Revista Educación

Reflexiones pesimistas sobre la desescalada

Por Siempreenmedio @Siempreblog
Reflexiones pesimistas sobre la desescalada

El año de pandemia que estamos viviendo me está dejando algunas cosas meridianamente claras. Una de ellas es que, al menos en los países occidentales, no podemos confiar en la responsabilidad social de la gente; si es necesario que nos quedemos en casa, que evitemos el contacto físico y que tomemos precauciones, es necesario que el gobierno nos obligue a ello. Yo tengo mis propias conjeturas al respecto, y tienen que ver con que nuestra sociedad capitalista y consumista es individualista e insolidaria; que se nos educa en la competencia y no en la colaboración y que podemos llenarnos la boca con lo familiares y amistosos que somos, que a la hora de la verdad acabamos pensando, casi siempre, antes en nuestro propio bienestar que en el bien común. Pocas cosas nos definen tan bien como ver noticias sobre accidentes de coche por culpa del exceso de velocidad y pensar que eso no nos va a pasar a nosotros, porque nosotros "controlamos" cuando circulamos por la autopista de manera habitual a 150 km/h. Y de pensar en la gente a la que podríamos llevarnos por delante con nuestra imprudencia, ni hablemos.

Otra cosa es que he llegado a la conclusión de que me preocupa más la gente que lleva mascarilla por la calle, que la que no la lleva. Me explico: cuando ves a alguien por la calle sin mascarilla, sabes automáticamente que tienes que mantener la distancia con esa persona, porque de los hijos de puta hay que mantenerse alejados. Pero cuando te cruzas con alguien con mascarilla empiezas a pensar en si se la habrá puesto con las manos limpias, si la mascarilla estará limpia, si la ha llevado todo el día en la papada, o en la muñeca, si se habrá tocado la cara... uno no sabe a qué atenerse, porque es imposible confiar en que la gente cumpla los requisitos básicos para llevar mascarilla con seguridad para ellos y para los demás. Que hay quien tose en el codo y luego lo choca a modo de saludo a diestro y siniestro, la gente es así.

Reflexiones pesimistas sobre la desescalada

Luego tenemos lo de pedir a la gente que se quede en casa y que no haga vida social mientras abren centros comerciales, terrazas, bares o restaurantes, y los medios de transporte público se abarrotan todos los días... Que sí, que muchas de esas empresas se irían al garete si tuvieran que cerrar y se perderían muchos puestos de trabajo, pero qué quieren que les diga: entre poner en peligro a la ciudadanía y la pervivencia de empresas o puestos de trabajo, a mí me preocupa más lo primero. A no ser que la empresa pueda garantizar las medidas básicas de higiene y de protección y mantenerse a flote, si es así, pues perfecto.

También tenemos que hablar de esa gente que, a día de hoy, ya avisa de que no se va a poner la vacuna cuando esté disponible porque las vacunas son muy malas y que los efectos secundarios, como si la muerte de más de 250 000 personas fuese algo mejor y más apetecible. De esa gente sí que hay que alejarse, mucho.

Y, por último, esos que aprovechan la coyuntura para sacar rédito político o beneficios económicos con la terrible situación que hemos vivido: de esos no voy a hablar, porque me tiene harto desde casi el primer día de confinamiento, pero sí me ha dejado claro cómo no quiero ser, así que al menos tengo algo que agradecerles. Solo me queda pedirles a ustedes que están leyendo estas insignificantes reflexiones que por favor piensen en los demás. Que es momento de sacrificarse, de decir no a muchas cosas, de dar ejemplo y de poner de nuestra parte para mejorar las vidas de todos. Es momento de ser responsables. Hagámonos ese favor.


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