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Patria, de Fernando Aramburu: la gran novela vasca

Publicado el 11 octubre 2016 por Mariocrespo @1MarioCrespo
Patria, de Fernando Aramburu: la gran novela vasca
Leo reseñas de prensa, escruto comentarios en las redes y observo textos que la editorial y las librerías usan como reclamo y constato que se resalta, de forma casi unánime, que Patria es una novela sobre el conflicto vasco. Para mí Patria es sobre todo una gran novela decimonónica contemporánea; una obra que retrata la vida de dos familias, con el desarrollo de sus personajes (padres, hijos e incluso nietos) y la interrelación entre todos ellos, de la cual, es cierto, nace un conflicto basado en “el conflicto”. Pero todo lo relativo a éste pertenece al marco, a la ambientación, al lugar elegido para ejecutar la historia. Un pueblo tradicional y cerrado a sus costumbres. Si esta historia estuviese ambientada en la Castilla profunda, o incluso en Andalucía, lo único que cambiaría sería el conflicto: un conflicto religioso, una cuestión de honor o deshonor, una disputa por la linde. Algo que, al fin y al cabo, enemistase a las familias de forma irremediable y alargase el rencor a lo largo de un periodo prolongado de tiempo. Es decir: Aramburu podría haber retratado a la sociedad española sin ETA, pero no podría haber retratado a la sociedad vasca sin ETA. Y, obviamente, Aramburu pretendía hacer una revisión, casi antoprológica, de la sociedad vasca. Y quizá algo más.
En Patria el autor dibuja con la verosimilitud que se le exige a una ficción realista, que no es otra que la creación de una realidad propia que resulte creíble, una época por todos conocida en la que los atentados terroristas eran una constante en los noticiarios. Y lo hace con precisión de neurocirujano, abarcando un buen número de puntos de vista de la sociedad civil. Pero también mostrando una versatilidad que destila maestría, pues en esta novela también es importante saber quién es el asesino. Veamos: tenemos un pueblo sin nombre cercano a San Sebastián, una familia de clase trabajadora con varios hijos, otra familia amiga que prospera rápidamente gracias a un negocio de transportes. Tenemos un impuesto revolucionario. Tal vez un malentendido. Y luego una locura colectiva. Injusticia. Errores y consecuencias. El daño y todo lo irreparable. El rencor transformado en odio por un ente invisible. El arrepentimiento y el perdón. Y en definitiva un material narrativo que salta en el tiempo sobre una estructura de capítulos cortos que, como algunas series de televisión, se centran en un personaje y un episodio de su vida. Episodios que se van uniendo en la mente del lector en un enorme palimpsesto hasta formar una visión espaciotemporal del conjunto.
Cabe destacar también el estilo, pues, aunque personal, resulta pretendidamente clásico a la hora de construir la voz narrativa, que muta desde la claridad de un narrador omnisciente hacia el barullo de una primera persona acribillada por ideas y pensamientos. Una voz que por momentos parece un monólogo. Un tono clásico que sin embargo usa un lenguaje original que mezcla el castellano con vocablos en euskera y variaciones como el condicional en vez de subjuntivo (si viviría/si viviera). Prosodia veloz, pincelada suelta para construir cada uno de los relatos que forman las piezas del puzzle. Quizá, al menos desde mi punto de vista lector, el elevado número de personajes a desarrollar suponga un pequeño lastre, pues aprecio cierta indefinición o cierto desorden introspectivo en algunos, sobre todo en los femeninos, más complejos y profundos, con más preguntas que responderse a sí mismos y al lector. Y no me parece ésta una cuestión baladí, puesto que las dos familias son férreos matriarcados donde las decisiones de la ama resultan cruciales para cambiar el curso de las cosas. 
Sea como fuere, Patria tiene hechuras de gran obra y se deja saborear con calma hasta conducirnos a un tiempo cercano que ya es historia porque nuestra mente lo aleja de la memoria como sistema de defensa y lo convierte en un recuerdo lejano; en una pesadilla que hoy Aramburu organiza y representa a través de estas dos familias que existen para que, entre otras cosas, no olvidemos las consecuencias del fanatismo.
Patria, de Fernando Aramburu, Tusquets, 2016.

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