Revista Cultura y Ocio

Los vagabundos de la cosecha de J.Steinbeck

Publicado el 21 enero 2010 por Aramys

Los vagabundos de la cosecha de J.Steinbeck La vida de los emigrantes es dura. Es dura ahora y lo era más aún en los años 30. Steinbeck, a trabes de los reportajes que forman este libro, escritos en 1936 para The San Francisco News, nos enseña como vivían y como eran tratados esos expatriados, como eran los campamentos, las chabolas; sus problemas e incluso su dieta.

La mayoría de estos jornaleros o vagabundos eran antiguos granjeros procedentes de Oklahoma, Nebraska, Kansas y Texas, donde sus tierras se secaron y las grandes tormentas de polvo lo arrasaron todo. Es la gran depresión de los años treinta. Son americanos, pero extranjeros en California.

-cuando nos necesitan nos llaman emigrantes, y cuando ya les hemos recogido la cosecha, somos vagabundos y tenemos que largarnos-*

Los jornaleros y sus familias, viajaban a las cosechas según temporada, como hoy en día hacen muchos en nuestro país; invadían los arcenes de las carreteras de todo el estado de California en busca de campos donde recoger cosecha. Se desplazaban en viejos coches en bastante mal estado, que la mayoría de las veces era su objeto mas valioso. Estos antiguos granjeros lo habían vendido todo para poder comprar gasolina y comida para llegar a estos campos de recogida, malvendiendo granja y terrenos para pagar a sus acreedores. Llegar a los campamentos y las plantaciones tarde significaba no trabajar, y por ende, no comer.

Las condiciones de vida en los campamentos, tanto si eran libres chabolas, como si eran campamentos en las tierras de los granjeros, eran durísimas. En los primeros, las chabolas estaban echas de chapa o incluso cartón y no había ni agua ni electricidad. En algunos, las chabolas estaban cerca de alguna charca o río sucio, de donde se recogía el agua para beber.

-El padre es consciente, aun vagamente, de que el barro de la orilla del río esta infestado de larvas de anquilostoma. Sabe que sus hijos van descalzos y que las larvas los atacaran. Pero no tiene ganas ni fuerzas para evitarlo. Le han pasado demasiadas cosas.*

Si tenían mejor suerte y conseguían llegar pronto a la plantación y conseguir un sitio en el campamento del patrón, las condiciones eran mejores, pero la represión era brutal:

-A los jornaleros los trataban como animales. No hay método al que los patrones no recurran para que se sientan inferiores e inseguros. Al menor indicio de que los hombres se están organizando, los echan el rancho a punta de pistola*.

-Los deseos del propietario del rancho son la ley; la patrulla esta siempre alerta, sus pistolas, bien a la vista. Cualquier discusión constituye un acto de resistencia a la autoridad.

Las palizas y la quema de chabolas o estancias con todos sus enseres era una práctica habitual para escarmentar a aquellos que osaran intentar organizarse para esgrimir sus derechos. Los jornaleros no tenían derecho a nada, ni tan siquiera a la reunión. El libro es duro, presenta una situación de desamparo absoluto de millones de jornaleros con sus familias, que en ocasiones nos parecerá que más que reportajes sobre la vida real, estemos leyendo una novela. No en vano, de estos siete reportajes nació la gran novela de Steinbeck, Las uvas de la Ira. Steinbeck, sin duda, y como bien nos resalta Eduardo Jordá en el estupendo prologo que acompaña esta edición, se inspiro en estos desamparados para construir a los personajes de su mas famosa novela y con la que gano el premio Pulitzer en 1940.

La salud como ya he señalado antes, era escasa, pero detengámonos un segundo en los embarazos, un tema absolutamente penoso:

-Veamos el siguiente ejemplo. Madre de familia con tres hijos. Tiene treinta y ocho años; la cara, delgada y llena de arrugas; la mirada vidriosa y endurecida. Los tres hijos que lograron sobrevivir nacieron antes de 1929, cuando la familia arrendaba una granja en Utah. En 1930 esta mujer tuvo a un hijo que sólo vivió cuatro meses y murió de «un cólico. En 1931 tuvo otro niño, que nació muerto porque «una carretilla llena de cajas se me echó encima dos días antes de que naciera el bebé”. En 1932 sufrió un aborto espontáneo. «Perdí el bebé porque estaba enferma.” Se siente avergonzada. En 1933 su bebé vivió una semana. «Se murió, tal cual… No sé de qué.” En 1934 no quedó embarazada. Esto también la avergüenza un poco. En 1935 su bebé vivió un poco más, nueve meses. Durante un tiempo pareció que iba a vivir. Se veía grande y fuerte.” Ahora está embarazada de nuevo. Si pudiéramos conseguir leche, la cosa iría mejor.” Este caso tan extremo no es infrecuente, ni mucho menos-*

A parte de los campamentos de chabolas y de los campamentos en los terrenos del patrón, existía un tercer campamento; los promovidos por el Gobierno federal. Estos campamentos eran campamentos dignos y autogestionados por los mismos jornaleros. En el momento en que Steinbeck escribe los reportajes hay en marcha dos, Arvin y Marysville con vistas a construir ocho campamentos más. Conscientes de la situación de los jornaleros y sus duras condiciones, el Gobierno pone en marcha esta medida con muy buenos resultados. Los campamentos estatales, disponen de baños, duchas y retretes, un edificio para la administración del campamento y un local para el esparcimiento de sus habitantes. También se facilita a los habitantes agua corriente, papel higiénico y medicinas. Estos campamentos hacen que los trabajadores y sus familias vuelvan  a sentirse parte de la sociedad, seres humanos. En estos campamentos hacen fiestas, reuniones, clubes de costura, conciertos, y hasta se forman bandas de música que incluso traspasan las barreras del campamento y encuentran la fortuna.  Nada de eso era posible en los dos anteriores.

Steinbeck era un genio. Aun cuando en esta época solo había escrito y publicado Tortilla flat en estos siete reportajes ya se vislumbra un poder enorme para construir historias, para representar a los despojados, los picaros y los supervivientes, siempre tan constantes en sus novelas.

Un libro totalmente a la orden del día, duro e ingrato. Cuando uno acaba de leerlo, no puede dejar de pensar que habrá sido de todas esas personas que en los años treinta iban buscándose la vida de cosecha en cosecha.

-La historia de la importación de mano de obra extranjera en California y del trato que se la ha dispensado es una vergonzosa muestra de crueldad y avaricia.  J.Steinbeck*

El libro viene acompañado por el ya citado prologo de Eduardo Jordá, además de unas estupendas fotos de la época de Dorotea Lange.

*De la traducción de Marta Alcaraz para Libros del Asteroide.


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