Pues sigue amaneciendo

Si hay una película que generó culto en un momento en el que nada se hacía viral redes sociales y nuevas tecnologías, fue Amanece, que no es poco (1988), una locura que alterna carcajadas, ternura, ironía y sonrisas suficientes para dar al espectador una bocanada de aire que le permita continuar amaneciendo en este mundo desordenado e injusto que tenemos. Cuando Teodoro y su padre llegan a un remoto pueblo, conocen a unos habitantes tan variopintos como ellos mismos y visitantes de aúpa como un grupo de estudiantes universitarios de la lejana U.S.A. En ese pueblo ubicado en Albacete se une la parodia de intelectuales, brutos, curas, guardias civiles, políticos y otros personajes de la sociedad española que, pese al paso de los años, continúan paseando sus estereotipos por nuestra geografía. Si hoy ven Amanece, que no es poco casi seguro encontrarán alguna que otra escena políticamente incorrecta que hay que colocar en su momento y que no deja de buscar con el exceso una llamada de atención hacia el problema. Pero, en general, este largometraje aguanta muy bien el tiempo, para nuestra desgracia como sociedad, y es un gusto ver a tantos actores y actrices españoles que han formado parte de nuestra historia multimedia casi mucho antes de que esta existiera: Antonio Resines, Luis Ciges, Aurora Bautista, Enrique San Francisco, Gabino Diego, Antonio Gamera, Chus Lampreave, Manuel Alexandre, María Isbert... Si entráramos en el juego de escoger uno de estos actores por su papel en la película me quedo con Gabino Diego, intérprete del grupo de estudiantes norteamericano, pero para gustos, colores, cómo no.

La película ha creado una personalidad propia, el amanecista, que gusta de hacer quedadas, organizar rutas y demostrar, con frecuencia, cuán válido es todavía el guión de Amanece. Porque esa es la conclusión que puede sacarse en estos más de treinta años, que sigue amaneciendo y nuestra estructura social no ha cambiado casi nada.