Revista Libros

Nuevo y absurdo inventario de la brevedad. (Microcuentos II)

Por Clochard
Nuevo y absurdo inventario de la brevedad. (Microcuentos II) — Dejó de escribir la sección de horóscopos del periódico cuando horrorizado descubrió que lo acertaba todo.
El paracaidista olvidadizo estaba a punto de caer en la cuenta.
El poeta hambriento se comió todos sus manuscritos, tras un largo rato en el baño salió con un premio Nobel bajo el brazo.
La primera novatada a un Vampiro es hacerle morder a alguien de la realeza y que parezca que ha chupado un boli.
El caníbal diabético no soportaba a las personas cursis.
Al ganar el prestigioso premio confesó que no había escrito ninguno de sus libros. No importa, contestaron, nadie los ha leído.
Pronto la ciudad se llenó de sueños abandonados en busca de dueño, pero la gente cerraba sus puertas con miedo.
La postura del director del Banco solo se alteró cuando el cliente al borde del desahucio presentó un aval de 9 MM Parabellum.
— *¿Porqué ya nunca me besas?
* Porque llevas dos años muerta.
Al mono que tocaba el piano no dejaba de asombrarle la capacidad de la gente para aplaudir. En el departamento de objetos perdidos lo que más abunda es tiempo. Nunca ganó nada, ni la lotería, ni una rifa, ni un concurso, por eso al tocarle un nicho en la subasta no tardó en estrenarlo. Tan solo les libró de la ira de aquel Dios cruel que su madre le reprendiera por jugar con el hormiguero. Y todos los habitantes del fondo del mar acudieron felices a la boda de la Sirena con el cocinero de Sushi
— Se conocieron en una cita a ciegas, siempre recordarían el sonido de la primera vez que entrechocaron sus bastones blancos.

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