunes, que no quieres que llegue y en vez de obviarlo te dedicas única y exclusivamente a esperarlo. Por qué no dar un golpe de timón y meter ganas. Leer cualquier taza de Mr. Wonderful y aplicarse el cuento. Pero no se te ocurre nada mejor (ni nada peor) que dejar el tiempo pasar y mantener constante un ritmo pausado de respiración. Son muchos años arrepintiéndote cada domingo por la noche de tus domingos por la tarde y no ha habido cambios. Tu única coherencia es la inoperancia. Raro orgullo.

Y quien dice los domingos por la tarde dice los dos últimos días de vacaciones. O todos los años (a poder ser muchos) que queden tras la jubilación. Que ojalá no. Pero me conozco.

Los minutos de la basura


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