Revista Educación

Magia

Por Siempreenmedio @Siempreblog
Magia

Decía el sabio "que aquí estamos de prestao". Pero son muchos más los sabios que dan la turra con "cómprate una casa, primo, hay que comprar". Así que estoy buscando casa nueva. En propiedad. Y lo afronto como afronto yo todos los retos que me presenta la vida adulta: con una pereza que te cagas.

Afortunadamente el mundo está lleno de propietarios a los que pedir consejo. Por dónde empezar, en qué fijarse, con quién hipotecarse, cómo negociar y, lo más importante, cómo evitar el suicidio durante el proceso. De un modo inesperado encontré unanimidad acerca de un aspecto: cuando veas LA CASA, sabrás que es esa. Me tranquilicé. Solo es cuestión (nada banal, por otro lado) de patearse las calles. LA CASA se manifestará.

Putos.

Eso no ha ocurrido. Lo más cercano que estuve del enamoramiento fue en un par o tres de pisos en los que me pude imaginar tumbado en el sofá. Todos muy por encima de mi presupuesto (la entidad bancaria dixit). En los de mi horquilla solo había dos clases: poco y mucho. Asco. Poco asco y mucho asco. Soy de natural confiado y me cuesta desestimar las opiniones de amigos y familiares. Que imagino que algo me quieren. Pero me da la impresión de que LA CASA puede estar esperándome en Kalamata, Peloponeso, y yo estoy pateándome Cornellà, en el Baix Llobregat.

O sí me mienten. Pero me mienten como se mienten a sí mismos. Esperan que la magia llegue y les solucione dilemas y conflictos sin tener que reflexionar al respecto. Sopesar pros y contras y elaborar una desapasionada lista de argumentos para decidirse por algo que, siendo honestos, tampoco les apetece demasiado. LA CASA aparecerá. LA VOCACIÓN te llama. Llegado el momento, sabrás lo que hacer. Y si no ocurre, si no hay epifanía y no se abren los cielos y una luz perlada de motas de polvo te baña, quizá baste con sentir un pellizco en la boca del estómago, o un tic en el ojo, o que no huela mal. Confían más que yo, sin duda, en que hay algo más ahí fuera que le da algo de vidilla a este devenir que es el ser aquí y ahora.

O son ricos. Claro. Los ricos sí tienen el tiempo y el dinero (o sea, el dinero) que cuesta la magia.

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