Revista Educación

Ni histéricas ni locas

Por Siempreenmedio @Siempreblog
Ni histéricas ni locas

Es bastante probable que si estuviéramos en París en 1885, Henar Álvarez, muchas de mis amigas y yo ocupáramos parte de la sala del Hospital La Salpêtrière, en el que se desarrolla la historia, narrada por Victoria Mas, del libro El baile de las locas (Salamandra), por histéricas y locas. No conocía esta obra ni la existencia del edificio dedicado a la reclusión de mujeres prostituidas, pobres y enfermas, muchas ingresadas por sus propias familias, consideradas dementes y/o peligrosas. Hasta que escuché cómo Henar lo recomendaba en el maravilloso podcast Buenismo Bien y me tuve que lanzar en su búsqueda.

Ni histéricas ni locas

El lugar (que es real), está dirigido por el profesor Charcot, eminente neurólogo que también existió y que realizó importantes avances en la materia, a costa de experimentar con las internas y mostrarlas, como si de un teatro se tratase, ante el público, tanto el que se presuponía experto, como el morboso sin más. Cada mes de marzo, se celebra un baile en La Salpêtrière, con motivo de la Media Cuaresma, y, en la trama de la novela, tendrá un importante papel para mostrar los pocos momentos de felicidad sincera de los que disfrutaban las enfermas y la hipocresía de la sociedad de la época.

Ni histéricas ni locas

Existe una versión cinematográfica de la obra, estrenada en 2021, con el mismo título, que puede visionarse en Amazon Prime y que, sin ser una pieza maestra, resulta entretenida y bien ambientada. Carece, sin embargo, de la profundidad con la que Victoria Mas (y eso que la novela es corta) consigue desarrollar los personajes y hacernos entender que las palabras "histéricas" y "locas" no escondían, en muchas ocasiones, ninguna enfermedad, sino que su internamiento era la terrible venganza de los hombres privilegiados ante la rebeldía o ansias de conocimiento de las mujeres. Además, en la película se desdibuja la transformación vital de la supervisora Geneviève, y no escribo más sobre este personaje porque me iría de la lengua sin remedio.

No es una visión exagerada del trato de la 'ciencia' a las mujeres

Habrá quien calificará de exagerado el trato que la ciencia médica parece ofrecer en esta novela y su adaptación cinematográfica. Me temo que la realidad puede ser, si cabe, aún más ofensiva. Si desean investigar algunas de las opiniones "científicas" de Gregorio Marañón o de Ramón y Cajal, entre otros, en la primera mitad del siglo XX aquí les enlazo el artículo de Teresa Ortiz titulado El discurso médico sobre las mujeres en la España del primer tercio del siglo veinte y el reportaje de Víctor Moreno para Nueva Tribuna, La 'ciencia' contra el sufragio femenino. Fue justo cuando se discutía si las mujeres debían o no ejercer el derecho a voto en nuestro país, cuando se recordaron argumentos "biológicos" en los que se hablaba de una mujer que, por su función reproductora, tendía a no ser capaz de pensar con discernimiento, además de sufrir tendencia a la histeria.

Por suerte, mucho ha cambiado no sólo la consideración de la mujer en la sociedad (aunque quede tanto todavía), sino el trato de las enfermas, su derecho a la dignidad y a no ser exhibidas y vejadas, por un público inconsciente que se cree superior. Aún así, quedan coletazos de esa misoginia tan cercana en el tiempo. O acaso, queridas lectoras, díganme si, en algún momento de sus vidas, cuando intentaban expresar con vehemencia una reivindicación, una idea, una decisión tomada en firme o un pensamiento diferente a lo establecido, les dijeron aquello de "¡pero no te pongas histérica!" o "¡tú estás loca!"


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