Revista Educación

¿Por qué jugarse la vida por un puñado de libros?

Por Siempreenmedio @Siempreblog
¿Por qué jugarse la vida por un puñado de libros?

Siempre he creído que la cultura es lo que diferencia la supervivencia de la vida. Y como tengo un sesgo de confirmación muy desarrollado, tiendo a fijarme en informaciones en las que las bibliotecas se convierten en un refugio ante las injusticias. En agosto, abrió sus puertas clandestinas Zan Library, dirigida a que las mujeres pudieran acceder a formación, ya que los talibanes las han apartado del sistema educativo. No me extraña que en su logotipo vuelen unas aves sobre un libro, símbolo de la libertad que han perdido en los últimos tiempos, ante la ignorancia del resto del mundo, que les dio espacio durante unos meses para luego abandonarlas a su suerte. Deseo con todas mis fuerzas que Zan Library siga adelante y que no sufran sus usuarias y directoras ningún daño por este ejercicio de justicia que han llevado a cabo. Podríamos pensar que abrir una biblioteca o una librería no entraña demasiado peligro, pero lo cierto es que, en casi todos los conflictos de las civilizaciones que conocemos, lo primero que se intenta destruir es el conocimiento, desde los papiros hasta los libros.

¿Por qué jugarse la vida por un puñado de libros?

La suerte es que, tal como se titula uno de los mejores libros en mi opinión de Manuel Rivas, Los libros arden mal. En este país nuestro, no hace ni un siglo que se quemaron muchas obras, en las plazas de pueblos y ciudades, incluso aquellos que, en las zonas rurales, había costado mucho hacer llegar a sus habitantes. Aún así, siempre sobrevive algún ejemplar en el caos de un almacén o un desván. Y las palabras, las páginas, terminan resurgiendo, aún cuando tengan que escribirse de nuevo y seguir la versión de una tradición oral.

En los principales lugares del infierno en la tierra, también un libro ha marcado la diferencia y ha ayudado a las víctimas a enfrentarse el maltrato. Uno de los casos más conocidos es la biblioteca creada en el campo de exterminio de Auschwitz, cuando Fredy Hirsch y Dita Kraus se aferraron a la cultura como motivo para sobrevivir y crearon una biblioteca. Para muchos, resultará incomprensible jugarse la vida por defender libros, pero creo que, tanto para los presos del campo de exterminio como para las mujeres de Afganistán, esas obras representan el acto de rebeldía, la balsa a la que agarrarse para escoger seguir con vida un día más.


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