Reflejos

Reflejos

restlessglobetrotter @ Flickr.com (CC BY 2.0)

Mientras hablaba por teléfono, a Alfredo le dio por estudiar su reflejo sobre la tele apagada. “Debería haberme comprado una más pequeña”, pensó. “Cuarenta y dos pulgadas son demasiadas para este salón”.

En aquel momento concreto, sin embargo, la superficie sobrante le vino bien para estudiar sus entradas. Observó con preocupación como estaban a punto de juntarse, dejando una isla de pelo mortecino en retirada desde la frente. Reparó también en otras incomodidades de la madurez, como la pelambrera desordenada que se le desparramaba por las dos ventanas de la nariz. Las bolsas descolgadas de los párpados. Los ojos glaseados de insomnio.

“Los años no perdonan”, concluyó con un suspiro. Se despidió de su médico, colgó el teléfono y volvió a mirar de frente a su reflejo. Antes de abrir la ventana levantó la peana de la tele, dobló la nota de suicidio y la colocó debajo con amorosa pulcritud.