Revista Educación

Pero, ¿qué esperaban?

Por Siempreenmedio @Siempreblog
Pero, ¿qué esperaban?

Hubo un tiempo muy cercano en el que en este país había colegios que, aunque el Estado pagaba un dinero porque aceptaran a un número determinado de alumnos, se decidía que las clases estuvieran compuestas solo por niñas. Yo fui una de aquellas alumnas por las que el Gobierno pagaba una cantidad, para que pudiera acudir a un colegio de merecido prestigio académico, eso nunca lo negaré. En aquella burbuja académica, las niñas sólo nos relacionábamos con niñas, y, al salir de clase, lo más común es que, si no teníamos hermanos o primos cerca, nuestros grupos de amistad también estuvieran compuestos por féminas.

Decían entonces que era mejor educarse en clases segregadas, porque los niños eran muy revoltosos y así las niñas estábamos más tranquilas. Nos contaban que en los colegios públicos los niños se ponían espejos en las solapas de los tenis para poderle ver las bragas a sus compañeras. Así que algunas generaciones crecimos creyendo que los chicos eran unos patanes que sólo querían mirarnos las bragas a la hora del recreo y tuvimos verdaderos problemas cuando comenzamos a relacionarnos con ellos.

Pero, ¿qué esperaban?
©master1305/Freepik.

Esos mismos conservadores, que aconsejaban una educación femenina y otra masculina, se quejan ahora de que las mujeres andamos todo el día reivindicando cosas y que nos quejamos por todo. Que nos hemos convertido en unas ofendiditas que no soportamos ni un simple piropo por la calle. ¿En serio? ¿Pero qué esperaban? Nos obligaron a relacionarnos, la mayor parte de nuestra infancia, sólo con otras mujeres, hasta el punto que descubrimos que existe un poder, nada sobrenatural, en la unión de las chicas, en el trabajo en común por nuestros derechos. A algunas nos costó más que a otras quitarnos la sombra de la culpa de encima y disfrutar de la vida en común con el sexo masculino que nos habían negado durante nuestro crecimiento. Pero lo conseguimos y decidimos vivir en igualdad de oportunidades. Sea lo que sea lo que esperaban segregándonos durante la educación, lo siento, pero, al menos con nosotras, no lo consiguieron.


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