Revista Educación

Noctis ambulare

Por Siempreenmedio @Siempreblog
Noctis ambulare

"Te busco como una ciudad que tiene miedo de las pesadillas, que se despierta y se duerme".

Permite que robe la primera estrofa de nuestra canción para contar que anoche me costó mucho dormir. Siempre me cuesta hacerlo, pero anoche me fue incluso más difícil.

Hubo un día en el que supe que jamás volvería a dormir. Era muy pequeño, fue el día en que comencé a entender mis propios miedos, los que me asaltan cuando se apaga la luz y hacen que me sienta más solo que durante el día. Recuerdo con nitidez que aquel día estaba, como de costumbre, leyendo un libro, como solía hacer antes, cuando todavía sabía leer. En aquel instante mi mente comenzó a dar vueltas, dejé de concentrarme en mi lectura y simplemente comencé a pensar. No he parado de pensar desde entonces.

Entendí que la oscuridad era mi amiga.

Amo la noche, pero no me gusta dormir.

Realmente me planteo la necesidad de las pastillas para inducir o provocar el sueño, y una y otra vez dudo acerca de si es bueno que me haga adicto a los tranquilizantes y los somníferos antes de cumplir los cincuenta. Pero es que apenas necesito dormir. Si alguna ocasión el sueño me sorprende y termino durmiendo más de seis horas, al día siguiente es posible que sólo duerma cuatro. O menos.

¿Envidio la normalidad de los que duermen? No lo sé.

Solo soy noctámbulo. No soy capaz de dormir porque mi mente está más activa de noche que de día, y las mismas pesadillas que se marchan con el despertar, cuando comienzo a estar acompañado de otras personas, van y vienen libres cuando me enfrento a la cama, taladrando mi mente e impidiendo mi sueño, pero no mi descanso. Porque yo sí descanso, tanto como el que más, pero mi cuerpo se ha acostumbrado a darle sólo una tregua miserable de unas horas a mi pensamiento, y se ha adaptado al lenguaje de la soledad, que retumba inmisericorde entre las paredes de mi cabeza.

Hace algún tiempo en que ya no tengo miedo a nada. Ya ni siquiera le temo a la muerte, como me pasaba antes, cuando me sentía como si fuera esa ciudad que se acuesta con miedo a las pesadillas, que se despierta y se duerme sin cesar. ¿Para qué pensar en lo que no ha llegado? Y cuando llegue tampoco será tan grave.

Sé que todo el miedo se evaporó el día en que te conocí. Mientras amanecía en tus brazos todo era fácil y tranquilo, y ya no había horror porque lo mucho o poco que viviera iba a vivirlo junto a ti.

Ahora que hace tanto que te has ido, he vuelto a deambular entre las sombras. Sigo siendo esa ciudad noctámbula que necesita sentir tu presencia en la lejanía para dejar de despertar durante la noche, eternamente en busca de esa luz que de día no encuentra.

Tal vez será porque el amor eres tú.


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