Mi operación armario y mis rebajas...

Señoras y señores, tengo el gran lujo y placer de comunicarles que estoy curada. ¡Sí! Por fin, después de tanto tiempo llevando sobre mi el gran peso de la #operaciónarmario, lo he superado. Ya no soy "shopaholic". Sí, como leéis, me he curado. Atrás quedó el comprar por comprar, el derrochar el dinero en cosas sin sentido para luego usarlas una vez o no usarlas jamás. Atrás quedaron esos días de comprarme el "caprichito, porque me lo merezco" día sí y día también.
Me siento orgullosa de mi misma. Se que en gran parte, mi cura se debe a que ahora tengo menos poder de adquisición que antes ("gracias" Sr. Presidente), pero también se que sin mi esfuerzo no lo hubiera conseguido. He de reconocer que los primeros meses fueron duros y que caí más de una vez pero luego poco a poco la #operaciónarmario fue adueñándose de mí. Yo había cambiado y no me había dado cuenta hasta ahora...
Mi operación armario y mis rebajas...

Supongo que el cambio no se produce de repente. No te levantas una mañana y ya está, has decidido de comprar. Lleva tiempo. Pero sí es cierto que un día, sin esperarlo, te das cuenta. Estás curada.
Mi día fue la semana pasada. Una de las premisas de la #operaciónarmario era que sólo podía comprar en las rebajas y, teniendo en cuenta que este año los reyes magos me habían traído dinero para gastarlo en ellas, más tenía a mi favor para comprar y comprar. Pero no fue así.
Trabajo en una de las calles con más tiendas de la ciudad y, cada día, paso por ellas. Con el dinero en la mano y una gran sonrisa en la cara me dirigí el día 3 a trabajar, un poco antes de la hora para poder echar un vistazo y comprarme algo de mi wishlist. Pero pasaron los días y por mucho que veía ropa, zapatos, bolsos y demás no me decidía por nada. Todo me parecía demasiado caro y no valía la pena comprarlo para lo que era, o barato pero con pocas posibilidades de vista al futuro. Así que no compré nada.
La semana pasada, después de haber estado durante más de una semana recorriendo diferentes tiendas, con dinero en mano que gastar, me di cuenta de que me había curado de mi "síndrome de compradora compulsiva".
Ahora bien. No os voy a mentir. Al final compré. No me gasté todo el dinero, ni mucho menos (de hecho, le hice un regalito a Monsieur M. con parte del dinero). Pero compré. Lo que sí es cierto es que compré con cabeza (por primera vez en mi vida) y no con el corazón. Invertí en básicos que me servirán para un futuro y para gran cantidad de looks e hice compras necesarias y no inútiles. Estoy orgullosa de mi y quería compartirlo con vosotros. Por aquí os dejo mis pequeñas compras... y doy por finiquitada mi #operaciónarmario.