Revista Educación

Padre

Por Siempreenmedio @Siempreblog
Padre

PadreJohn Tlumacki para The Boston Globe *

Mi padre no es muy alto, tiene los ojos menudos y cuando se ríe a carcajadas se pone completamente rojo...

Algo así decía una redacción que hice en su día en el colegio. Debía estar en lo que antes era Sexto de EGB. que equivale a no sé bien qué cosa en la educación de estos tiempos, y la profesora Dulce, que hacía honor a su nombre, nos había mandado describir a nuestro padre o nuestra madre como tarea. No fue el único trabajo de Lengua por el que me pusieron sobresaliente, que aquello de la escritura lo dominaba mucho yo, pero sí recuerdo con orgullo aquel 10 subrayado en la esquina superior derecha del folio a cuadros.

No sé si mi padre hoy se acuerda de aquellas líneas o de algo más del texto en cuestión, pero yo sí recuerdo su mirada de profundo orgullo, emocionado quizás por haber despertado en mí aquellos sentimientos tan desnudos que yo mismo ignoraba que experimentaba.

Eres mi inspiración de cada día, papá. Me has enseñado a ser valiente y a pelear por las causas en las que creo, me has animado siempre a crecer en la verdad y en la justicia, y has sido el mejor ejemplo de generosidad y de amor que un hijo puede desear. La fuerza que hoy sacas de tu cuerpo es, desde hace muchos meses, mi razón de vivir y mi principal motivo para levantarme cada mañana. Aquí estaré siempre para ti y para mamá, aunque este Día del Padre no pueda abrazarte y obsequiarte con algo material, por pequeño que sea, te regalo estas líneas treinta años después.

Vivimos épocas raras y tristes en esta tierra donde tanto nos gusta demostrar nuestros sentimientos a través del contacto físico. Nuestra hispana y latina realidad, el carácter de esta raza de tocones y regaladores de besos que estallan en la mejilla ha sido trastocado por el más cruel de los virus, que nos prohíbe abrazar. Ese virus no consiente que regales una carantoña a un familiar enfermo, impide que roces a tus seres queridos, no te deja velar como querrías a esa persona tan importante que ha dejado este mundo en un largo viaje sin retorno. Peor, te castiga a no poder consolar a tu padre con esa caricia que necesita de ti. La caricia que tú necesitas darle.

Mi mayor fortuna en estos días es precisamente esa, que alguien me regala sus besos y caricias a diario y recibe los míos con un gruñidito. Pero en este día de celebración tan anómalo, en el que te duele el abrazo no dado, te llamo a inundar de humanidad la tecnología y con una simple llamada de teléfono decir a tus seres queridos que les quieres, que les necesitas y que esa muestra de amor se la envías en la distancia, pero que muy pronto se la vas a regalar en persona. Porque, confía en mí, lo harás.

Saldremos de este proceso más tarde que pronto, pero nos equivocaremos si no lo aprovechamos para crecer como personas, para enseñar a esos niños y niñas que han nacido en la falsa abundancia de una sociedad deshumanizada la importancia de ese afecto corporal sincero que ahora no tenemos, y volvemos al vacío de una vida individualista en la que el Día del Padre sigue siendo una excusa más para consumir y aparentar.

Para ti, Jose, Josefa, Pepe, Pepa, María José... A ti que eres padre o madre de algo o de alguien, o te sientes como si lo fueras. Para ti va este abrazo. Felicidades.

Te quiero, papá. Y a ti, mamá. Les echo tanto de menos...

*. Entre las 10 mejores fotos de 2014 para la Asociación Nacional de Fotógrafos de Prensa de Estados Unidos, la imagen de un abrazo entre un padre y su hijo durante los bombardeos de Boston.


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