Personas disfrutonas

Admiro a las personas disfrutonas, esas que saborean cada minuto de una vida que ven desde el gozo. La cuestión es qué te lleva a ser de una manera u otra, sobre todo cuando observas que cuando más se disfruta es en la infancia.

Muchos son esos factores, pero el lugar de nacimiento marca, sin duda. Crecer en un lugar donde se afronta todo desde el dolor te sitúa en la vida en un lado más amargo. Desde ahí, eltrabajo es doble y volar al disfrute por el disfrute se convierte el algo más complejo.

En mi pueblo de La Mancha, Mora, hasta las alegrías se celebran con la pena. Recuerdo frases como "qué pena, que le tocó la lotería", "qué pena, ya tiene trabajo". La expresión acompaña a todo, lo bueno y lo malo, lo genial y lo terrible, absolutamente todo.

Quién no recuerda el reflejo de la sociedad manchega en las películas de Pedro Almodóvar, que se convierten en absolutos documentales cinematográficos de la idiosincrasia del territorio que se sitúa en el centro de la península ibérica.

Y no es que lo pasemos siempre mal, es que cuando lo pasamos bien tenemos un ojo puesto en lo que nos va a salir mal.

Ver la vida desde el dolor agota y te hace perder mucho. Relacionarse desde el dolor con los demás conlleva una carga de negrura que agobia. Recuerdo cómo hace muchos años alguien me dijo: "Esto es como el yin y el yang, nunca te puede ir todo bien. O te va bien un ámbito de tu vida y mal otro o viceversa. Nunca hay felicidad completa".

Sacudirse eso de la cabeza no es fácil y aún hoy, más de 20 años más tarde, es difícil disfrutar de lo bueno cuando tienes un ojo puesto en la otra cara de la moneda.

Admiro a las personas disfrutonas, esas que en su cara se refleja que la vida es maravillosa.