Revista Vino

¿Mi condición? Escribidor de emociones

Por Jgomezp24
Subtítulo: A tiempo parcial.
Con el título de este post despedía hace poco nuestra primera conversación a distancia (he descubierto que el chat de feisbuc también sirve para comunicarse con la gente. De hecho, cualquier cosa sirve: bastan dos personas dispuestas a charlar para conocerse) Pilar, de A Pita Cega. Aunque mis amigos del DRAE piensen que la palabra (casi sinónima de "escritor") tiene un matiz entre irónico y peyorativo, Pilar lo escribió como elogio y, creo, con mucho cariño. Me gustó. me encantó, vamos. Ella embotella sueños e ilusiones a muy pequeñas dosis, casi como jugando (A pita cega...) y de forma por completo artesanal y yo, tras más de seis años de romperme los sesos, acabo de encontrar mi auténtica condición: soy un escribidor de emociones vínicas a tiempo parcial.
Esto último es importante. A tiempo parcial. Parte de mi "sufrimiento", de mi "romperme los sesos" pensando que no daba lo que la gente buscaba en este  cuaderno partía de la idea, falsa (teóricos del bloguerismo: al carajo todos), de que era imprescindible publicar cada tres o cuatro días. Es imprescindible si quieres mantener e incrementar tu número de lectores, pero por una sencilla razón estadística: cuantos más posts publiques, más te localizarán los navegadores y más caerá la gente en tu blog, sin saber qué haces ni quién eres ni sobre qué escribes. A tiempo parcial: uno escribe cuando puede y la gente pasa por aquí cuando quiere porque sabe que va a encontrar, de vez en cuando, algo que le distraiga. Punto. ¿Bajará el número de lectores? Sí. ¿Y? Se quedarán los mejores, los más conscientes de qué tipo de cosas hago. Vosotros. Me gusta la idea: con vosotros estoy contento y me siento bien.
Echaba cuentas de los días de vacaciones en que el escribidor de emociones ha dedicado casi todos sus ocios al mundo del vino (diversas facetas, ¿eh?): desde el solsticio de invierno, en que me devanaba los sesos ante vosotros por última vez (lo juro) haciendo metabloguismo, tuve tiempo y ganas de escribir sobre el vinazo El Reto 2011, sobre cómo y por qué nos sentamos a la mesa por Navidad, sobre otro vinazo, Mas Doix 2003 en mágnum, sobre Rasoterra, sobre un tercer vinazo, Le Mont Benoit y sobre un proyecto muy bonito, el Viver de Celleristes. En esto llegaron los Reyes con sus rebajas y la peste provocada por meses sin bañarse y a lomos de camellos (¿para qué pensáis que eran el incienso y la mirra?). Y volví al trabajo a tiempo completo...En dieciséis días había publicado seis posts que me habían dejado satisfecho. En una semana de escribidor de emociones a tiempo parcial, he acumulado un montón de sensaciones y de cosas interesantes, pero este es el único post que voy a publicar en siete días. De A Pita Cega a Las 7 Fuentes (del bueno vino y de la inspiración nacida del tiempo a tu disposición).
Así son las cosas, así es la vida del escribidor de emociones a tiempo parcial. Escribe cuando puede pero lo hace muy a gusto y sobre los temas de siempre. Casi le ronda por la cabeza, me ronda (perdón: recupero la primera persona del singular: hablarme en tercera no me va...) que este cuaderno se va a convertir en el suplemento de fin de semana de las vidas enogastronómicas de quienes pasen por aquí. Me es más fácil encontrar momentos de paz para escribir entre el sábado y el domingo. Iremos viendo. La semana ha tenido momentos muy atractivos. Después de un buen primer día de trabajo, hambriento y sediento, mis pasos me llevan al Lola Tapes, en Tarragona: es un sitio muy recomendable. Allí me quedo con sus platillos y paso de los gins. Hay tantos vinos interesantes que no conozco...Tuve la suerte de encontrar a unos queridos amigos y entre tapas de Torta del Casar sobre pan con tomate y una anchoa (delirante y exquisita combinación: os lo prometo), espardenyes y una sabrosa cazuela de sepia con albóndigas, circuló el que, para mí, es uno de los mejores vinos alsacianos: el Nature 2012 de Julien Meyer, vigneron en Nothalten. Biodinámico, cupaje de sylvaner y pinot gris, este blanco es un vino pura fruta, con gran estructura en boca, empaque y seriedad y, al mismo tiempo, fresco. Acompañó un Les Petites Fleurs 2012 de los Tricot, en Orcet, pueblo de gran tradición, donde la gamay es una de las reinas de lugar. Ligereza, flor de violeta, acidez, agua en forma de vino: peligrosamente adictivo.
