No es acoso, es amor

[Paréntesis de varios meses, espero que mis fans me disculpen, no volverá a suceder. Pero vamos al lío, a lo que aquí nos interesa, que es cachondearnos de todo un poco].
Hay un señor juez -al que llamo señor no sé muy bien por qué-, que ha decidido que, y cito literalmente: dar palmadas en las nalgas, dar un beso en la oreja, abrazar, dar un beso en los labios, acariciar la pierna o el pelo no implican la proposición de ninguna relación sexual, sino que suponen la realización de actos de contenido sexual.
Y por si eso fuera poco, considera que el señor farmacéutico estaba proponiendo una relación sentimental a las empleadas. Acabáramos, si es una relación sentimental entonces vale, aunque sea en horas de oficina, ¿no?
Todo este follón es porque el hombre está acusado de acoso sexual y no de abuso, sino seguramente sí que habría habido multa e indemnización para las mujeres que trabajaron con él. Imagino que sin estos líos verbales legales, la situación sería diferente, pero no deja de ser curioso que todos estos hechos no sean considerados ni una cosa ni la otra.
Lo mismo a alguien le parecen incentivos por ir a trabajar, quién sabe, todo depende de si tu jefe es guap@ o no... o del aguante de uno. Lo que está claro es que si a mí me pasa eso, tampoco aguanto más de dos días allí. Aún recuerdo cuando un antiguo jefe me dio una colleja por algo que no había hecho, con el pollo que le monté el poco tiempo que estuve en ese trabajo parecía yo más su jefa que él. Tonterías las justas, y no me refiero al obsoleto programa de Flo.
El caso es que siempre habrá situaciones asombrosas, para bien y para mal y qué queréis, aunque intente tomarme a cachondeo la resolución del juez, que risa floja me da un rato largo, no consigo hacer chistes fáciles. A ver si es que he perdido mi chispa...
De todas maneras, cuidadito con lo que hacéis o dejais de hacer en el trabajo eh, que no se diga que no os he avisado de lo que sí podéis hacer para que no os pase nada, quiero decir, lo que está muy feo que os hagan los jefes, si es que ya no sé ni de qué parte me tengo que poner.