El segundo momento culminante de la semana lo he vivido en Hisop. Oriol Ivern está en una gran forma y sus platos convergen, cada vez más, hacia una fórmula mágica: pureza y sinceridad de sabores siembre combinada con pequeños trampantojos que equilibran el conjunto. Una ensalada de pularda ligeramente ahumada, por ejemplo, con una vinagreta de trufa y un toque acídulo. O un escandaloso, delicioso, gran cochinillo crujiente con cardamomo negro y daditos de manzana ácida. Muy bueno. Todos los vinos de la cosecha 2011 de Orto Vins son destacables y sus tintos me parecen sobresalientes. Incluso el que podría parecer más sencillo, el Orto 2011 (el que bebimos), está en un momento grande: poca crianza, con madera de cuarto año, mucha garnacha y cariñena, es un vino fragante y que se deshace en boca. Pasa de maravilla. Completamos con uno de los cavas que nunca me fallan: el Huguet Gran Reserva Brut Nature de Can Feixes, 2007. Pillamos una botella con ocho meses de degüelle y estaba estupenda: mucha parellada y macabeo pero con un toque importante de pinot noir, que le da una vinosidad y un juego gastronómico grandes.
Semana intensa, dirán ustedes...pues lo mejor estaba por llegar, vaya. Sábado y comida sorpresa, en casa, con un amigo viñatero. Rigati rellenos de alcachofa y me lanzo al vacío: pienso sólo en el acero de las alcachofas y busco acero, aunque bien perfilado por lías. Sesenta e nove arrobas 2012 de Xurxo Alba (Bodegas Albamar) para Enoteca Filgueira-Guerra en Pontevedra, es una nueva dimensión de albariño, con un corazón casi metálico pero unos ropajes delicados y sutiles. Perfecto con las alcachofas si lo que buscas no es compensar el óxido sino realzar la parte metálica. Siguieron unas supremas de rodaballo salvaje con patata y cebolla y Tarlant Rosé Zero Dosage. No tengo palabras. Y por si todo esto fuera poco, aprovechamos la cerrada noche que caía sobre la ciudad, nubes, llovizna, calles vacías y todos viendo en televisión a unos tipos en calzón corto corriendo tras una pelota. L'Ànima del vi era la respuesta final a nuestra inquietud de descubridores de vinos emocionantes. Buen pan con tomate (del Baluard el pan...), excelente jamón de Trevélez, correctas anchoas, muy buenos quesos y embutidos y lo más importante, un ambiente convivial y de sana confraternización vínica difícil de encontrar en Barcelona. Cayó, en honor al asunto que llevábamos entre manos, un Amistad 2012 de Rafa Bernabé, un vino de rojal que fluye como las olas del mar cuando sopla el garbí. Me encanta. Y vaya, que la noche (de ayer para ser exactos) no podía cerrarse sin alguna de las sorpresas que un local canalla y bebedor como éste suele darte, en forma de nuevos amigos: llegaron, nos vimos, nos abrazamos, nos besamos, bebimos. Claro...Dos sorpresas para mí y una confirmación. Un ligero, atractivo, suave, floral Bourgogne Épineuil (al norte, tocando a Chablis) de Clos de Baccarat 2012 y un sorprendente, ligeramente musculoso, intenso, muy varietal y puro, me atrevería a decir que único por varias razones (no toca hoy desarrollar este tema), Clos Cristal, Les Murs 2011, un Saumur Champigny alucinante. La confirmación: Les Rachais 2006 de Francis Boulard. Chardonnay de una única parcela en biodinámica, ligera evolución, algo de oxidación, pureza, levaduras, limones, frescura. Un gran champagne para cerrar una semana normal. ¿Cerrar? Pero si estoy escribiendo esto en domingo por la mañana y ¡faltan la comida, la merienda y la cena!
Digo yo que tendré semanas en que un solo vino o un única comida llenen este post. Como tantas otras veces ha sucedido. Pero hoy me apetecía alargarme y escribir un post desmedido, muy dominical. Y contarles, contarles todas las cosas emocionantes que suceden cuando estamos atentos a nuestro entorno. Atentos y con ganas de atrapar y disfrutar cada momento. Y la verdad: tampoco creo que me sintiera mejor siendo escribidor a tiempo completo. Puede que la vida me permita hacerlo algún día, pero mientras tanto, voy a disfrutar al máximo de mis dobles, triples, cuádruples pequeñas vidas...Hay tantas vidas en una, que cuantas más descubramos y más las disfrutemos, mejor nos sentiremos. O así lo creo yo.

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